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COORDENADAS

Debe aumentar mucho más el salario mínimo

El presidente López Obrador señaló el domingo pasado que descubrió que el salario mínimo en países centroamericanos, como Guatemala, duplicaban al de México.

El salario mínimo de nuestro vecino del sur es de 90.16 quetzales diarios. Un quetzal se cotizaba ayer en 2.52 pesos. Así que, al tipo de cambio actual, el mínimo es equivalente a 227 pesos diarios.

Aquí, el mínimo es de 102.68 pesos, a pesar del incremento de poco más de 16 por ciento que se dio en diciembre pasado.

Con este señalamiento, el presidente sugirió que en la próxima revisión habrá un nuevo incremento sustancial de los salarios mínimos, lo que ya ha empezado a provocar reacciones.

Por mucho tiempo hubo una versión oficial: no se pueden incrementar los salarios mínimos por arriba de la inflación porque se va a provocar un incremento de los precios y se puede detonar una nueva oleada inflacionaria.

Esa hipótesis, sustentada por diversos economistas, este año se ha demostrado sin sustento.

Tuvimos un incremento de poco más de 16 por ciento en el salario mínimo a nivel nacional y de 100 por ciento en la frontera, y la inflación, que hoy se está dando a conocer está en los niveles más bajos de los últimos meses.

¿Por qué el incremento de los mínimos no propició la inflación que algunos temían?

A mi parecer, son dos las razones fundamentales.

La primera es que, en términos objetivos, es tan baja la proporción de los empleados en la economía formal que ganan el salario mínimo, que tienen un impacto muy marginal en la estructura de costos de las empresas.

La segunda es que se diluyó el llamado ‘efecto faro’. El temor de algunos a que el porcentaje de incremento se estableciera como base para los incrementos de las negociaciones contractuales.

La realidad es que, si comparamos el salario mínimo en México de finales de los años 70 del siglo pasado y el actual, aún hay una pérdida real del poder adquisitivo superior al 60 por ciento.

Se equivoca parcialmente en su diagnóstico López Obrador. No es el régimen neoliberal –que él ubica a partir de Salinas– sino son las crisis financieras que comenzaron desde los tiempos de López Portillo, las que deprimieron dramáticamente el salario.

Y tiene razón, luego lo que impidió su recuperación fue una mentalidad neoliberal que decía que el salario mínimo no podría crecer más allá de la inflación salvo que hubiera un crecimiento equiparable de la productividad del trabajo, si se quería evitar una resurrección de la inflación.

Lo ocurrido este año es una prueba fehaciente de lo falaz de ese argumento.

Hay otros más, que se han probado igualmente falaces.

El más popular es el que afirma que los salarios no se pueden aumentar por decreto.

Cada año, desde hace décadas, el salario mínimo se fija por decreto. Y en función de las políticas públicas se ha deprimido o incrementado… por decreto.

Sería perfectamente posible que en diciembre de este año se diera otro incremento significativo al salario mínimo sin riesgo de detonar inflación.

Lo único que hay que hacer es abandonar la ideología y considerar los hechos.

A veces le cuesta mucho trabajo hacerlo al gobierno y a sus partidarios. Pero le aseguro que le cuesta todavía más a quienes por años han asustado con el ‘petate del muerto’, augurando un caos en la economía en caso de incrementos mayores en el salario mínimo.

Menos mal que ya estamos asustando a esos fantasmas.

Ámbito: 
Nacional