Cambio de estrategia
El gobierno reconoce el grave problema delictivo; dicen que cambiarán la estrategia.
El secretario de gobierno reconoce que Morelos vive momentos difíciles en materia de seguridad y por primera vez en un año aceptó que es necesario replantear la estrategia. No es para menos: en nueve meses del año 1 mil 155 personas han sido asesinadas; tan solo el fin de semana pasado 25 personas perdieron la vida en diferentes hechos violentos, incluyendo la ejecución masiva de 6 jóvenes en la colonia Antonio Barona de la capital. El problema es muy serio y el reclamo ya rebasó las fronteras de la entidad: igual que en Veracruz, Guanajuato y Tamaulipas, en Morelos se comienza a hablar de la desaparición de poderes.
El ajuste del que habla Pablo Ojeda debe implicar un ajuste real de lo que se ha hecho hasta ahora, no sólo en materia de prevención y combate al delito, sino de manejo de imagen, comunicación, tareas de inteligencia e investigación y actitud de la policía.
Hasta ahora todo el plan gira en torno al agandaye de la policía municipal en un modelo abusivo, sin consensar y absolutamente inoperante; igual que en el sexenio pasado la administración actual arrebató el control de las policías a los alcaldes y les quitó los recursos destinados a la seguridad, luego les impuso un jefe policiaco y los dejó con la responsabilidad legal y administrativa de los elementos, pero sin poder de decisión ni opinión en la materia.
Precisamente porque se trata de una copia burda de la estrategia que fracasó en el gobierno de Graco Ramírez es comprensible que el plan siga sin funcionar; la única diferencia entre el Mando Único y el Mando Coordinado es el nombre, porque en lo demás representa lo mismo, incluso con los mismos vicios y complicidades.
Es interesante que finalmente el gobierno estatal admita que la estrategia de seguridad no está dando resultados, pero será mucho mejor que entiendan que la batalla contra el delito no la puede ganar solo el gobierno. Hasta ahora la administración estatal ha pretendido dar la lucha con sus propios recursos y sin tomar en cuenta a las autoridades municipales, ni mucho menos a la ciudadanía. El resultado está a la vista: la violencia se ha incrementado, los delitos se multiplicaron y Morelos se encuentra sumido en una profunda crisis de inseguridad y de gobernabilidad.
Hace poco una columnista refería que Cuauhtémoc Blanco se entrevistó con Andrés Manuel López Obrador para presentarle su renuncia al cargo, exponiendo como argumento principal la falta de apoyo federal y la protección que algunos funcionarios de su gabinete brindaban a su antecesor. El lunes otro analista nacional retomó el tema y recreó una reunión del gabinete de seguridad nacional, en donde le presentaban al Presidente de México el diagnóstico del estado que gobernaba el futbolista, resaltando los serios problemas de inseguridad y también de ingobernabilidad.
“No podemos mover a Cuauhtémoc porque eso nos llevaría a que también salga Cuitláhuac de Veracruz”, fue la conclusión de esa reunión, por lo que se tomó la decisión de mandar toda la ayuda necesaria a Morelos para tratar de contener la difícil situación que enfrenta el gobierno estatal. Además del problema de inseguridad, en esa mesa también se analizó un elemento más: la “intromisión” de Ulises Blanco en asuntos públicos.
Morelos está hoy en el ojo del huracán nacional y la tormenta que se vive puede en cualquier momento transformarse en huracán. Para el gabinete de seguridad nacional es viable tomarle la palabra al futbolista, aunque la preocupación que deja a todos los integrantes de la 4T es el efecto dominó que ello pudiera traer consigo.
Entendámoslo así: en el Congreso de la Unión los panistas piden la desaparición de poderes en Veracruz por el grave problema de inseguridad y la nula capacidad del gobernador para afrontar el conflicto; la respuesta de Morena viene desde el senado, solicitando la desaparición de poderes en Guanajuato y Tamaulipas (ambos gobiernos panistas) por la misma razón. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que metan a Morelos en esa dinámica?
El ajuste a la estrategia de seguridad que plantea el secretario de gobierno es importante, siempre y cuando vaya más allá del discurso. Por lo pronto ayer se pudo ver en las calles a un numeroso grupo de unidades de la Guardia Nacional, del Ejército, la Policía Federal y la Policía Morelos; esto es un movimiento mediático, de impacto en la percepción, pero que no resuelve el problema de fondo.
Insisto: el cambio de estrategia del que habla el jefe de la política interna tiene que ser real, debe incluir varios aspectos y sobre todo tiene que dar resultados.
A un año de distancia el escenario del gobierno de Cuauhtémoc Blanco ha cambiado radicalmente; atrás quedaron los festejos por el triunfo y la algarabía que desató la expulsión de Graco Ramírez y su desalmada familia. Uno a uno los hechos violentos, los errores, las omisiones, los excesos, las ausencias y los escándalos han terminado con la popularidad de un gobernante que prometió cambiar las cosas, que aseguró que sería diferente y al final parece estar repitiendo todos y cada uno de los errores cometidos por su antecesor.
Quiero pensar que las expresiones del gobernador Cuauhtémoc Blanco respecto a la gente y a su gobierno son reales, que en verdad está preocupado por los más desprotegidos y realmente quiere cambiar la realidad. Incluso podría suponer que la intervención de su hermano en asuntos de gobierno son de buena fe, con el ánimo de ayudar a su familiar a que mejoren las cosas. Pero gobernar no es un asunto de buenos deseos, sino de capacidad, de conocimiento, de experiencia y sobre todo, de acuerdos y consensos.
Hoy Morelos vive una etapa crítica, con los tres poderes el estado confrontados y disfuncionales, con un pleito de poder que se observa en todos los ámbitos de la autoridad y un ejercicio de gobierno más parecido a la lucha delincuencial que al trabajo institucional.
Cambiar la estrategia de seguridad no solo es importante, es urgente para el gobierno estatal; el cambio debe notarse de inmediato, tiene que ir de la mano de un replanteamiento total en las políticas públicas y necesita incluir la manera como se comunica el problema de inseguridad a la sociedad. Aún así la tarea es difícil porque para muchos sectores, empezando por el empresarial, el cambio debe empezar por cambiar al encargado de la seguridad.
El tiempo ya no es aliado del gobernador, la demanda social de seguridad es enorme, solo menor al enfado que provocan los múltiples problemas delictivos que vive nuestra entidad.
Aceptar que se necesita cambiar la estrategia es un buen primer paso. Llevar a cabo ese ajuste y modificar la actitud de los gobernantes frente a los problemas del estado son igual de importantes que modificar el plan de seguridad.
Una de dos: o el cambio en seguridad es para mejorar o pronto comenzará a pedirse un cambio de gobierno.
posdata
Cuando la falta de oficio político, de experiencia y de humildad se combinan con las ambiciones, la arrogancia y la torpeza de los diputados, el resultado es la 54 Legislatura de Morelos.
Ha pasado más de un año desde que inició este nuevo parlamento y las cosas empeoran cada día; lo que tenemos enfrente es un congreso desdibujado, disfuncional, que cambia todos los días y con el cual es imposible realizar o mantener algún tipo de acuerdo.
La historia comenzó con las ambiciones y ocurrencias de José Casas y Tania Valentina, en un principio figuras cercanas al gobierno estatal y poseedoras de la confianza del gobernador; José y Tania fueron los primeros en traicionar al futbolista, son quienes iniciaron la revuelta legislativa y quienes despertaron en sus homólogos las ambiciones que hoy los tienen perdidos.
De ahí a la fecha todo ha sido problemas, enfrentamientos y escándalos; Morena fue la primera fuerza electoral del estado luego de la elección, pero su representación poco le sirvió para mantener el control legislativo; luego vinieron más problemas y poco a poco el Movimiento de Regeneración Nacional fue perdiendo diputados, hasta quedarse con 4 integrantes.
El problema del congreso local es grave y es multifactorial, tiene que ver con la capacidad profesional e intelectual de cada uno de sus integrantes, también con sus ambiciones personales, pero sobre todo con los efectos de su torpeza con los otros dos poderes y con el estado.
Nunca antes como ahora (ni en la nefasta y corruptísima legislatura anterior) el parlamento se vio tan mal, tan improductivo y tan alejado de la sociedad. La 54 Legislatura de Morelos es un claro ejemplo de que la democracia puede ser representativa, pero también disfuncional e inoperante.
Por méritos ganados a pulso, ninguno de los 20 integrantes del parlamento actual merecen volver a ser receptores de la confianza ciudadana a través del voto. Ninguno.
nota
Dos días y dos golpes de autoridad contra familiares de presuntos delincuentes en Morelos. Así se dieron a conocer ambas noticias:
1- Gabriel Miranda Rodríguez, secretario general del Ayuntamiento de Amacuzac, Morelos, fue detenido la mañana de este lunes por agentes de la Fiscalía General de la República (FGR). Miranda Rodríguez es hijo de Alfonso Miranda Gallegos, ex diputado local del Partido del Trabajo (PT) y edil electo de este municipio; actualmente se encuentra preso en un penal de Durango acusado de delincuencia organizada, homicidio y secuestro.
Miranda Rodríguez y Miranda Gallegos son primo y tío respectivamente, de Santiago Mazari Hernández, alias ‘El Carrete’, identificado por las autoridades como líder del grupo delictivo Los Rojos, detenido recientemente en el municipio Leonardo Bravo, Guerrero.
2- En un operativo conjunto elementos estatales y federales detuvieron a Alexis Oswaldo "N", hijo y presunto sucesor de Santiago Mazari Hernández “El Carrete”, uno de los líderes del grupo criminal autodenominado Los Rojos.
De acuerdo con el Gobierno de Morelos el operativo se concretó ayer con la colaboración entre autoridades que conforman la Mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de la Paz. Alexis Oswaldo "N" fue puesto a disposición de las autoridades competentes, quienes determinarán su situación legal.
El padre del imputado, Santiago Mazari Hernández fue capturado por fuerzas federales el primero de agosto en el estado de Guerrero y es el líder del grupo delincuencial Los Rojos que opera en Morelos, Guerrero y Quintana Roo.
post it
Aun y cuando tiene la mayoría en las dos cámaras federales, Morena deberá irse con pies de plomo en el debate por la desaparición de poderes en varios estados. Guanajuato y Tamaulipas son entidades con muy serios problemas de violencia, lo mismo que Veracruz y Morelos.
El presidente López Obrador sabe medir bien el pulso de la sociedad y es experto en el terreno político, entiende que aunque tiene el control político y legislativo de la situación, socialmente el tema le puede estallar y generar grandes y muy severos problemas de imagen al gobierno de México.
Es en este punto donde debemos estar atentos los morelenses, porque si la lucha de poder sube de tono y la pugna se prolonga, Morena podría ceder a Morelos con tal de proteger a Veracruz.
Al fin y al cabo Cuauhtémoc Blanco no es de Morena, sino del PES, dicen en los pasillos de poder.
redes sociales
Ahora sí su figura trascendió y superó el chisme local. Al hermano del gobernador lo observan e investigan desde México, lo recuerdan por su paso por la delegación Coyoacán y las diferencias que tuvo con la hoy jefa de gobierno Claudia Sheinbaum.
Cualquier otro estaría preocupado. Él no.
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