El historiador, antropólogo, humanista y lingüista, un férreo defensor de culturas originarias, fallece a los 93 años; mañana, homenaje en Bellas Artes
Los vencidos y las culturas indígenas mexicanas quedaron ayer en la orfandad con el fallecimiento de su férreo defensor: el filósofo, humanista e historiador Miguel León-Portilla, quien tras estar nueve meses internado, primero en el Hospital Español y luego en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, debido a una insuficiencia pulmonar, murió a los 93 años.
La noche de ayer, tanto académicos, como quienes fueron sus alumnos lamentaron su deceso, pues ya no estaría el Maestro entusiasta que siempre estuvo ávido de compartir su conocimiento. Ya no escucharían esa palabra sabia del autor de uno de los libros fundamentales de la historia de México, Visión de los vencidos, donde contó la conquista española, pero desde la perspectiva de los indígenas.
La noticia de la muerte del “caballero águila” la dio su alma mater, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde era investigador emérito.
“La Universidad Nacional Autónoma de México informa del muy lamentable deceso, a los 93 años, del Dr. Miguel León-Portilla, ilustre universitario, humanista, maestro de maestros, investigador emérito y doctor honoris causa de esta casa de estudios”, publicó la institución en su cuenta oficial de Twitter.
En seguida, las redes sociales se inundaron de lamentos por la pérdida del intelectual. Todos coincidían en destacarlo como “férreo defensor” y “promotor” de las culturas originarias.
“Murió Miguel León Portilla, pionero en los estudios de la filosofía, el lenguaje y la cultura náhuatl. Fue también un férreo defensor de las culturas originarias y publicó decenas de libros tan espléndidos como Visión de los vencidos”, lamentó el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
El autor de Erótica náhuatl es considerado uno de los grandes intelectuales de la segunda mitad del siglo XX.
“Es autor de dos libros fundamentales La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes y Visión de los vencidos. Rescató una parte importante de nuestra historia, que teníamos ignorada o mitificada, y no solamente se preocupó por los mexicanos antiguos, como él les llamaba, sino por las comunidades indígenas del mundo de hoy”, destacó Javier Garciadiego, director de la Academia Mexicana de la Historia, en entrevista con La Razón.
Garciadiego, presidente de la institución cuyo primer emérito fue León-Portilla lo recordó como un hombre estusiasta y comprometido.
“Nos deja ejemplo de trabajo de entusiasmo, de compromiso, de alegría. Admiro su capacidad de trabajo, de emocionarse, de descubrir, de innovar, su fuerza de trabajo, era un hombre de una gran intensidad, tenía la fuerza de un joven adulto”, rescató Garciadiego.
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Ejemplo de ello fue que incluso hospitalizado el filósofo dictaba textos a sus familiares. El pasado 3 de junio, su yerno Gerardo Hierro compartió que a pesar de sus graves problemas de salud seguía dando la batalla, como “el más aguerrido de los caballeros águila. Llegó a dictarme algunos textos nuevos. Me decía tengo mucho que escribir. Es así como don Miguel expresa su gran amor por México, por medio de su tinta, que lleva su ser”.
Su amor por México quedó plasmado también en libros como Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares (1961), El reverso de la conquista. Relaciones aztecas, mayas e incas (1964), Tiempo y realidad en el pensamiento maya (1968) y Quince poetas del mundo náhuatl (1993), por ejemplo.
A través de estos “compartió sus ideas, sus costumbres, sus creencias, sus producciones artísticas y su versión de la historia que les tocó vivir, la cual también es nuestra historia, también es nuestra voz. Todo eso y más significa Miguel León-Portilla”, destacó la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto.
“Murió Miguel León Portilla, pionero en los estudios de la filosofía, el lenguaje y la cultura náhuatl. Fue también un férreo defensor de las culturas originarias y publicó decenas de libros tan espléndidos como La visión de los vencidos”.
Andrés Manuel López Obrador
Presidente de México
Por sus aportaciones, se le rindió un homenaje nacional. Esa tarde del 3 de julio, el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, quien fue su alumno, destacó: “en el aula como en el cubículo de investigación, Miguel proyecta su conocimiento y sabiduría tanto en los maestros como en las nuevas generaciones de historiadores y humanistas que de esta manera rebasa lo puramente cotidiano para llegar a visiones alentadoras sobre el devenir de la historia”.
También lo describió como un emprendedor que luchó por las mejores causas y un estudioso que profundizó como nadie en la lengua náhuatl. “Por medio de ella se ha acercado a un mundo que aún está ahí vivo, latente”, expresó Matos Moctezuma.
A penas el pasado 14 de septiembre, el gobierno mexicano, a través de la Secretaría de Educación Pública, reconoció su legado y sus aportaciones al quehacer historiográfico y la cultura de los pueblos originarios del país con la medalla Nezahualcóyotl, la cual recibió su esposa Ascensión Hernández Triviño.
León-Portilla nació el 22 de febrero de 1926 en la Ciudad de México. Cursó sus primeros estudios en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, y en la ciudad de Los Ángeles, California. En esta última ciudad obtuvo el título de Master of Arts, con la mención Summa cum Laude.
En la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM se doctoró en filosofía, bajo la guía del doctor Ángel María Garibay, con la tesis titulada La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes. Esta obra, que apareció revisada en 1959, ha sido traducida al ruso, al inglés, al francés, al alemán y al checo.
Para honrar su memoria, este jueves a partir de las 10:00 horas se le rendirá un homenaje de cuerpo presente en el Palacio de Bellas Artes, confirmó la Secretaría de Cultura.
Discurso que ofreció en su ceremonia de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua
13 de octubre de 1961
Nuestra habla castellana, que ya en la misma península había enriquecido su herencia latina con incontables elementos de origen hebraico, germánico y arábigo, para sólo mencionar los principales, al difundirse por el Nuevo Mundo se mestizó una vez más. Hizo aquí suyas centenares de voces indígenas, para expresar con matices propios el pensamiento y las vivencias de la gente de estas tierras. Así, el castellano de México, rico en giros y vocablos de vieja cepa, abunda en términos de origen náhuatl y, en menor grado, de otros idiomas nativos. Y lo dicho acerca de la lengua, vale igualmente respecto de Ia cultura en la que se refleja también el rostro mestizo del mexicano.
Interesado, con entusiasmo de aprendiz, por conocer nuestra raíz indígena, tuve la fortuna de ser guiado por dos maestros excepcionales. Uno fue el padre de la antropología en México, el hombre sabio y modesto que se llamó don Manuel Gamio. Al recordarlo ahora, rindo homenaje de gratitud a su memoria. El otro de mis maestros ha sido el doctor Ángel Ma. Garibay; mejor, el Padre Garibay, como todos lo llamamos. Hombre abierto a distintos rumbos de la cultura, conocedor de las lenguas y literaturas hebraica, griega, latina y castellana, ha sido el primero en valorar y traducir con sentido humanista el legado literario del mundo prehispánico. Probablemente porque visteis en mí al discípulo de estos dos varones, Gamio y Garibay, que tanto han contribuido al conocimiento de una de nuestras raíces culturales más hondas, generosamente me llamasteis. Permitidme confiar en que, con vuestra ayuda, no habré de hacer vanas las esperanzas ni las enseñanzas recibidas.
Cábeme en suerte ocupar en la Academia un sillón honrado por hombres que hicieron también suyos los estudios acerca de nuestras cosas. Fue el primero en honrarlo don Sebastián Lerdo de Tejada, que supo juntar la política con la oratoria y el cultivo de las letras. Antecesores ilustres fueron también, entre otros, don José Ma. Marroquí, don Erasmo Castellanos Quinto y don Mariano Cuevas. Mi más reciente predecesor fue don Julio Jiménez Rueda, literato, historiador y maestro.