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SERPIENTES Y ESCALERAS

Congreso chu chu chu

Que regresen los corruptos. Que se vayan los pendejos.

Antes que iniciara la 54 legislatura de Morelos, cuando se conocieron los nombres de quienes la conformarían, se supo que la estabilidad parlamentaria y la relación política entre diputados y de estos con los además poderes iba a ser difícil. A pesar de ello con el transcurrir de los meses y a la vista de todo lo que ha ocurrido y ocurre en el Congreso sigue sorprendiendo el bajísimo nivel político de los legisladores y su absoluta falta de compromiso social. El único lenguaje que vale en este parlamento es el lenguaje del dinero.

Poco o nada hay rescatable en una legislatura que se ha convertido en una pesada y carísima carga para el estado y una vergüenza para los morelenses; la ola democrática del 2018 transformó la geografía política de la entidad y desplazó totalmente a quienes históricamente eran la clase gobernante. Después de aquel 01 de julio todo cambió, aunque el cambio en muchos sentidos ha sido para mal.

Los 30 integrantes del parlamento anterior se distinguieron por su voracidad económica, por sus profundas ambiciones y su entreguismo a la causa del ex gobernador Graco Ramírez. Nadie, ni aquel tristemente célebre diputado malhablado que utilizaba la tribuna para lanzar improperios contra todos se salvó del desprestigio en un congreso que se caracterizó por su corrupción, su opacidad y por legislar a espaldas del pueblo.

Después de ese penoso momento y con la llegada de una camada política nueva, conformada mayoritariamente por mujeres, pensamos que la historia sería diferente, que veríamos cosas distintas y que en general la situación iba a ser mejor. Inocentemente supusimos que se cumpliría la palabra de las y los diputados, que habría castigo a los corruptos y justicia para los ciudadanos. Pero no fue así.

Lamentablemente la democracia no es garantía de capacidad o eficiencia, ni mucho menos de honestidad; tristemente la corrupción no es exclusiva de un género y está presente en todos los partidos políticos. En Morelos conocemos la democracia y ejercemos nuestros derechos desde hace muchos años, los morelenses sabemos votar diferenciado y no nos espanta la mezcla de diferentes fuerzas políticas en un mismo espacio, pero penosamente no hemos aprendido a razonar nuestro voto, nos seguimos dejando llevar por la emoción o el enojo del momento y por ello cada tres y seis años pagamos las consecuencias. El congreso es un claro ejemplo de ello.

Desmenucemos al parlamento morelense para entender de qué estamos hablando:

En la 54 Legislatura hay 20 integrantes, 14 de ellos mujeres y 6 hombres; inicialmente la fuerza mayoritaria era Morena, que junto con el PES y el PT debieron controlar la cámara, pues su única oposición eran las diputadas Rosalina Rodríguez Tinoco del PRD (esposa de Matías Quiroz) y Naida Josefina Díaz Roca del PSD (esposa de Julio Yáñez), ambas neófitas en política y sin respaldo real de partido. La coalición Juntos Haremos Historia en Morelos y el gobernador Cuauhtémoc Blanco cabalgaban en Caballo de Hacienda.

Los problemas comenzaron cuando se pactó con tres diputados (Tania Valentina, José Casas y Alfonso Sotelo) y desplazaron a Morena de las posiciones clave del congreso. Ahí la situación se complicó porque desde México hubo reacciones adversas ante lo que se consideró una traición y una afrenta; con ese movimiento, la frágil relación que existía entre el gobernador Cuauhtémoc Blanco y el Movimiento de Regeneración Nacional se rompió.

La jugada salió mal por todos lados porque los operadores políticos del gobierno no tomaron en cuenta las características de sus aliados, ni anticiparon lo que derivaría de ese pacto. Explico: todos los que han tratado a Valentina Rodríguez saben cómo es, conocen su historia, sus relaciones y su gusto por el dinero; antes de que las cosas se le descompusieran al gobernador, cualquiera les pudo haber dicho que ese acuerdo parlamentario iba a salir mal y que las consecuencias serían muy costosas para todos, como ahora lo estamos viendo.

Lo mismo se puede decir en el caso de José Casas, un politiquillo de bajo nivel que siempre sale mal de las posiciones que ocupa y recurrentemente se pelea con quienes hace acuerdos. Igual que con Tania Valentina, apostar por el pequeño José Casas representó el primer y más grave error del ejecutivo en el congreso local.

El caso de Alfonso Sotelo es diferente, pues aunque este diputado también es afecto al dinero (pregunten cómo dejó Jojutla), su condición personal lo ha obligado a mantenerse del lado de Cuauhtémoc Blanco; a pesar de ello su aportación política, intelectual y jurídica a la causa del mandatario ha sido nula, porque el ex alcalde es un personaje muy limitado en todos los aspectos, carece de liderazgo social y no tiene ninguna capacidad de operación o interlocución con sus homólogos. En castellano: su alianza con el ejecutivo es sólida de palabra, pero inservible en los hechos.

Después de estos tres personajes viene el resto de la legislatura, ahí destacan las figuras de los dos políticos con experiencia legislativa: Javier García de Morena y Rosalina Mazari del PRI. Ambos pudieron (o debieron) ser un factor determinante para que el parlamento no se descarrilara y las cosas no se les fueran de control, porque los dos conocen los pasillos del congreso y se suponía eran los más avezados en materia política. Pero no ha sido así.

En un año Rosalina Mazari dilapidó el prestigio que construyó a lo largo de muchos años, mostró que su fama fue más circunstancial que producto de su inteligencia y frente a los hechos ha demostrado que su honestidad también era irreal. A Javier García lo persigue el fantasma de Graco Ramírez, no se ha podido deslindar de su mentor y los conflictos lo han evidenciado como un sujeto corto de ideas y de habilidad para salir de las crisis. Del resto de la legislatura no hay mucho qué decir, son figuras inexpertas que se han dejado llevar por lo el momento y por las coyunturas.

De lo que no hay duda es que la actual legislatura se ha convertido en una pesada carga para todos: al gobernador no le han servido de nada sus aliados, porque en lugar de ayudarlo lo han metido en problemas y lo han expuesto de peor forma que en cualquier momento del sexenio pasado. Morena tampoco debe sentirse cómodo con sus representantes populares, quienes en lugar de abanderar la causa obradorista y ceñirse a los lineamientos del Presidente de México se han mimetizado con los pillos y se convirtieron en todo lo que criticaron como oposición.

Dialogar o negociar con este congreso no es sencillo desde ningún ángulo, porque no hay un solo diputado que tenga el liderazgo suficiente para llamar a la prudencia o encauzar las cosas; peor: a cada momento los escenarios cambian y se reacomodan los grupos, quedando siempre en evidencia la división interna, las ambiciones personales, la ineficacia institucional y la falta de palabra de los legisladores.

Parece una maldición, pero cada legislatura que nace es peor que la anterior y cada diputado que protesta el cargo llega con más ambiciones que su antecesor. El caso de la 54 Legislatura de Morelos es trágico, porque la corrupción y la torpeza son evidentes y ni siquiera son capaces de ponerse de acuerdo entre ellos.

posdata

Cuando formó parte del cabildo de Cuernavaca en el gobierno de Jorge Morales Barud, Tania Valentina Rodríguez pasó de noche, es decir, nunca brilló por sus ideas, nunca condujo la política municipal o representó una oposición firme al alcalde. Es mas: en tres años de regidora la petista fue la que más veces faltó a las sesiones de cabildo.

Quienes la conocen y han visto su desarrollo tienen claro que Tania Valentina nunca había formado parte de la primera división política del estado, es decir, nunca fue un personaje importante, con roles de primer nivel o actor de peso en las decisiones. Siempre fue un personaje de relleno, la cuota democrática que había que pagar y soportar.

La Tania Valentina de hoy no es distinta a la de ayer, pero paradójicamente ahora la petista es quien lleva la voz cantante en el congreso, es la que ha puesto de cabeza a la legislatura y ha causado muchos y recurrentes dolores de cabeza al gobernador.

Pareciera a simple vista que se trata de una Tania Valentina remasterizada, dotada de una inteligencia superior que no le conocíamos y una habilidad política recién adquirida, pero no es así.

La realidad es que Tania Valentina sigue siendo la misma política mediocre de siempre, con sus mismas características, con las virtudes y defectos de toda la vida, con la única y gran diferencia que frente a ella ahora hay una clase política inferior, más limitada, muy rascuache para hablar claro.

Por eso la petista brilla y hace lo que quiere, porque todos los demás son de menor intelecto que ella y no representan competencia; vamos, ni en el ejecutivo hay alguien que le haga sombra, que entienda sus movimientos y anticipe sus jugadas.

Lo que hace Valentina Rodríguez con sus homólogos y con el ejecutivo refleja el momento político que estamos viviendo en México y expone de cuerpo completo la nueva forma de ejercer el poder en el estado. Tania Valentina no es la mejor política de Morelos, ni tampoco es diferente a lo que siempre ha sido, lo que pasa es que ahora no tiene a nadie enfrente y por eso hace lo que se le antoja.

El pleito político en Morelos es un duelo sotanero. Es penoso, pero es la realidad.

nota

El tema ya cobró relevancia nacional: ¿Dónde quedó el dinero de los conciertos?

La historia es de terror para quienes formaron parte de ella, porque las consecuencias del manejo de los recursos puede llevar a más de uno a la cárcel.

Hablamos de más de 100 millones de pesos que se habrían desviado del erario morelense, recursos destinados al pago de artistas que se canalizó a través de una empresa intermediaria (Magnos Comercialización) cuya socia es Nina Serratos, amiga personal de Elena Cepeda y en ese momento titular del Fondo Estatal para el Desarrollo de Eventos Vinculados a la Cultura y Turismo; Nina Serratos era juez y parte, era funcionaria del gobierno de Graco Ramírez y copropietaria de la empresa que contrataba a los artistas.

El tema es interesante no solo porque se trata de enormes cantidades de dinero (el gobierno de Morelos pagó al cantante inglés Sting más de 2 millones de dólares por su presentación en la Arena Teques cuando en Viña del Mar cobró 900 mil); en esta trama se especula que Nina Serratos era prestanombres de la primera dama estatal y de su hijo José Domingo Ramírez, este último miembro del equipo de transición del gobernador Jaime Bonilla en Baja California.

Derivado de este tema hay varios ex funcionarios espantados, escondidos y buscando de manera desesperada amparos para evitar cualquier acción judicial en su contra. Si el tema avanza y la presión nacional sigue como hasta ahora, no falta mucho para que un juez libere órdenes de aprehensión y veamos a los poderosos del pasado presentarse ante la ley.

Entonces vendrá la pregunta clave ¿Asumirán los acusados toda la responsabilidad de lo que hicieron o involucrarán a quienes, sin firmar, estuvieron al frente de este tipo de negocios y se llevaron la mayor parte del dinero?

Por lo pronto hay varios políticos que ya no duermen tranquilos.

post it

Siguen las ejecuciones a plena luz del día.

¿A los cuantos muertos se debe pedir un cambio en el titular de seguridad?

redes sociales

Ya se destapó el escándalo de corrupción de los conciertos.

Sigue el de los recursos para la reconstrucción.

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