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BITÁCORA DEL DIRECTOR

Ovidio o el olvido del PIB

Pese a la distracción informativa que significó la presentación del informe sobre el Culiacanazo en Palacio Nacional, es muy difícil sustraerse del hecho noticioso más importante: la caída de 0.4% de la economía en el tercer trimestre del año y la posibilidad muy real de que el PIB termine el año en territorio negativo.

A diferencia de otros momentos de la historia reciente, en que la economía mexicana ha subido o bajado de acuerdo con el desempeño de la de Estados Unidos –la famosa teoría de “catarrito”–, esta vez los datos de la Estimación Oportuna del Producto Interno Bruto al Tercer Trimestre de 2019, que dio a conocer el Inegi ayer –un avance de los datos definitivos del desempeño del PIB que saldrán el mes entrante–, no guardan relación con lo que ha sucedido al norte de la frontera, donde la economía se expandió 1.9% en el mismo lapso.

Está claro que México es víctima no sólo de la incertidumbre que ha provocado la guerra comercial entre EU y China y la desaceleración mundial, sino también de factores internos, como opinó esta semana la Cepal, un organismo que el gobierno federal no tendría base para considerar bajo sospecha de perjudicarlo mediante su análisis.

Lejos se ven los tiempos cuando el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador prometía tasas de crecimiento promedio de 4% e incluso aquéllos en los que apostaba públicamente que la economía se expandiría cuando menos 2%, el “mediocre” nivel de los tiempos del neoliberalismo.

Hoy el gobierno federal tendría que revisar lo que está haciendo en materia de política económica. Abandonar la soberbia de creer que tiene todas las soluciones y los únicos datos válidos y atreverse a proponer cambios que pudiesen ser consensuados con los factores de la producción, a los que, definitivamente, no les está gustando el entorno como para atreverse a invertir de manera arriesgada.

Pero hay razones para pensar que el gobierno continuará por la senda de no admitir errores ni críticas. No sólo por lo que nos dice la joven historia del sexenio, sino porque se eligió destinar la conferencia mañanera de ayer en Palacio Nacional para hablar sobre Culiacán y no sobre los datos adelantados del PIB que, ya se sabía, revelaría el Inegi.

No me queda claro por qué justamente ayer había que informar sobre hechos que, por muy graves que sean, ocurrieron 13 días antes. Parecería que se quiso evitar un tema que, ya se sabía –como lo habían anticipado muchos, entre ellos Jonathan Heath, subgobernador del Banco de México– no agregaría nada al optimismo.

Pero si por un milagro se quiere cambiar de rumbo, no es necesario ir muy lejos para encontrar ideas. Apenas un día antes de que se conociera el PIB adelantado del tercer trimestre, el propio Inegi hizo pública otra medición, el Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal, que mostró que, durante el segundo trimestre del año, hubo estados que crecieron muy por encima de la media nacional. Chihuahua (4.2%), Durango (3.1%), Aguascalientes (2.9%) y Nuevo León (2.3%), entre otros, podrían compartir con la Federación sus experiencias sobre crecer en un entorno que se ha complicado. Más con las decisiones de Trump y López Obrador.

BUSCAPIÉS

Quizá porque el tiempo de la mañanera de ayer no alcanzó para una ronda de preguntas y respuestas, quedaron dudas sobre el operativo fallido de hace dos semanas en Culiacán. Se conocieron los pormenores de los hechos, pero no del proceso de toma de decisión que llevó a ir por Ovidio Guzmán a las tres de la tarde en pleno centro de Culiacán. No quedó clara la cadena de mando. Ninguno de los que hablaron tomó responsabilidad de las órdenes emitidas ni dijo con precisión qué se informó al Presidente y cuándo. Las preguntas que no se pudieron hacer ayer, habrá que hacerlas hoy.

Ámbito: 
Nacional