Aunque no lo crea, les va bien a muchos
Que la economía esté en cero crecimiento del PIB no significa que todo mundo esté estancado.
Hay algunos que ya quisieran estar en cero, pues llevan mucho tiempo con caídas, mientras que hay otros a los que –sin estar en jauja– por lo menos tienen números negros.
Un caso que no puede pasarse por alto es el de los salarios reales.
De acuerdo con los datos del IMSS, el salario promedio de cotización a septiembre fue de 374.46 pesos diarios, que es equivalente a 11 mil 233.80 pesos al mes.
Esto significa que es 6.4 por ciento superior al hace 12 meses.
Hoy, el INEGI habrá revelado la inflación de octubre, que seguramente habrá quedado cerca del 3 por ciento.
Esto significa que hay un incremento de los salarios reales de alrededor de 3.5 por ciento.
Si consideramos que el número de trabajadores empleados creció a una tasa anual de 1.85 por ciento, entonces resulta que la masa de los salarios totales del sector formal de la economía creció a un 5.4 por ciento anual real hasta el mes de septiembre.
De la misma manera que una economía que crece no necesariamente trae consigo un alza de la masa salarial, también es compatible en el corto plazo una economía estancada con salarios que crecen.
Obviamente, en el mediano plazo es muy difícil que puedan crecer los salarios si no lo hace también la economía.
Otro sector que no se puede perder de vista es el de los hogares receptores de remesas.
Hasta el mes de septiembre hubo un crecimiento en dólares de 9.2 por ciento, que sería ligeramente mayor al 11 por ciento si se pusiera en pesos y que resultaría en un alza real de 7.8 por ciento.
Se estima que al menos hay 1.6 millones de hogares receptores de remesas. Para ese segmento, el crecimiento de los ingresos ha sido muy significativo.
Por un lado, hay alrededor de 20 millones de trabajadores con mayores ingresos y por otro hay 1.6 millones de hogares (que representan cerca de 8 millones de personas) que han mejorado su ingreso por el alza en las remesas.
Este comportamiento explica que, por ejemplo, haya un incremento en las ventas de las tiendas de autoservicio –de acuerdo con el INEGI– de 4.5 por ciento en agosto, que es el último dato disponible.
En contraste, las ventas de autos cayeron en casi 9 por ciento en octubre.
Es claro que hay una baja en las ventas cuando se trata de bienes de consumo duradero, de alto valor y usualmente adquiridos a crédito.
No pasa lo mismo con las compras de bienes de consumo no duradero, que forman parte de la canasta de consumo regular.
Una situación de estancamiento global, como aquí le hemos comentado, para una economía como la de México implica fuertes contrastes, los que se aprecian también a escala regional.
Hay diez entidades en el país en las que hubo aún crecimiento en el segundo trimestre del año. Tres registraron estancamiento y 19 tuvieron números rojos.
También pasa lo mismo con los sectores. Si ve usted el desempeño de las ventas en línea, encontrará resultados muy favorables, pero si ve la construcción, observa una condición desastrosa.
A veces simplificamos la realidad y le damos una perspectiva capitalina, es decir, la vemos con la óptica de la Ciudad de México, cuando la realidad del país es multifacética más allá del estancamiento global.