-“Se están matando entre ellos”
La discusión se ha prolongado desde hace varias semanas, luego de que el delegado federal Hugo Erick Flores tuvo a bien afirmar públicamente que Morelos es un estado violento, pero no inseguro. Aquí ni te matan ni te roban, dijo el expresidente nacional del extinto PES a través de su cuenta personal de Twitter, al tiempo de reiterar que lo que estamos viendo es una lucha entre grupos delictivos y que el único delito que ha aumentado en el estado es el homicidio. “En lo demás vamos bien, aunque no quieran reconocerlo”.
Sus razones tendrá el desaliñado funcionario para sostener esa hipótesis en medio de la más severa crisis de inseguridad y violencia que ha vivido Morelos en toda su historia contemporánea; sus razones son, me imagino, que dentro de sus encomiendas como representante del gobierno federal en la tierra de Zapata está coadyuvar a la estabilidad y la gobernabilidad y ello pasa sin duda alguna por el terreno de la paz social. Ninguna de estos encargos, dijo hace unos días el alcalde morenista Antonio Villalobos, está cumpliendo el delegado Hugo Erick Flores.
Pero más allá de entrar nuevamente a una discusión sobre el contexto y fondo de esas palabras, lo que vale la pena reflexionar luego de un fin de semana violento más es lo que está pasando en el estado y lo que se ha convertido en algo cotidiano para los morelenses. El que recién concluyó fue nuevamente un periodo sangriento en el que aparecieron cuerpos calcinados y desmembrados con narcomensajes, hubo balaceras, levantones y una ejecución dentro de un gimnasio en una plaza comercial en Cuernavaca; esto último, por cierto, nunca lo habíamos visto.
Si correspondiera al delegado federal hablar de estos incidentes seguramente su discurso se mantendría en la zona de confort que habla de ajustes de cuentas entre grupos delictivos, de la pelea entre cárteles por la plaza y la repetitiva frase de que “se están matando entre ellos”
Y quizá no le faltaría razón, porque a la vista de los hechos y los antecedentes de las víctimas es cierto que en la mayoría de los casos estamos frente a acciones directas contra personas en específico que, también es cierto, guardaban algún tipo de relación con grupos delictivos o tenían antecedentes criminales. Como casi siempre ocurre en estos casos no se trató de la agresión aleatoria contra ciudadanos, sino del atentado directo contra algunas personas en lo específico.
Pero a pesar de que estos elementos son la base y sustento del discurso oficial sobre inseguridad y violencia, lo que no se puede dejar de lado es el efecto anímico, social y económico de este tipo de situaciones. Las consecuencias de la violencia, aunque se trate del pleito entre gente mala, afectan directa y profundamente el ambiente social del estado y todo lo que eso trae implícito. Explico:
La ejecución de una persona dentro del gimnasio Smart Fit de la Plaza D10 abre un nuevo capítulo en la historia de sangre que se escribe en Morelos en el último año; este hecho no solo es inédito, también marcará un antes y un después en la vida de los usuarios de dicho establecimiento y en el desarrollo de ese centro comercial.
Efectivamente se trató del ataque directo contra una persona que, dicen, formaba parte de un grupo delictivo; pero eso no disminuye el impacto psicológico que el incidente provocó a los usuarios, a quienes estaban en esa plaza al momento de que ocurrieron los hechos y en todos aquellos que se enteraron de lo sucedido a través de las redes sociales.
¿Con qué tranquilidad acudirán este día los clientes de ese gimnasio a hacer sus ejercicios cotidianos? ¿Qué sentirán los socios de esa cadena deportiva luego de observar la facilidad con la que se puede asesinar a alguien en un espacio que se supone es seguro? ¿Qué impacto económico tendrá en la firma Smart Fit haberse convertido en escenario de una ejecución? ¿Hasta qué punto puede afectar a esa plaza comercial un acto de violencia de este tipo?
Aunque se tratara, como lo repite incansablemente el gobierno, del ajuste de cuentas entre miembros del crimen organizado y (según ellos) eso “no afecta a ciudadanos normales”, esta situación sí tiene un impacto social y económico muy fuerte. La del sábado en el mall D10 es la segunda ejecución ocurrida en un centro comercial de Cuernavaca en menos de tres meses; la primera fue hace algunas semanas en la Plaza Bugambilia (anexo a Plaza Cuernavaca) e igual que en esa ocasión los agresores tuvieron el tiempo suficiente para entrar, actuar y huir sin que nada ni nadie se los impidiera.
¿Qué debemos esperar los morelenses después de lo ocurrido este sábado en el Smart Fit? ¿En donde podemos sentirnos tranquilos, ahora que hemos observado ahora que ni una plaza comercial, ni un gimnasio son espacios seguros? ¿Podemos en verdad creer que a pesar de todas estas cosas, en materia de seguridad vamos por el camino correcto? ¿Es válido decir que la situación marcha bien porque son los malos los que se están matando entre ellos?
El problema de inseguridad y violencia es muy complejo como para reducirse a una ocurrente frase de discurso; el escenario es tan delicado que no se puede hablar únicamente de la lucha entre criminales. Lo que vivimos hoy en Morelos es lo mismo que se vive en casi todo el territorio nacional, los índices criminales se han disparado y ello afecta de manera integral a toda la sociedad, incluyendo el desarrollo económico, la percepción pública y los hábitos ciudadanos.
Decir que los muertos son gente mala y que “se están matando entre ellos” ha dejado de ser un argumento válido para justificar lo que sucede actualmente en nuestra entidad, porque los asesinatos ocurren a toda, en todos lados y fácilmente pueden pegar a un inocente. Puede ser que la mayoría de los ejecutados tengan algún tipo de nexo o antecedente criminal, pero la manera como están ocurriendo las cosas y los lugares que están siendo escenario de estos ajustes de cuentas sí afectan a la población en general e influyen en el desarrollo económico y social de la entidad.
Cada ejecución, cada narcomanta, cada extorsión, cada secuestro o levantón, cada balacera, cada persona calcinada o mutilada y cada acción de violencia como las que vimos el pasado fin de semana en Morelos son hechos que nos confirman que las cosas no están bien, que la estrategia de seguridad no está funcionando y que, a pesar de todas las palabras y millones de pesos invertidos en seguridad, el ambiente dista mucho de haber mejorado en todos los aspectos.
Los constantes hechos de violencia y la impunidad como se mueven los grupos delictivos en la entidad nos han convertido en prisioneros de nuestro miedo; las autoridades nos dicen que vamos bien, pero los ciudadanos sentimos que estamos mal.
¿Qué hacemos? ¿A quién pedimos ayuda?
posdata
Para tomar dimensión de lo que estamos viviendo en el Estado de Morelos, recordemos algunas de las muchas cosas que han sucedido en los meses recientes:
El sábado 13 de abril cuatro personas murieron y once resultaron lesionadas como resultado de un ataque armado registrado en un restaurante familiar ubicado en el poblado de El Hospital en Cuautla; al establecimiento con razón social "Los Estanques" llegaron sujetos armados ingresaron y abrieron fuego contra comensales y empleados; en el lugar las autoridades encontraron a cuatro personas sin vida, dos adultos y dos menores y 11 más heridas que fueron trasladadas a diversos hospitales de Cuautla y posteriormente canalizadas a Cuernavaca y Emiliano Zapata.
El miércoles 08 de mayo a las once de la mañana dos líderes sindicales fueron ejecutados a plena luz del día en el zócalo de Cuernavaca, a unos metros del Palacio de Gobierno, frente a las cámaras de televisión, cuando reporteros que entrevistaban a un funcionario estatal. El agresor disparó una docena de veces e hirió a un camarógrafo; al intentar huir fue capturado por elementos de la Policía Morelos, no sin antes causar pánico en el primer cuadro de la ciudad.
El 10 de septiembre dos comerciantes fueron asesinados en el área de comida de la Plaza Comercial Lido, en pleno centro de Cuernavaca; los vendedores se encontraban en sus tareas, dentro de sus locales, cuando al menos tres hombres fuertemente armados, al parecer de origen colombiano, llegaron para dispararles. Testigos señalan que el siniestro ocurrió a las 18:00 horas y que los hechos presuntamente tienen origen en el cobro de piso, al que los comerciantes de la zona se han negado sistemáticamente.
El 27 de septiembre un hombre fue asesinado a balazos en la Plaza Bugambilia, ubicada en Cuernavaca. Según los primeros reportes el hecho sucedió cerca de las 10:00 horas cuando la víctima se disponía a pagar el estacionamiento; fue abordado por dos hombres armados que abrieron fuego contra él. El ataque fue captado por cámaras de vigilancia del lugar y se observa a la víctima, un hombre que vestía una playera negra tipo polo y pantalón mezclilla, cuando es abordado por dos personas que le dispararon para luego darse a la fuga a bordo de un automóvil Sentra color blanco con placas de circulación H06 ACC.
El 31 de octubre un motín en el penal de Atlacholoaya dejó como saldo seis internos muertos y dos heridos; un día antes, el martes, también hubo una riña en la que medios locales informaron que habían fallecido dos personas; aunque la CES desmintió que hubiera un motín e informó que mantenía el control en el penal de Atlacholoaya, unas horas después se confirmó que se trató de una riña por el robo de unos tenis, la cual dejó tres reos lesionados, uno de los cuales falleció por heridas de arma blanca. Las imágenes de video del motín en el penal de Atlacholoaya fueron transmitidas en directo por los propios reclusos y en ellas se aprecia a reos sometiendo a guardias y a otros presos derribando cercas de seguridad. En uno de los videos se muestra cómo dos internos son torturados y revelan que los responsables de las balaceras y los asesinatos trabajan en el centro de Cuernavaca.
Este sabado pasado (09 de noviembre) una persona fue ejecutada dentro del gimnasio Smart Fit de la plaza D10 al norte de Cuernavaca; sujetos desconocidos ingresaron al establecimiento que se encuentra en el segundo piso del centro comercial y dispararon en varias ocasiones contra un sujeto; luego salieron corriendo del lugar, bajaron dos pisos y huyeron sin que nadie los detuviera. Este fin de semana también se reportó el hallazgo de cuerpos calcinados en un municipio del sur del estado.
Estas son solo algunas de las cosas que han ocurrido, no todas. Lamentablemente como se percibe la situación, es probable que aún tengamos que ver muchas más.
nota
Es imposible anticipar la ejecución de una persona, simplemente no hay manera de que la autoridad anticipe estas cosas, ni estrategia de seguridad que lo impida. Una ejecución es un hecho concreto, planeado y realizado más allá de cualquier lógica.
Pero en las últimas ejecuciones que hemos visto en el estado hay un elemento que nos debe llamar la atención: asesinan a plena luz del día, en lugares públicos, en zonas comerciales y sin importarles que haya cámaras grabando.
¿Es casualidad? Yo creo que no.
Los grupos delictivos no solo están ajustando cuentas con sus rivales, también le están dando una muestra de su fuerza a la autoridad y se burlan de la policía.
Lo hacen de esa forma, frente a todos y sin importarles nada por una simple, pero muy poderosa razón: porque pueden.
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Hay intereses políticos detrás de la falta de agua en Cuernavaca, dice el presidente municipal Antonio Villalobos.
¿Por qué no nos explica cuáles?
redes sociales
Todo corre en las redes sociales. Para bien o para mal.
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