La tormenta perfecta
Uno a uno, los conflictos generados en torno al gobierno de Cuauhtémoc Blanco han creado un ambiente de crispación social y crisis política que pronto tendrá consecuencias muy severas para todos los involucrados en este régimen. La violencia e inseguridad no dan tregua ni al país ni al estado y la falta de operación política y diálogo local con los diferentes sectores de la sociedad morelense matan la concordia que requiere un gobierno para su buena marcha. Como si eso no fuera suficiente, algunas dependencias del Gobierno de México investigan a dos personajes muy cercanos al gobernador.
Lo que estamos viendo en Morelos se asemeja a lo que algunos meteorólogos denominarían una Tormenta Perfecta. Los elementos sociales y políticos que se han conjungado en tiempo y circunstancia en esta administración pueden considerarse así, porque advierten un clima ideal para el conflicto y anticipan momentos mucho más difíciles que los que ya hemos vivido.
Entendamos que el panorama morelense es inédito desde muchos ángulos; en materia de inseguridad nunca antes habíamos enfrentado un repunte tan marcado de la violencia, ni tampoco visto la presencia tantos cárteles del narcotráfico peleando al mismo tiempo por el territorio. Esta lucha sin cuartel entre miembros de la delincuencia organizada, además, ha derivado en hechos de violencia que nunca antes se habían presentado en la entidad y situaciones que no sólo han puesto en riesgo a ciudadanos inocentes, también ha generado psicosis colectiva y molestia generalizada.
Y no es para menos: el actuar de la delincuencia es impune en todos sus niveles, tanto entre los cárteles que se mueven en grupo y muestran la fuerza de sus armas, como de los delincuentes solitarios que asaltan a pasajeros en el transporte público o estudiantes en la calle. El nivel de impunidad con que actúan los criminales es absoluto y nunca antes visto: ni en el terrorífico sexenio de Jorge Carrillo Olea, ni en la dantesca administración de Graco Ramírez. Simplemente nunca habíamos sufrido algo así.
Pero de la misma manera que hay una crisis de inseguridad y violencia, también es latente una severa crisis económica. El año que transcurre ha sido muy difícil para todos los sectores económicos, la falta de liquidez y la recesión pega por igual y provoca un constante cierre de negocios, con la adyacente pérdida de empleos. En este sentido sobresale la inutilidad de la secretaría de economía, que se ha convertido en un elefante blanco que no ayuda ni propone nada al sector productivo, ni hace nada para reanimar la mermadísima economía local.
Hoy el 20 por ciento de los negocios formales han bajado sus cortinas, dicen por separado la Canacintra y la Canirac, y esa cifra parece conservadora si se observa que poco a poco los comercios y empresas tradicionales cierran sus puertas por dos razones concretas: la inseguridad (en forma de extorsiones y cobro de piso) y las bajas ventas. ¿Qué ha hecho ante ello el gobierno estatal a través de la Sedeco? Cierto: nada.
La tercera crisis que se vive en Morelos es política y es, dicho sea de paso, la que provocará que los otros dos temas exploten y causen una crisis estatal con movilizaciones y actos de repudio contra el gobierno. El ejecutivo estatal no hace política, la oficina encargada de esa área se ha quedado muy por debajo de las necesidades gubernamentales porque ni el titular del área, ni su jefe de asesores, ni su equipo cercano conocen al estado y a su gente. Pablo Ojeda es un funcionario valioso, capaz, pero sin la empatía ni la identidad que requiere una posición tan importante como la suya.
Para la administración de Cuauhtémoc Blanco la política nunca ha sido una prioridad, la comunicación con los diferentes grupos y sectores de la sociedad, el conocimiento directo de los problemas y la relación personal con figuras que influyen permanentemente en el desarrollo del estado no es importante en la agenda estatal.
Frente a un panorama social y económico tan complicado como el que estamos viviendo, hacer política debería ser prioritario para el gobernador y para su equipo. El diálogo, la conciliación, la búsqueda permanente de acuerdos y la comunicación constante y directa con todos los actores sociales y políticos de la entidad permitirían al gobierno estatal tener un mejor pulso de las cosas, anticipar problemas y encontrar mejores opciones para solucionarlos.
Aislarse de todo y de todos, como sucede actualmente, vuelve al gobierno un ente distante de los ciudadanos y un motivo más de enojo colectivo ante los muchos problemas que enfrentamos como sociedad. La impericia política y la falta de buenos operadores han generado lo que vemos: división en el congreso, pleitos en el ejecutivo y demandas en el tribunal. Nunca habíamos presenciado una crisis simultánea en los tres poderes del estado y nunca me había tocado conocer a una clase gobernante que desprecia la política.
En Morelos enfrentamos hoy una oleada de problemas que cuando se conjuguen provocarán conflictos mayores y momentos de caos. El punto de quiebre de la administración federal y local es la inseguridad y los altos niveles de violencia, el aspecto que agudiza la molestia es la falta de dinero circulante, producto de la evidente recesión económica, pero lo que hará que todo explote será la ausencia de política.
Estas crisis múltiples ya hicieron voltear la vista de la federación a Morelos y dieron pie a un elemento nuevo, sumamente riesgoso para los actores de poder locales; desde hace unas semanas, cuentan los que saben, comenzó formalmente la investigación a dos personajes muy cercanos a Cuauhtémoc Blanco.
Cuando los gobernantes (de los tres poderes del estado) hicieron de lado la política, los otros problemas se agudizaron y las autoridades se quedaron sin herramientas para destrabar las cosas y comunicarse mejor con la sociedad.
Es imposible gobernar sin hacer política.
posdata
Lo ocurrido el fin de semana en la plaza Pordal D10 cuando una persona fue ejecutada dentro de un gimnasio debería hacer reaccionar de inmediato a las autoridades estatales y municipales. El hecho no fue grave solo porque alguien perdió la vida a manos de la delincuencia organizada, sino porque se trató de una ejecución pública dentro de un lugar que se suponía seguro para todos. Explico:
Ante la oleada de violencia que se ha desatado a lo largo y ancho de la entidad, las plazas comerciales se convirtieron en un refugio de negocios y personas; por sus características este tipo de lugares representan un filtro contra la delincuencia, un espacio seguro que permite a los usuarios mantenerse más o menos tranquilos, porque los filtros del lugar disminuyen, al menos en teoría, los riesgos que hay en un local a pie de calle.
Esta lógica no es nueva ni única de Cuernavaca, así ocurre en muchos lugares del país que igual que Morelos se encuentran agobiados por la inseguridad. Las plazas comerciales dan más certeza a los comercios y más seguridad a los ciudadanos, por ello su crecimiento por todos lados.
El problema es cuando en estos centros comerciales comienzan a ocurrir cosas que, se supone, no deberían pasar; cuando las plazas son escenario de hechos violentos e incidentes sangrientos las alarmas de alerta se activan en todos lados y ello debería hacer reaccionar de inmediato a las autoridades.
En los últimos tres meses dos importantes centros comerciales de Cuernavaca han sido escenario de ejecuciones; primero ocurrió en la Plaza Bugambilia y ahora en la plaza Portal D10. Antes en Averanda y Forum se registraron asaltos y muchas otras veces otros centros comerciales más pequeños han sido el marco de hechos de violencia.
El gobierno estatal, particularmente las secretarías de Economía y Turismo, deberían reaccionar ante estos sucesor y actuar en consecuencia; hasta ahora, luego de varios y muy graves hechos delictivos, ninguna de las dos secretarias ha hecho algo al respecto y sus titulares ni siquiera se han pronunciado al respecto, ni han buscado algún tipo de diálogo con los representantes y locatarios de esos lugares; para ellas se trata de hechos sin importancia que no han ameritado, siquiera, hacer una declaración.
El tema es delicado y puede complicarse aún más; los únicos que parecen no darse cuenta de la gravedad del problema son quienes desde el gobierno tienen la responsabilidad y obligación de promover el desarrollo económico y fomentar el turismo.
nota
De manera repentina hubo cambios en la estructura del Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de Cuernavaca; de un jalón renunció Fernando Blumenkron y otros cinco directores más, incluyendo al poderoso hombre que manejaba todo en esa oficina y se consideraba el hombre fuerte del alcalde Villalobos.
Desde dentro se trata de minimizar las cosas, dicen que fue algo normal y dialogado, que no hubo rompimiento ni nada ríspido, simplemente se trató, cuentan, del cierre de un ciclo que da pie a una nueva y feliz etapa profesional para cada una de las partes. ¡Ajá!
Del lado opuesto basta ver la declaración hecha por Fernando Blumenkron para entender que no son así las cosas; el abogado acusó falta de apoyo del presidente municipal y puso los puntos sobre las íes en varios temas. Desde esa óptica la dimisión luce diferente, no se ve una separación tersa, ni mucho menos un cierre pactado por ambas partes.
Algunas voces refieren que en esta historia hay un personaje que influye mucho en el municipio, que desde hace tiempo está tomando decisiones de todo tipo y tiene que ver con los cambios en el Sapac: Miguel Lucia Espejo. Afirman que el ex dirigente de Morena es el nuevo mandamás municipal, el poder tras el trono, la figura que avala las decisiones y palomea los contratos. Dicen.
Pero independientemente de apreciaciones y dichos, lo real es que los movimientos en el Sapac tendrán consecuencias; en principio porque se trata de un sistema administrador de agua quebrado, endeudado y muy cuestionado por su funcionamiento; después por las “otras” historias que se cuentan, por los narcomensajes con cuerpos mutilados que han aparecido a lo largo de varios meses y los reiterados señalamientos hechos hacia varios miembros de los gobiernos estatal y municipal.
No tengo claro que pasará en el gobierno de Antonio Villalobos después de estos cambios, de lo único que estoy seguro es que algo va a pasar.
post it
A lo largo de once meses la discusión parlamentaria en Morelos ha versado en torno a las diferencias políticas, las descalificaciones personales y las demandas. Una y otra vez hemos sido testigos del bajo rendimiento profesional de las y los diputados, de su falta de probidad, de su nula representatividad social y de su marcado desinterés por atender los problemas del estado.
De muchas maneras se les ha dicho que están mal, que actúan de forma inmoral, que no trabajan, que no ayudan a que las cosas mejoren y que han resultado peor que sus antecesores. Obviamente nada de eso les importa, porque en lugar de cambiar o mejorar, cada vez lucen peor.
Pero en esta dinámica de acusaciones y descalificaciones lo que pocos hemos observado es que además de ser incompetentes y corruptos, los diputados morelenses son taimados y sin hacer ruido se han embolsado millones de pesos sin que nadie diga nada.
Recordemos que a pesar dde ser diez diputados menos, esta legislatura tiene un presupuesto de alrededor de 450 millones de pesos anuales, mismos que han recibido y gastado puntualmente a lo largo de todo el 2019. El congreso NO realiza obra, NO brinda ningún tipo de servicio y NO ha pagado los adeudos que heredaron de la legislatura, pero se han gastado el dinero.
En castellano: sin hacer aspavientos, los diputados morelenses están a punto de consumir los 450 millones de presupuesto que tienen asignado para este año y se preparan para obtener un aumento en el 2020.
A la vuelta de un periodo legislativo y a pesar de que se encuentran públicamente desprestigiados, los 20 diputados de Morelos son los únicos que en época de crisis se han vuelto millonarios con el dinero de los morelenses.
Vale entonces la expresión de un honorable miembro de la 54 legislatura de Morelos: “digan lo que quieran, al final nosotros seremos millonarios y entonces veremos quienes son los pendejos”
redes sociales
Políticamente hablando, el panorama para el gobierno estatal es más complicado de lo que imaginan. Tantos frentes abiertos y tantas animadversiones ya tienen consecuencias.
En principio ya hay dos en la mira, sujetos a investigación.
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