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SERPIENTES Y ESCALERAS

Boicot interno

Enfrentar la inseguridad y la crisis económica es difícil. Combatir el fuego amigo es imposible

Desde ningún ángulo ha sido fácil el ejercicio de gobierno para Cuauhtémoc Blanco; desde antes de tomar el control del poder ejecutivo el futbolista ha estado sujeto a muchas presiones, ha tenido que enfrentar retos y atender problemas que le dejó sembrados la pasada administración. A lo largo de estos primeros trece meses de gestión también ha cometido errores que le han costado muy caro a él y al estado, ha pagado muy alto el precio de la novatez y, sobre todo, ha sufrido traiciones internas. El enemigo más peligroso del exseleccionado nacional está dentro de su gabinete.

Uno a uno los problemas acumulados desde hace años en la agenda estatal han comenzado a explotar; los más graves son la seguridad y la crisis económica consecuencia directa de lo que se hizo y dejó de hacer en sexenios anteriores, cuando creció la complicidad gubernamental con criminales, se protegió a grupos delictivos y se generó un endeudamiento económico que comprometió por tres décadas las finanzas estatales.

Enfrentar la oleada delictiva no ha sido fácil ni será rápido, sobre todo porque la estructura de seguridad está mermada, comprometida y limitada en todos los aspectos. Los últimos seis años del gobierno pasado fueron de simulación: se utilizó el problema de violencia para hacer política y se desviaron los recursos del ramo para abultar las cuentas de banco de los funcionarios.

El graquismo no solo fue omiso en la lucha contra los grupos criminales: los protegió, se coludió con ellos y abrió la puerta de las instituciones a cárteles que hoy están presentes en el estado y no es fácil sacarlos. El C5 y toda la parafernalia que el gobierno de Nueva Visión presumió por años fue un oneroso espejismo que se infló con cientos de millones de pesos de publicidad, pero nunca alcanzó los objetivos trazados.

En el terreno económico el manejo financiero de la administración anterior fue rapaz; el gobierno de Graco Ramírez contrató empréstitos por más de 10 mil millones de pesos, agotó las líneas crediticias de Morelos y programó abusivamente las cosas para que durante su sexenio solo se pagaran los intereses sin abonar a capital. Las deudas bancarias del graquismo se combinaron con pasivos ocultos en todas las áreas y esa mezcla provocó todo lo que hoy vemos en materia presupuestal.

Pero, aunque ambos aspectos son delicados y muy graves, lo que está provocando la ingobernabilidad en el régimen de Cuauhtémoc Blanco es otra cosa: el fuego amigo.

El deportista entró a la política de manera coyuntural, sin buscarlo y sin equipo; su decisión de competir por la gubernatura utilizando como plataforma la alcaldía también fue circunstancial, más como reacción a los ataques que durante tres años recibió del gobernador Graco Ramírez que por un deseo de conducir el destino de Morelos.

Ya metido en la vorágine política el americanista se apoyó en quienes lo acompañaron durante tres años en el gobierno municipal y en aquel que fue su amigo, confidente y representante profesional a lo largo de dos décadas. Fue un reducido y selecto grupo de personas quienes estuvieron con él en la alcaldía y muy pocos los que rodearon al gobernador electo; en ellos Cuauhtémoc Blanco puso su confianza y varios, a la vuelta de algunos meses, lo traicionaron aliándose con sus enemigos y tendiéndole la cama para que sea expulsado del gobierno, linchado socialmente y procesado penalmente.

Lo anterior no es noticia nueva, ni sorpresiva para nadie; en los pasillos del palacio de gobierno se ve y comenta desde hace tiempo, se sabe que algunos funcionarios de primer nivel han operado en contra del gobernador y de su hermano, que golpean al secretario de gobierno y entregan información y recursos al bloque de diputadas que se han manifestado abiertamente en contra del régimen.

Más aún: cuentan los que saben que desde algunas oficinas del ejecutivo se han entregado fuertes cantidades de dinero para pagar medios nacionales, para corromper diputadas locales y para contratar servicios de espionaje que buscan documentar actos y decisiones personales y oficiales del gobernador, de su hermano y de algunos funcionarios, para difundirlas en redes sociales y presentarlas a través de terceras personas en distintas dependencias en forma de denuncias.

¿Ahí concluye todo? No. En las últimas semanas, dicen, desde esas oficinas se ha venido diseñando un escenario de caos que incluye la desestabilización social y política, la suspensión de servicios y operaciones necesarias para la buena marcha del gobierno y el enfrentamiento con medios de comunicación.

Existen, cuentan los enterados, varios frentes de ataque abiertos contra el gobierno de Cuauhtémoc Blanco, muchos de ellos impulsados o patrocinados por algunos miembros de su gabinete. Se narra que, por ejemplo, obra en poder de alguno más grabaciones como las que hace unos meses filtró la diputada Keila Celene Figueroa de Ulises Bravo Molina; el contenido de estos audios, aseguran, revelan hechos más delicados que tienen que ver con el congreso y con algunos secretarios.

Pero más allá de los contenidos y objetivos de quienes desde casa han decidido emprender una batalla contra el gobernador y su gente, lo verdaderamente grave es el grado de descomposición en el que se encuentra el gobierno estatal. Reitero: la problemática financiera y de inseguridad son muy graves, la falta de operación política ha complicado las cosas… pero el fuego amigo es lo que aviva la llama, lo que ha impedido al gobernador mantener el control de las cosas y colocado a su gobierno en una posición socialmente incómoda y políticamente muy peligrosa.

Contra lo que ningún gobernante puede luchar ni defenderse es contra el ataque interno, sobre todo cuando proviene de quienes se suponía eran amigos, figuras cercanas y ubicadas en posiciones clave. Lo que vive el gobierno de Cuauhtémoc Blanco actualmente es inédito dentro y fuera del gabinete, representa un punto de riesgo muy alto para el mandatario, para su familia y para sus colaboradores; las consecuencias de este boicot interno son muy graves y ni siquiera las han dimensionado.

Entregar información confidencial, patrocinar a los enemigos, traicionar la amistad y tratar de desestabilizar al gobierno poniendo en riesgo la seguridad y la comunicación del estado no solo es una deslealtad al jefe, es una traición a todos los ciudadanos.

posdata

Pasado el medio día de ayer se confirmó la noticia de que el ex rector de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Alejandro Vera Jiménez y su esposa, habían sido secuestrados. La información la validó el jefe de la oficina de la gubernatura José Manuel Sanz, a pesar de que el funcionario ya no forma parte del gabinete de seguridad, no tendría porqué hablar un hecho tan delicado y las circunstancias del supuesto plagio no son del todo claras.

Entendamos que cuando se trata de un secuestro en curso (cuando la víctima aún está privada de su libertad), ni las autoridades ni los medios de comunicación difunden la información, porque ello pone en riesgo la vida de las víctimas. La declaración de José Manuel Sanz no solo es extraña, también es imprudente y sospechosa, porque aviva la tensión en contra del ejecutivo estatal justo en el momento que, lo sabe el funcionario, el gobierno se ha quedado sin margen de maniobra informativa.

Sin menoscabo de la gravedad de la situación (suponiendo que el ex rector de la UAEM este realmente secuestrado), hay otro aspecto llamativo en este caso: extraoficialmente trascendido que se liberó una orden de aprehensión en contra de Alejandro Vera y de su esposa, por las denuncias presentadas a nivel local en temas de corrupción y en lo federal por su participación en el caso de la Estafa Maestra.

Sea cual sea la situación y el contexto de las cosas, el plagio de cualquier persona es un hecho terrible, reprobable y que amerita una actuación inmediata de parte de todas las autoridades locales y federales para que las víctimas recuperen su libertad en buen estado de salud.

Alejandro Vera Jiménez ha sido un mal político, pero es una buena persona y ni él ni nadie merece vivir una situación tan lamentable como un secuestro.

Esperemos que pronto el matrimonio Vera este de regreso en casa, con los suyos.

nota

Lo dicho: la salida de Fernando Blumenkron y los otros directores del Sapac no fue cordial; primero escuchamos la queja del abogado, señalando que nunca tuvo apoyo ni respaldo del alcalde y luego la denuncia del edil señalando que tanto Blumenkron como quienes se fueron con él se “autoliquidaron”.

Pero lo más llamativo de esta historia lo escuchamos de voz del munícipe cuando en una entrevista reto a quien quisiera hablar del Sapac con él, pero que se atreviera a hablar del “verdadero Sapac”. - ¿Qué hay en el Sapac? Le preguntaron al Presidente Municipal. – Hablamos de lonas, de cuerpos mutilados, de mensajes…

Lo dicho por Antonio Villalobos Adán es por si mismo llamativo; el jefe de la comuna habló en clave, pero fue perfectamente comprensible a qué se refería. ¿Por qué repentinamente aborda ese tema y bajo esa óptica? ¿Qué sucedió que de un momento a otro una muy fuerte relación (y no me refiero a Blumenkron) se rompió de esa manera?

Más allá del “verdadero Sapac” al que hace alusión el edil capitalino, lo real es que el sistema operador de agua de la ciudad enfrenta la más grave crisis de su historia y ello está pegando de manera directa a miles de ciudadanos que carecen del vital líquido.

Insisto: no se por qué renunció Fernando Blumenkron, ni conozco al “verdadero Sapac” del que habla Villalobos; de lo que si estoy consciente es que el Sistema de Agua Potable de Cuernavaca necesita ayuda urgente, pero no solo verbal, requiere una profunda reingeniería financiera y mucho dinero para sanear sus finanzas.

O es así o no hay solución.

post it

Ayer durante la comparecencia del secretario de hacienda Alejandro Villarreal en el Congreso de Morelos, el diputado Marcos Zapotitla acusó al encargado de las finanzas estatales de estar detrás de diversos actos que pretenden desestabilizar al estado.

Y detalló: el secretario ha retenido los recursos para el sistema penitenciario, lo cual generó tensión y fue parte de los ingredientes que provocaron el motín de hace unos días, donde murieron siete personas; en el área de seguridad el secretario (Villarreal) ha retrasado los recursos para la operación de la policía, lo cual impacta de manera directa en la seguridad de los ciudadanos.

Desde diferentes ángulos y a través de distintas personas los señalamientos en contra del “Conejito” Villarreal lo señalan como parte de alguna estrategia cuyo objetivo es ponerle piedras en el camino a su jefe. Desde hace meses el encargado de la Hacienda morelense se ha convertido en un funcionario zombie que poco acude a su oficina, que rara vez participa en las reuniones institucionales y que de plano en el momento más importante para su dependencia, cuando se elaboró y entregó el Paquete Económico 2020, prefirió irse de vacaciones a Tierra Santa que cumplir con sus responsabilidades.

Si nunca está en su oficina y ha perdido el interés por el cargo que ostenta ¿Qué hace y para qué sirve Alejandro Villarreal en el gabinete? Al menos al gobernador (y a los morelenses) ya no les sirve para nada.

redes sociales

¿Qué sucede cuando mezclas inseguridad, violencia, crisis económica y fuego amigo? ¿Qué pasa cuando a todo eso le añades un rompimiento con los medios?

Cagarse en la puta, dirían los españoles.

Comentarios para una columna optimista:

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