Legitimación imposible
Me tunden lectores por sugerir ayer aquí que Rosario Piedra Ibarra tiene la “oportunidad de legitimarse” si retoma la recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos para que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador restituya el presupuesto del Programa de Estancias Infantiles.
“Se nota que te vale madres el respeto a la legalidad”, me escribe desde Ciudad Juárez Armando Mora Gutiérrez. “Ahora quieres asesorar a la señora”, ironiza Damián Rosas. “¿No dijiste Con los de enfrente que sobre la señora debían ponerse los puntos sobre las íes y la definiste como inepta, ignorante e indigna?”, pregunta. “Te pasas de ingenuo Marín, no te apendejes. A esta gente lo que menos le interesa es la legitimidad. Ve cómo sigue y obedece de forma lacayuna a su líder, ya sabes quién. Es una borregada que deja chiquita a la que manipulaba el PRI”, opina Ramón Culebro. “Se la pones fácil: es una porquería lo que la 4T les ha hecho a los niños de madres jodidas que llevaban a sus hijos a esas estancias. Ve cuántos amparos se han ido ganando en los tribunales porque se les dejó de dar dinero para usarlo como soborno a cambio de votos”, comenta María Luisa del Olmo Aceves.
Todos tienen razón y rectifico: nada que contravenga la ley puede considerarse “legítimo”.
Aun en el remoto caso de que la ilegítima presidenta de la CNDH adoptara el emblemático caso que le dejó en bandeja la gestión de Luis Raúl González Pérez y que tanto contrarió al Presidente, su designación carece de sustento legal y sobran elementos para sostener que fue impuesta en pandilla por los senadores de Morena y sus contlapaches de las franquicias afines, similares y conexas.
Pocos días después del asalto moreniano a la CNDH va quedando claro que la imposición de Piedra Ibarra tiene como fondo un siniestro prejuicio: “liberar” al organismo autónomo del “dominio” que desde su creación había mantenido la dupla “UNAM-PRI” (¿la banda del Instituto de Investigaciones Jurídicas?), según confesó ayer con Joaquín López-Dóriga (y lo hizo de manera reiterada) el senador converso (ex adicto al PAN, hoy devoto de Morena) Germán Martínez.
La afirmación es descabellada y entraña una sectaria descalificación a la máxima casa de estudios superiores, exhibe complejos de inferioridad ante la academia y la inteligencia, y da por sentado un acuerdo académico-partidista que se desmorona frente a la evidencia de que el supuesto subterráneo poder sobre la CNDH se mantuvo desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari con los rectores José Sarukhan, Francisco Barnés, Juan Ramón de la Fuente, José Narro Robles y Enrique Graue, ¿pero inclusive durante las administraciones panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón?
¡Juar juar juar juar!
Lo dicho por Germán Martínez (y otros legisladores de Morena) encuadra con lo dicho por AMLO en su apoyo a la señora Piedra: mejor una activista de su movimiento que cualquiera con sólida preparación universitaria en materia de derecho…