¿Y ‘terroristas’ los consumidores?
Tanto va el cántaro al agua de la inseguridad que, al día siguiente de que el presidente Andrés Manuel López Obrador y el canciller Marcelo Ebrard rechazaran la iniciativa de la familia LeBarón, Donald Trump reveló tener la mejor disposición para que su gobierno asuma como terroristas a las bandas mexicanas del narcotráfico.
“He estado trabajando en eso durante los últimos 90 días. ¿Saben?, la designación no es tan fácil. Se tiene que pasar por un proceso, y estamos bien metidos en ese proceso”, dijo en entrevista.
De prosperar la idea (más vale que su dicho sea solo para consumo electoral), el gobierno estadunidense aplicaría sus leyes especiales para actuar dentro y sobre todo fuera de su territorio con operaciones que van desde simples congelamientos de cuentas bancarias, hasta el empleo de drones artillados para fulminar a cabecillas o, como cuando se ocupó de Bin Laden en Pakistán, de tropas de élite para asesinar a “terroristas”. Pero no solo: la afectación alcanzaría dimensiones políticas, diplomáticas y financieras devastadoras para el país.
Aunque se trate hoy de una mera probabilidad, su eventual aprobación incluiría a grupos como el del Pacífico, el Jalisco Nueva Generación y otros en la lista que han compartido en el último decenio Abu Nidal, Abu Sayyaf de Filipinas, Al-Qaeda, la ETA, Grupo Armado Islámico de Argelia, Aum Shinrikyo o Aum Supreme Truth Cult, de Japón; Gama'a al-Islamiyyay Al-Jihad de Egipto; Hamas, Harakatul-Mujahideen, Hezbolá de Líbano; Grupo radical Kahane Chai,de Israel; Partido de los Trabajadores del Kurdistán de Turquía, Tigres Tamiles, de Sri Lanka, Movimiento Mudjahedeen de Irán, Yihad Islámico palestino, Abu Abbas, de la OLP; Frente Popular de Liberación de Palestina, Núcleos Revolucionarios y Grupo 17 de Noviembre de Grecia, Partido/Frente Popular Revolucionario de Turquía, Sendero Luminoso de Perú, Ejército de Liberación Nacional y Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
El problema para México (éramos muchos y parió la abuela) es descomunal porque se arrastra el ominoso binomio de criminalidad e impunidad y nos agarra con las instancias de seguridad evidente y dramáticamente rebasadas; con una prédica de “pacificación” basada en “atacar las causas” en vez de aplicar la ley; con la degradación y desmantelamiento de la mejor Policía Federal que se tenía; con una Guardia Nacional informe aún y sin una política de reconstrucción del tejido policiaco en los estados y municipios.
Admítase ya que la blandengue “estrategia” de la 4T, como eufemísticamente le llama, es mucho más de contemplación que de persecución del crimen.
Por lo pronto, crucemos los dedos para que lo dicho por el sujeto del nido en la cabeza no pase de ser una trumpeada más pero, presidente López Obrador: reconozca siquiera ésta entre sus equivocaciones y ordene que las instituciones a su cargo, simplemente, hagan su trabajo sin línea de prejuicios ideológicos o políticos.