De los perdidos los hallados
Aun en el horror que entraña el problema de la desaparición de personas en México, se abre paso la esperanza: el viernes por la noche, la Comisión Estatal de Búsqueda de Veracruz fue alertada de la desaparición de Astrid Carolina Rocas, David Nieva y Cristián Vivero, pero ayer los dos primeros jóvenes fueron localizados con vida y cabe la ilusión de que aparezca sano y salvo el tercero, pese a que la entidad figura entre las primeras donde se produce el mayor número de extravío de personas. Muchas terminan asesinadas y sus restos, en caso de hallarse, en fosas clandestinas (de enero de 2011 a diciembre de 2018, en 325 sitios fueron exhumados 180 cadáveres, 548 cráneos y 24 mil 238 fragmentos óseos).
Siendo excepcional que reaparezca gente a la que se ha supuesto engrosando la estadística de una mortandad que se antoja ya pandemia (se habla de más de 40 mil), casos como el de Astrid y David, o de Karen en la capital del país (quien para irse a divertir tuvo la pésima ocurrencia de pretextar lo que apestaba a secuestro), son pizcas de optimismo en la generalizada percepción de que vivimos, un día sí, otro también, al filo de la muerte, en un contexto de inaudito crecimiento de la inseguridad.
Alivia por lo mismo, de acuerdo con el informe que presentó el 8 de diciembre la Procuraduría General de Justicia de CdMx, que entre el 5 de diciembre de 2018 y el 28 del reciente noviembre, mediante el trabajo de la Fiscalía Especializada en la Búsqueda, Localización e Investigación de Personas Desaparecidas, fueron localizados ¡2 mil 554! desaparecidos o ausentes.
En el mismo periodo se activaron mil 761 Alertas Ámber (736 ya fueron desactivadas porque los menores están de vuelta con sus familias) y se iniciaron tres mil 77 carpetas de investigación por ausencia de personas, de las que 25 por ciento ha requerido de apoyos de otros estados para las localizaciones. Estos logros han sido posibles por el rastreo interinstitucional coordinado con diversas autoridades capitalinas y la tarea de investigación ministerial, inteligencia, gabinete y campo, así como el uso de tecnología, geolocalización, telefonía y análisis de redes sociales, además de inspecciones o búsquedas en zonas específicas por la Policía de Investigación.
Indica el reporte que los principales motivos que llevan a las personas a ausentarse de su casa y de que se desconozca su paradero se deben a decisiones voluntarias, enfermedades, adicciones o conflictos familiares (de cada caso pudo establecerse si los menores fueron víctimas de algún tipo de violencia y, en consecuencia, canalizados a las fiscalías especializadas en Atención de Niñas, Niños y Adolescentes, en delitos sexuales o violencia familiar, y se ha procurado dar un seguimiento a la condición de los menores).
Por mínimo que fuera el número de localizaciones o reapariciones y profunda la oquedad que sufren las familias, quedan resquicios para que en muchos hogares desolados irrumpa el alborozo.