No bastará con el T-MEC
Ayer, el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) fue ratificado en el Comité de Finanzas del Senado, de manera abrumadora, en una votación de 25 a favor y 3 contra, lo que muestra que en el caso del pleno del Senado, ya se tratará de un mero trámite.
El mejor de los escenarios es que la ratificación ocurra esta semana; el peor es que pudiera suceder hasta la definición del impeachment.
Sin embargo, en los criterios de decisión de las empresas, ya no existe la disyuntiva de que pueda hacerse efectivo o no el nuevo Tratado.
Ayer le comentaba en este espacio que al existir certidumbre respecto a las reglas de inversión en México, tras la ratificación del Tratado, nuestro país podría aumentar fuertemente su atractivo para que inversiones que hoy están en China y que están percibiendo condiciones de incertidumbre en ese país ante la guerra comercial con Estados Unidos, pudieran explorar la posibilidad de establecerse en México.
Hay dos condiciones clave para que ocurra este escenario.
La primera es que los potenciales inversionistas perciban seguridad jurídica en México. Que exista la confianza de que las empresas que evalúen la decisión de trasladar de China a México sus operaciones, cuenten con la certeza necesaria para hacerlo.
La segunda es que existan las señales claras de que este gobierno está consciente de la importancia de capitalizar la estrategia para atraer inversiones a México.
Aquí hay dos vías fundamentales. La primera es operar eficientemente el Acuerdo para invertir en infraestructura, anunciado por el sector privado en noviembre pasado.
Se requiere que se hayan destrabado los obstáculos derivados de burocracia en múltiples dependencias.
La segunda es que el gran pendiente del sector energético se desatore.
Se espera que antes de que termine este mes, el propio presidente de la República anuncie las inversiones privadas en el sector energético.
Desde hace semanas ha existido un jaloneo en el propio gobierno a propósito del alcance de la inversión privada en el sector de la energía.
Ayer mismo, el hecho de que el presidente refiriera la “hipótesis” de que los autores de robos de gas LP a Pemex eran sus competidores, implica una visión que considera a los inversionistas, no como competidores sino como enemigos.
Si el grupo que en el gobierno ha tratado de incentivar la inversión privada en el sector, pierde en las siguientes semanas, y en contraste ganan los que buscan hundir a los inversionistas privados que producen petróleo o electricidad; que quieren distribuir o importar, como Bartlett, entonces, probablemente este gobierno esté marcando su destino.
Estamos en un entorno extremadamente volátil y complejo, como se vio ayer, ante la primera represalia de Irán luego del ataque y asesinato del general Soleimani.
En ese contexto, y en el entorno de una guerra comercial que no se detiene, es crucial que México pueda convertirse en un destino confiable para las inversiones.
La Cuarta Transformación debe darse cuenta de que no se desarrolla en un mundo neutro y abstracto sino en una realidad concreta y específica que nos condiciona.
Por eso hay que ser pragmático y considerar lo viable más allá de lo que el presidente considere como deseable.