* EL RECTOR DESTAPADO
Hace unos días lo describí como “teólogo de la liberación”. Y utilicé las comillas porque, evidentemente, es una caricatura frente a quienes han sido auténticos exponentes de esa doctrina. Hoy volveré a referirme al rector de la UAEM, Alejandro Vera Jiménez, aunque debo admitir que es difícil ubicarlo dentro de un contexto específico de la vida pública. A veces proyecta estar afectado por el trastorno de identidad disociativo (personalidades múltiples). Lo hemos visto en escena asumiendo actitudes sacerdotales, amorosas, compasivas, pero también con las características de un politiquero belicoso, las que son propias de los agitadores profesionales y, desde luego, las del terapeuta ante el paciente tendido sobre el diván. Otras ocasiones lo hemos visto reflejando una conducta narcisista, enfurecido ante la mínima provocación o frustración. No tolera la crítica.
La aparición pública más reciente del directivo académico fue este miércoles en Cuautla, reunido con la “Unión de Ciudadanos Amigos de Morelos”. Disculpen ustedes, pero vuelvo a usar las comillas porque sabrá Dios si tal organización civil realmente existe y está validada de manera oficial. Ahí aceptó su aspiración de incursionar en un proyecto político con miras a los comicios federales y estatales de 2018… pero al margen de la partidocracia, a la que tanto dice odiar. Lo anterior significaría que Vera Jiménez buscará ser candidato de manera independiente a algún cargo de elección popular, incluida la gubernatura morelense.
Sin embargo, brotó la típica incongruencia del personaje, quien declaró que el “cambio” en este país y en Morelos (particularmente) “no va a pasar por las urnas”. ¿Entonces por dónde, gentiles lectores? ¿Cómo será ese cambio? ¿De manera violenta mediante la lucha armada? ¿Vera Jiménez se está quitando la máscara? Sigamos. Tras repetir su acartonado discurso sobre la participación ciudadana (“necesaria para el cambio pacífico”), el funcionario de la UAEM agregó que se sumará a un proyecto de cambio sin que ello implique para él “prebendas o concesiones”. Nueva incoherencia, pues esto significa que en caso de no ser candidato independiente respaldará un proyecto partidista sin esperar ninguna candidatura a cambio, lo cual está por verse, pues el voluble rector tiene su corazoncito. Y aún hay más. Explicó que tal proyecto “colectivo” (como la Junta de Gobierno “colectiva” que proyecta para desaparecer la figura de rector universitario) deberá dejar al margen a “caciques” y “mesías”. Hasta aquí, está cabrón entenderle, sobre todo considerando lo siguiente: “Tenemos que radicalizarnos, o de lo contrario nos van a hacer polvo”. ¡Y anunció otra mega-marcha para agosto! (una vez que los universitarios regresen de vacaciones), movilización que incluirá “las expresiones sociales que se asuman desatendidas por el sistema gubernamental”. Lo anterior significa que el rector, como vértice de la UAEM, institución dependiente de los gobiernos federal y estatal, se erigirá como líder de un movimiento social y político al margen institucional. ¿Será posible? ¿Estará dispuesto a jugarse el todo por el todo, o solo se trata de una más de sus frecuentes demostraciones actorales? ¿Le alcanzará el presupuesto universitario? ¿Se lo permitirá el “sistema”? ¿Podrá consolidar su proyecto personal antes de que inicie la carrera por la rectoría en el “Hándicap UAEM” (marzo de 2018)? ¿O se irá a la ignominia, al igual que muchos politiquillos de esta entidad?
Por razones de espacio, concluiré mi referencia a AVJ con su siguiente declaración: “Creo que la única manera de frenar un conflicto social es intensificando el conflicto social (…) Es elemental que los maestros nos articulemos y no salgamos de la Secretaría de Educación (SEP) hasta que se resuelvan los problemas que tiene con la UAEM y los trabajadores de la educación (…) Alto a la represión a los profesores (…) No hay reforma educativa, es laboral”. Etcétera, etcé- tera. ¡Zas, zas y zas! ¿Por qué mejor no renuncia y se dedica a lo que tanto anhela? ¿Candidato a la Casa de la Risa?