Distractiva pero divertida
Por premeditada que sea la distracción de perniciosas intenciones jurídicas, problemas en la salud pública o la contingencia migrante, lo de la rifa es un irresistible y suculento bocatto di cardinale.
Luego de que el fiscal general de la República y el consejero jurídico del Ejecutivo federal tuvieran la ocurrencia de sondear en el Senado una escalofriante iniciativa de reforma constitucional de procuración y administración de justicia, pero en referencia a la hilarante probabilidad de que el avión presidencial termine siendo sorteado por la popular Lotería, el presidente López Obrador argumentó:
“Dicen que son ocurrencias, pero nosotros no actuamos de esa manera. No es un gobierno de ocurrencias, es resolver un problema (…).Si hasta deberían de estar agradecidos porque causaron un grave daño y nosotros estamos buscando una solución, una salida (…). ¿Qué estamos haciendo? Buscando reparar el daño, que se recupere el dinero, que es del pueblo de México (…). Me da mucho gusto que se entienda así: ‘Si el Presidente no se sube a ese avión, ¿cómo nosotros vamos a hacerlo? Sin embargo, sí queremos ayudar’, me han dicho, pero pensemos en qué opciones, qué alternativas. Todo esto lo he recogido de pláticas y de reuniones con mucha gente no son ocurrencias, he estado recogiendo los puntos de vista de todos…”.
En su lógica, pulverizar el avión en cachitos de 500 pesos es la quinta opción que analiza.
Una sexta, con toda seriedad también, hace la empresa mexicana Isatech y tampoco debe tomarse como ocurrencia: quiere alzarse con el avión, según dice su oficial ejecutivo en jefe, Alfonso Jiménez. Conmovido por el problema que ha significado la venta del avión para el gobierno de la 4T, dice (generoso): “Lo que estamos promoviendo es que el gobierno federal se quite esa deuda del avión presidencial y se quede con un activo que cada vez valdrá más”. La suya, jura y perjura, es una respuesta al llamado que hizo el Presidente a los empresarios para que lo ayuden a deshacerse del abominado TP01.
Tan bondadosa y patriótica es la pretensión que promete dar al aparato un uso inaudito: acarrear inversionistas chinos, ponerlo a disposición del gobierno federal para recibir “a diplomáticos extranjeros” (lo que jamás ha sido necesario), apoyar en desastres naturales y transportar a inversionistas “asiáticos” (los más activos vienen de China) al Mar de Cortés.
Isatech (servicios geoinformáticos para la localización de terrenos codiciados) posee en esa zona mil 400 hectáreas con cuatro kilómetros de playa en Cabo Pulmo (santuario de la casi extinguida vaquita marina), superficie con la que sueña garantizar la compra de un avionzazo real mediante un pago virtual. Vivillo (quizá desde chiquillo), el señor Jiménez pretende se le acepten lo que se antoja panchólares. Se llama amero, una criptomoneda que acuñó su empresa y que, como todas las de su género, no tiene regulación alguna.
Ja ja ja.