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LA CRÓNICA DE HOY: Crece uso de redes para reclutar jóvenes para los cárteles

El gobierno dice que ante el éxito de programas sociales, el crimen organizado recurre a internet por “desesperación”. Mientras, la Redim remarca que niños y adolescentes no forman parte de ninguno de los 25 proyectos estratégicos de AMLO, las desapariciones de niños pasaron de 4 diarias en 2018 a 7 en 2019 (casi el doble) y un reclutador no puede ser procesado porque no existe el delito en la ley.

El gancho parece simple, sin promesas ni tentaciones excesivas: “Necesito gente para un trabajo, ¿quién jala?”, es la invitación desde un muro de Facebook dedicado al reclutamiento de niños y jóvenes para la mafia.

En algunas de estas plataformas se refieren 4 o 5 mil suscriptores, y apenas se lanza el anzuelo, comienza a multiplicarse el interés entre los futuros sicarios, halcones o distribuidores de droga al menudeo:

“¿Qué hay que hacer?, yo jalo”, responde uno. “Yo mero”, escribe otro y así van apilándose las respuestas, casi todas en el mismo sentido: “Soy nuevo, pero no le saco”, “¡A la orden, jefe!”, “¿Qué se necesita para entrarle, brother?”…

Aunque el enganche de chicos por parte de bandas criminales y con diversos modos de operación ha sido recurrente en los sexenios recientes, el gobierno lopezobradorista ha detectado y reconocido en los últimos días un aumento en el uso de redes sociales para este fin.

El 14 de enero, durante la reunión matutina en Palacio Nacional, el gabinete de seguridad presentó al mandatario un reporte en el cual se detalla la manera como las organizaciones delincuenciales han apuntado a la web para nutrir sus filas, cada vez con más fuerza: “Una especie de reclutamiento por redes para delinquir”, con un dardo adicional: el uso masivo de drogas.

De acuerdo con el informe y la versión de Alfonso Durazo, Secretario de Seguridad Pública y otros integrantes del gabinete expresada al jefe del Ejecutivo, el repunte de incorporaciones cibernéticas no responde a vacíos o insuficiencias de la autoridad, sino al éxito de la estrategia basada en la aplicación de programas sociales y la repartición de becas:

“Se les está dificultando a las organizaciones conseguir sicarios y están reclutando cada vez más niños y jóvenes, porque existe una competencia; los programas sociales están dando opción a muchos de ellos y esto lleva a la desesperación. El fondo del asunto es que se les está quitando a los jóvenes, que a éstos se les está dando opciones de estudio y trabajo”.

Desde un ángulo opuesto a la visión de éxito gubernamental, Diana Mora, investigadora de la Oficina de Defensoría de los Derechos de la Infancia, comenta: “Los chicos que cotidianamente usan las redes son más vulnerables, porque no saben quiénes están del otro lado, muchas veces son adultos adiestrados en el enganche, que cambian su perfil y también dicen ser adolescentes para sustraer información personal”.

En la actual administración, asegura, “no se percibe interés por la niñez y la adolescencia, no hay un plan nacional para trabajar la violencia con ellos, no aparece el tema en su plan de desarrollo. El incremento del reclutamiento de menores, no significa que el crimen esté contra las cuerdas. Lo primero es que las autoridades reconozcan el problema y diseñen un plan nacional, ya se le pidió a Segob, se le entregó una propuesta, pero ha habido inacción”.

ASPIRACIONES Y FRACASOS. En algunas de las páginas se define la edad idónea entre 14 y 17 años, para cumplir el “trabajo de narcomenudistas”, con la oferta de altas ganancias. En otras, la convocatoria se hace bajo el argumento de una patria nueva, con mensajes acompañados de la bandera tricolor; o se agradece a los miles de enrolados, a quienes se llama “comandos”, por “su fibra y garra”.

En algunos espacios más, se recurre a imágenes aspiracionales: los adolescentes lucen imponentes, rodeados de rifles, fusiles y municiones. Se exhiben vidas entre abundancia y lujos, en las cuales los muchachos pueden obtener, además de poder y respeto, ingresos inimaginables, viajes, autos deportivos, departamentos, casas, ropa y zapatos de marca. “Mayor información por inbox”, se seduce.

Según el Balance Anual 2019 sobre Infancia y Adolescencia en nuestro país, presentado hace unos días por la Red de los Derechos de la Infancia en México (Redim), “los niños y adolescentes son usados como informantes de grupos armados, y estos últimos los involucran en prácticas militares, procesamiento de sustancias, comisión de delitos de alto impacto como homicidios, mutilaciones y desapariciones, al tiempo que ellos mismos son sometidos a abusos y explotación, sufren lesiones o incluso mueren como resultado del reclutamiento”.

En abril del año pasado, refiere el documento, durante una sesión ordinaria del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), el actual gobierno federal ya había reconocido las diversas prácticas de reclutamiento y se comprometió a “desarrollar un programa de atención, sin que hasta el momento exista cumplimiento”.

Contrario a los argumentos esgrimidos al interior del gabinete de seguridad, la Redim concluye: “Niñas, niños y adolescentes se volvieron invisibles para esta administración al no formar parte de ninguno de los 25 proyectos estratégicos que presentó Andrés Manuel López Obrador, una alternativa sería construir el programa estratégico 26 con los nueve compromisos por los derechos de la niñez que firmó cuando era candidato a la Presidencia”.

Juan Martín Pérez García, director ejecutivo de la Red, explica: “Muchos de los niños y jóvenes desaparecidos son en realidad reclutados, llevados a campamentos, a plantíos de mariguana o laboratorios. El anuncio de miles de nuevos reclutas de la Guardia Nacional es también un llamado del Estado a los cárteles a tener más soldados, ellos no tienen la misma capacidad del gobierno para crecer y recurren a este tipo de reclutamiento, lo hacen por las redes y con levantamientos masivos, en especial en estados como Morelos, Guerrero, Veracruz, Tamaulipas, Sinaloa y Durango”.

Hoy, en la normatividad del país, no está contemplado el delito de reclutamiento, en ninguna de sus formas. Aunque los reclutadores pudieran ser detenidos, no serían procesados…

Conforme a las cifras de REDIM, obtenidas mediante el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas y Desaparecidas, hasta el 30 de abril de 2018 se tenían contabilizados 6 mil 400 casos de niños y jóvenes desaparecidos; el número subió a 11 mil durante 2019, según nuevos datos compartidos el pasado 6 de enero.

“Pasamos de 4 desapariciones diarias de niños y niñas en 2018, a siete diarias en 2019. ¿Cuántos de ellos fueron reclutados? —pregunta Juan Martín—, pero el Presidente tiene su propio país, sus propios datos e interpretación, cuando el reclutamiento es la demostración del fracaso de la militarización y sus programas sociales”.

En torno al enganchamiento, el estudio de la organización Reinserta denominado “Factores de riesgo y victimización en adolescentes que cometieron delitos de alto impacto en México” y en el cual se tuvo contacto con más de 500 chicos —hombres y mujeres— internados en centros para menores, arroja algunos datos reveladores: el 86 por ciento de ellos residían en una casa establecida, casi la mitad con sus padres y hermanos, y el 72 por ciento contaba con servicio de internet en su hogar.

“Hoy los chicos tienen mucho más acceso a producciones relacionadas con el crimen, a narcoseries, les llega todos los días información que idealiza la violencia, por lo que estamos ante el reto de redireccionar la tecnología y las redes sociales hacia el lado oscuro, en el que se muestre la crueldad y el sufrimiento y no un mundo color de rosa”, dice Saskia Niño de Rivera, presidenta de Reinserta.

—En su estudio, queda claro que no todos los adolescentes enganchados por el crimen provienen de círculos olvidados, también se enrola a quienes tienen una familia establecida y acceso a servicios como internet…

—Ya no son sólo los chavos pobres, que habitan en territorios marginados; ha habido una normalización de la violencia en las familias de distintas clases y en las prácticas de la vida cotidiana. Las células delictivas los están agarrando cada vez más chiquitos para entrenarlos, mover drogas y un niño de ocho años con un arma en la mano es todo, menos culpable.

“Quienes trabajamos en las cárceles todos los días sabemos que el modo de operar de la mafia tiene que ver con la vulnerabilidad de los jóvenes, no sólo en su desarrollo y atención, sino también con las penas tan bajas que tienen, se vuelven rentables, y frente a esta realidad no hay ningún motivo para festejar: ni el éxito de un programa ni nada, más bien redoblar esfuerzos y actuar”…

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Nacional
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