Cuentos de momias
Interrogado ayer sobre la Caminata por la Verdad, la Justicia y la Paz, encabezada por Javier Sicilia y la familia LeBarón, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que existen “organizaciones afines al conservadurismo” que “no están pidiendo que se investigue a fondo cómo el secretario de Seguridad Pública de (Felipe) Calderón estaba involucrado con la delincuencia”.
Y cuestionó: “¿O escucharon ustedes algo de eso o han escuchado algo sobre García Luna?”.
Agregó: “Padecen amnesia y todo lo empiezan a ver a partir de que llegamos nosotros. Como que hasta ahora están abriendo los ojos. Guardaron silencio, callaron como momias”.
–¿Se refiere a Javier Sicilia, a los organizadores de la marcha de ayer? –le preguntó un reportero.
–Me refiero a los que actúan de esa manera, ya lo demás es asunto de ustedes; o sea, investíguenlo. O sea, a quienes son los que no han denunciado los crímenes, la política de desaparecidos que se implantó, los que ahora gritan como pregoneros y callaron como momias.
“Yo digo esto porque fui de los pocos que enfrenté a esas autoridades, a ese régimen y a esa política en las plazas públicas, y hay constancia de ello. Entonces, ahora resulta que los que guardaron silencio, no dijeron nada, incluso siguen guardando silencio, siguen callados”.
Aunque López Obrador no dio nombres, era evidente que sus declaraciones se daban en el contexto de la conclusión, el domingo, de la movilización que protagonizaron Sicilia y los LeBarón. Si bien podría haber otros destinatarios de su señalamiento, no hizo intento alguno para dejar a salvo a aquéllos.
La pregunta original buscó la opinión del Presidente sobre las agresiones verbales que sufrieron los miembros de la caravana cuando llegaron al Zócalo. Les gritaron “¡fuera!” y “traidores” –a ellos, víctimas directas de la violencia criminal– e incluso acusaron a Sicilia de no ser mexicano.
“Acerca de la confrontación que hubo en el Zócalo y demás, que afortunadamente no pasó a mayores –respondió López Obrador–, eso tiene que ver con las diferencias que existen. Desde luego, no corresponde a nosotros, no alentamos nosotros eso.
“Se puede decir: ‘Es que el Presidente cuestiona a los conservadores’. Ahí sí, ofrezco disculpas por anticipado, pero sí los voy a seguir cuestionando, porque los conservadores corruptos son los responsables de la crisis de México. Y, como todos los conservadores, son muy hipócritas, se olvidan de lo que hicieron”.
Preocupa que el mandatario crea que está bien que las diferencias políticas –que, ciertamente, existen en toda sociedad– se diriman mediante insultos contra quien protesta pacíficamente.
Pero también que piense que él fue de los pocos que se opuso a la manera en que las autoridades de los dos sexenios anteriores enfrentaron la violencia provocada por la delincuencia.
¿Acaso no recordará la frase que Alejandro Martí –padre de un joven asesinado, como varios que marcharon de Cuernavaca a la Ciudad de México– expresó en Palacio Nacional el 22 de agosto de 2008?
“Si no pueden, renuncien”, dijo Martí frente a los funcionarios de seguridad del gabinete del presidente Calderón, entre los que estaba Genaro García Luna.
Y así, muchos otros, que abandonaron sus actividades regulares para volverse activistas y que convocaron a las multitudinarias marchas por la paz y la seguridad que tuvieron lugar en 2004 y 2008.
Quiero creer que, como afirmó, el presidente López Obrador no alentó las muestras de repudio a la caravana el domingo, pero tampoco las condenó, y eso es desafortunado. Porque un país donde se mata todos los días a un centenar de personas no se puede dar el lujo de propiciar más polarización.
BUSCAPIÉS
El domingo, día que arribó la caravana al Zócalo, fueron asesinadas 104 personas, algo que no sucedía desde hace dos meses. Eso no es algo “complicado”, como ayer dijo López Obrador. Hay que llamarlo como lo que es: un horror.