En defensa de la democracia que tenemos
El presidente López Obrador y Morena deben el triunfo a su esfuerzo. Pero su esfuerzo habría significado poco o nada de no haberse dado en el contexto de la democracia que niegan y que pretenden regresar a las épocas en que la oposición, ellos mismos, no hubieran sido posibles, ni hubieran podido ganar.
Lo que pretenden sus reformas anunciadas es arrebatar a otros la oportunidad democrática que los hizo posibles a ellos, empezando, paradójicamente, por el instituto electoral que contó sus votos y proclamó su victoria.
Vuelvo a mi alegato retrospectivo de ayer: si el PRI hubiera legislado cuando tenía el poder para hacer reformas electorales como las que pretende Morena, la oposición no hubiera tenido oportunidad de acceder al poder por mucho tiempo; la democracia mexicana habría pasado por un proceso de transición más largo, el instituto electoral habría estado en manos del gobierno más tiempo; las elecciones habrían sido por muchos años más elecciones de Estado; la pluralidad política habría tenido por mucho tiempo solo la mitad de la representación proporcional que tenía; y los partidos de oposición habrían seguido siendo los niños pobres sin acceso a la piñata en el festín de los dineros ilegales que cruzaban del gobierno hacia el PRI.
Si las cosas que quiere eliminar el gobierno actual de la democracia mexicana no hubieran existido nunca, López Obrador no estaría en el gobierno y probablemente no hubiera terminado la hegemonía del PRI, o se habría prolongado en el gatopardismo de un partido dominante dedicado a administrar la única consigna de no perder el poder, ajustándose a los tiempos sin cambiar las reglas.
Habríamos tenido por muchos años más la “dictadura perfecta” que entrevió Vargas Llosa y que la transición democrática mexicana simplemente desmintió.
Debemos defender esa transición, y la democracia resultante, no por los muchos bienes públicos que trajo, sino por las oportunidades que abrió para que gobernaran otros.
No hay mucho que defender en los gobiernos que trajo la democracia, salvo esto, fundamental: hemos podido cambiarlos durante 20 años, produciendo un alud de alternancias en todos los niveles, empezando por la Presidencia.