La fuga es normal
Las autoridades de Ciudad de México han respondido con una doble narrativa después de la fuga de tres reos de alta peligrosidad del Reclusorio Sur.
Por una parte, han lanzado una investigación contra autoridades del penal que presumen, con muchos indicios, involucradas en la fuga. Han informado de la manera en que se fueron y han puesto nombres en los presuntos responsables.
Tiene ya la ayuda de las fuerzas federales para buscar a los fugados. Es decir: han reaccionado rápido y bien, como cualquiera espera. Tal vez el problema es ese, que todo es reacción.
Ayer decía el presidente Andrés Manuel López Obrador que, sin acusar a nadie, algo estaba raro en esa fuga porque habían pasado cinco filtros.
Pues no tan raro, señor Presidente. De hecho, habríamos de preguntarnos por qué no hay más. De hecho, como ayer recordaba, los datos son que la mayoría de los reclusorios de los estados son un desastre. Vale la pena recordar que el del que se fugaron los tres hoy buscados tenía, por ejemplo, cero en el rubro de seguridad, sobre 10. Y pues estaba reprobado lo del autogobierno.
Y como buena parte del resto de los reclusorios estatales, no es que no supiéramos. Es más, cuando la CNDH existía —¿se acuerdan?— nos lo decía cada año.
La segunda narrativa es la de culpar a los jueces que mediante amparos permiten que capos de alta peligrosidad y poder lleguen a reclusorios estatales, donde se vuelven los verdaderos directores de la prisión.
Es cierto que los capos y sus abogados han utilizado el recurso con pasión. Y tal vez por eso, en la reforma judicial de Alejandro Gertz se agrega una frase a un párrafo del artículo 21 constitucional: “La imposición de las penas, su modificación y duración son propias y exclusivas de la autoridad judicial, con excepción de los traslados de un centro penitenciario, módulo o cualquier espacio determinado de éste a otro, respectivamente, que estarán a cargo de la autoridad penitenciaria.”
Esto acabaría con los amparos, cierto, pero no compondría la situación de autogobierno y abandono de los penales. Y todo lo que pasa hoy, no tendría por qué no seguir pasando.
No es políticamente redituable meter dinero, tiempo e imaginación a las prisiones. Por eso, el esfuerzo de hoy es volver a meter a los que se fueron. No arreglar el lugar del que salieron.
@puigcarlos