El control de la policía
Mando Único o Mando coordinado de policía en Morelos; parecen lo mismo. Lo son.
La inseguridad sigue siendo un tema alarmante en el país y en el estado; los elevados índices delictivos combinados con la paranoia que dejan los hechos de violencia se han convertido en una peligrosa mezcla para las autoridades. Al gobierno estatal le urge definir un plan que vaya más allá de los policías y las patrullas, requiere algo que incluya un mejor esquema de comunicación y considere a todas las áreas del poder ejecutivo. Eso, y sumar a las autoridades municipales a la lucha contra la delincuencia.
Desde que el gobierno de Graco Ramírez arrebató el manejo de los policías a los alcaldes, el ejecutivo estatal se echó sobre los hombros la enorme tarea de brindar seguridad a los ciudadanos; los convenios que desde hace años signan los ayuntamientos con el gobierno estatal, cediéndole el manejo de los cuerpos de seguridad y los recursos para ello no los liberan de la responsabilidad constitucional que tienen en el tema.
El gobernador Ramírez dijo que bajo un esquema de policía centralizada, con un solo mando estatal e injerencia directa en todas las corporaciones policiacas municipales la situación mejoraría, porque de esa forma la estructura de combate a la delincuencia se reforzaría y se limitaría la posibilidad de que los grupos delictivos intervinieran o se apoderaran de las policías municipales. Pero no fue así.
Con el transcurso de los años constatamos que tener un mando único de policía bajo las órdenes y supervisión directa del ejecutivo estatal no redujo la incidencia delictiva y, por el contrario, multiplicó los problemas para todos. La idea inicial prometía capacitación y equipamiento, depuración y revisiones permanentes a todos los uniformados, también aumento salarial a los policías y homologación de las percepciones, mejora en las prestaciones y seguros para que las familias de los elementos quedaran protegidas en caso de cualquier incidente. Pero tampoco eso sucedió.
El día que Graco Ramírez tomó protesta como gobernador de Morelos dijo que recibía un narcoestado, con una policía en poder de la delincuencia organizada y totalmente alejada de la ciudadanía. El perredista fue muy duro en su discurso y frente al gobernador saliente señaló que la complicidad de la delincuencia en el estado llegaba “hasta el más alto nivel” y eso había vulnerado la capacidad de todas las comandancias municipales. Por eso se implementaría el Mando Único.
Seis años y miles de millones de pesos más tarde el resultado es terrible: la inseguridad en lugar de disminuir aumentó, la capacitación a los elementos fue, como muchas otras cosas más, un gran negocio para las autoridades, porque (por ejemplo) los uniformados solo obtenían el diploma sin haber recibido ningún tipo de adiestramiento. En los municipios el nivel de criminalidad aumentó a tal grado que los propios presidentes municipales tuvieron que comenzar a pagar derecho de piso a los delincuentes.
Con esa historia vivida en carne propia como alcalde Cuauhtémoc Blanco Bravo recibió el gobierno estatal y transformó el modelo de Mando Único en Mando Coordinado; las diferencias entre ambos planes no son muchas (quizá solo el nombre) de ahí que los resultados hasta ahora son los mismos.
Hoy el problema delictivo y la violencia son los más graves y urgentes por resolver en la agenda estatal, son temas que no solo preocupan a la gente, también han modificado el estilo de vida de miles de ciudadanos y afectado de manera directa a la economía estatal, por los cientos de negocios que reciben amenazas, que son extorsionados, que sufren agresiones directas o que de plano han cerrado sus puertas.
No hay semana desde hace varios años en la cual no ocurra un hecho de violencia grave que llame la atención de todos; un día es la ejecución de alguien a plena luz del día, otro es la balacera en algún lugar transitado, otra más cuando un negocio y sus clientes viven momentos de terror producto de las ráfagas de armas largas que son accionadas en su contra… y así podemos seguir contando muchas cosas malas que hemos padecido los morelenses desde hace bastante tiempo.
Resultado de ello es lo que ahora vemos: la gente está muy molesta con las autoridades por la ola delictiva, el ciudadano desconfía del gobierno y las instituciones públicas por los reiterados señalamientos en contra de varios de sus integrantes y eso da pie a que también se cuenten historias en redes sociales que algunas veces no son verídicas, pero que son replicadas (y creídas) por la gente, porque los constantes hechos de violencia nos hacen pensar que ahora todo es posible. Un rumor crece cuando existen elementos que lo puedan hacer creíble.
Frente a esta situación el gobierno estatal no ha dado pie con bola y buena parte de su esfuerzo se ha canalizado al pleito interno y a la lucha contra la percepción; explico:
La semana pasada escuchamos de voz del comisionado de seguridad de Morelos que la falta de resultados en materia de seguridad está relacionada con las limitantes económicas para que la policía opere; y la restricción financiera, lo dijo Guarneros, es culpa directa del secretario de Hacienda, quien no ha querido (sic) dar a la CES el presupuesto que necesita para hacer bien su trabajo. Ergo: el incremento de la delincuencia, de los hechos violentos y las muertes son culpa de Alejandro Villarreal.
Como resultado de ese tipo de expresiones es natural que el ciudadano desconfíe del gobierno y de por válidos todos los señalamientos que se hacen en su contra; si entre los secretarios se lanzan acusaciones tan severas, es obvio que la opinión pública pensará que no vamos por buen camino. Por eso cada narcomensaje que aparece es ampliamente difundido y recibe una alta dosis de credibilidad pública; por eso cada rumor que se difunde de manera verbal o en las redes sociales rápidamente se convierte en un tema viral.
Aunado a ello está el hecho que la narrativa de esta administración se ha centrado solo en tratar de atajar el problema de inseguridad con frases simplonas, excusas inverosímiles o argumentos que se caen solos. Institucionalmente se trata de minimizar la sangre que corre diciendo que “en otros lados están peor” y que “hay un chingo de delincuentes”, no se cansan de decir que todos los muertos están relacionados con la delincuencia, que las mujeres asesinadas perdieron la vida porque “se dedicaban a actividades no muy propias de una dama” o que simplemente “se están matando entre ellos”.
Lo que no se les ha ocurrido a los cerebros de esta administración es hablar de otro tipo de cosas, meter a la charla colectiva asuntos que no tengan que ver con la delincuencia (el turismo, la obra, el desarrollo, la cultura, la educación, el medio ambiente, el campo, el deporte…), para que de esa forma quede claro que Morelos es mucho más que hechos relacionados con la inseguridad.
Y lo más importante: hasta ahora nadie desde el ejecutivo ha reparado en lo fundamental de involucrar de manera real a los presidentes municipales en el tema de la seguridad para hacerlos corresponsables de las acciones, de los logros y también de sus consecuencias, para que hagan más que ceder el dinero federal y convertirlos en un importante eslabón en la estrategia estatal de combate a la delincuencia.
Graco Ramírez no quiso que ninguna autoridad municipal interviniera en el plan del Mando Único porque más que un esquema de seguridad, el MU fue un negocio multimillonario para quienes estaban involucrados.
¿Por qué Cuauhtémoc Blanco no suma a los alcaldes al Mando Coordinado y con ello reparte entre todos el reto de combatir a los bandidos?
Sin ceder el mando, ni los recursos, sí los puede llamar a construir un solo frente contra un enemigo tan grande, fuerte y poderoso como lo es la delincuencia.
¿Le entendieron o sacamos el ábaco?
posdata
Combatir la violencia y la incidencia delictiva sin una estrategia que incluya un buen plan de comunicación nunca va a funcionar, pregúntenle al presidente de México.
No se trata de ocultar la información o desviar la atención, sino de establecer con claridad la realidad, incluyendo todos los ámbitos que influyen en la seguridad y todo lo que implica esa batalla. Mandar boletines no es suficiente; hablar solo de cifras tampoco.
El gobernador Cuauhtémoc Blanco está a unos días de rendir su primer informe de gobierno y el principal tópico que deberá abordar es precisamente la seguridad; este es el momento para replantear las cosas, para sumar voluntades y hacer un frente común contra la delincuencia.
El enemigo de los ciudadanos no es el gobierno (quienquiera que sea), sino los delincuentes. Aunque no lo parezca.
nota
Los alcaldes morelenses se reunieron ayer por la tarde con el gobernador Cuauhtémoc Blanco, luego del zipizape protagonizado la semana pasada tras el maltrato de los diputados a los municipios.
El punto central de esta historia es dinero: los presidentes municipales demandan que se les regrese el 5% del fondo de participaciones que les han quitado a todos los ayuntamientos, lo cual en conjunto representa, dicen, más de mil millones de pesos.
Según los diputados la reacción de los ediles es porque el congreso morelense, de manera responsable, honesta y justa (como todos sus actos) rechazaron la aplicación de nuevos impuestos y cobros municipales, porque ello dañaría la economía de las familias. Los ediles afirman lo contrario.
El alcalde de Jojutla Juan Ángel Flores, por ejemplo, afirma que en su municipio no se plantearon nuevos impuestos, solo multas paran quienes tiran basura en lugares prohibidos, maltratan animales o contaminan el Lago de Tequesquitengo; aún así su propuesta de Ley de Ingresos fue rechazada.
Las versiones de ambos bandos son diametralmente opuestas y ayer el gobernador fungió como mediador en un conflicto del cual también forma parte, porque a él se le quedan los recursos que les quitan a los municipios. Por eso los Presidentes Municipales dicen que los diputados actuaron a petición del gobernador.
Al momento de escribir esta columna no conozco el resultado de dicha reunión, pero dudo que el fondo vaya a regresar a los ayuntamientos; hace unos días el secretario Pablo Ojeda dijo que esa petición era inviable, porque el dinero se necesita para mejorar la infraestructura y para tareas de seguridad.
Pero más allá del resultado de ese encuentro y basados en que varios alcaldes se notaban temerosos ante la figura de Cuauhtémoc Blanco, puedo suponer que además de la verborrea política que dirán al final del encuentro, nada habrá cambiado y los ayuntamientos seguirán en crisis.
Algo es real: los municipios están en crisis, heredaron pasivos multimillonarios y ahora no reciben recursos federales porque el presidente canceló la posibilidad de que los legisladores lleven dinero a sus municipios y a sus estados.
El fondo de “moches”, dijo AMLO, era para fomentar la corrupción. Hoy ya no hay fondo de moches, pero tampoco obras federales en los municipios. ¿Dónde quedó el dinero?
post it
Por si se les olvidó o no esaban enterados, esto es lo que dice la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos sobre la seguridad:
“Artículo 2.- La seguridad pública es una función a cargo de la Federación, el Distrito Federal, los Estados y los Municipios, que tiene como fines salvaguardar la integridad y derechos de las personas, así como preservar las libertades, el orden y la paz públicos y comprende la prevención especial y general de los delitos, la investigación para hacerla efectiva, la sanción de las infracciones administrativas, así como la investigación y la persecución de los delitos y la reinserción social del individuo, en términos de esta Ley, en las respectivas competencias establecidas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
El Estado desarrollará políticas en materia de prevención social del delito con carácter integral, sobre las causas que generan la comisión de delitos y conductas antisociales, así como programas y acciones para fomentar en la sociedad valores culturales y cívicos, que induzcan el respeto a la legalidad y a la protección de las víctimas.”
redes sociales
Si tuvieras que elegir ¿A quién le crees? A los diputados o a los Presidentes Municipales?
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