¿Primero los pobres? ¿Todos?
Ayer reproduje los números que pintan el infierno que son las principales cárceles del Estado de México.
Repito que no es que en el Estado de México estén las peores, no. Muchos estados tienen peores niveles de sobrepoblación, violencia, y degradación al interior de sus penales. Al menos el Estado de México tiene ya un diagnóstico claro y una propuesta de solución, lo que no pasa en entidades con gravísimos problemas que más temprano que tarde estallarán. Los penales federales están en mucho mejores condiciones que los estatales.
La construcción de sistemas penitenciarios seguros, dignos y ordenados, donde quién manda es el Estado y no los presos, donde no se permite a delincuentes sentenciados seguir delinquiendo, donde se respetan los derechos humanos y existen programas que preparan al preso para su salida, son fundamentales para la construcción de la paz en el país. No hay estrategia de seguridad que funcione si no se incluye a los reclusorios.
La manera en que desde hace mucho funciona nuestro sistema penal, además, ha llenado las cárceles de los más pobres y ya adentro los empobrece más. Todo cuesta dinero en las prisiones, dormir acostado, comer, no ser violentado y un largo etcétera.
Aún así, a nadie que se dedique a la política le interesa demasiado lo que pasa en esos infiernos. Nadie gana votos o aprobación en las encuestas por dedicar más presupuesto y tiempo a los reclusorios. Sobre todo, presupuesto para instalaciones, tecnología y custodios.
Pero en estos tiempos de austeridad…
En el Estado de México, donde la situación es de emergencia, el Congreso local de mayoría Morena rechazó la propuesta del gobernador de construir dos penales nuevos para al menos mitigar algunos de los problemas en prisiones.
La escritora y periodista brasileña Eliane Brum escribió hace unos años: “Llorar por los inocentes es fácil. Lo que nos define como individuos y como sociedad es nuestra capacidad de exigir dignidad y legalidad en el tratamiento de los culpables. El compromiso con el proceso civilizatorio es arduo y exige lo mejor de nosotros: respetar la vida de todos, incluidos los asesinos. Todo lo que no sea eso es demagogia”.
Pues eso.
@puigcarlos