Pesimismo crítico
Admite nuestro compañero de páginas, Guillermo Valdés Castellanos, padecer cierto pesimismo y advertir cierta tendencia a la repetición en las reflexiones críticas sobre la política nacional (“¿Es inútil la crítica?”, MILENIO 12 /2/20).
Pesimismo y repetición se asocian al final de su argumento con la sordera del gobierno frente a la crítica, ya que esta no lo mueve un ápice de sus políticas, por erróneas que sean.
Estoy de acuerdo con Valdés Castellanos: la crítica no solo no mueve al Presidente, sino que lo aferra a sus posiciones, porque las recibe como ataques y piensa que aceptarlas es mostrar debilidad.
Añado que en esto Andrés Manuel López Obrador no es tan distinto de otros presidentes que yo recuerde, salvo que habla más y deja ver más claro lo que piensa.
No creo que nadie haya influido nunca en la conducta de un presidente mexicano criticándolo en la prensa, salvo cuando, por alguna razón, las razones de la crítica convienen a las razones del poder.
La verdad es que escribir para influir en el Presidente ha sido siempre una tarea condenada al pesimismo y a la repetición. No creo que haya tenido sentido o eficacia, ni antes ni ahora.
Lo que me parece que tiene sentido es escribir para la conversación pública. Creo que para el mejor servicio de esa conversación conviene dejar de querer influir en el Presidente y concentrarse en la realidad —gobierno y Presidente incluidos.
Vale decir: atender los hechos, no los dichos, entendiendo que los dichos a veces pesan como hechos.
A la larga, una mejor forma de mantener viva la deliberación crítica es poner la mirada en la realidad, no solo en el Presidente; en la economía y en la sociedad, no solo en el gobierno. Con el tiempo, la acumulación de la mirada crítica es siempre más poderosa que la verdad oficial de cada gobierno.
Los hechos son una mejor guía para la crítica que el asalto a la verdad oficial, por naturaleza autocomplaciente y sorda. La crítica, por lo demás, es un bien público en sí misma, aunque se exceda, se desboque, se repita o se ponga pesimista.