Fátima y la impunidad
Aquí estamos. Dos casos de horror en Ciudad de México han encendido la indignación y la movilización.
Pero no es nuevo, se viene construyendo hace muchos años. El deterioro solo aumenta y el Estado ha sido incapaz hace tiempo de dar respuestas contundentes, estructurales, a la tragedia, a las tragedias. La primera víctima de aquello que conocimos como “las muertas de Juárez” fue en 1993. Tenía 12 años.
Y en estos casos, como siempre, como tantos antes, como tantos después, había alertas, signos, quejas que la autoridad no atendió. Y hubo impunidad y esa tiene consecuencias.
Hace poco, el equipo de Data Cívica y del Área de Derechos Sexuales y Reproductivos del Programa de Derecho a la Salud del Centro de Investigación y Docencia Económicas publicaron el estudio “claves para entender y prevenir los asesinatos de mujeres en México”.
El documento debería servir a cualquier autoridad para comenzar a proponer políticas serias para comenzar a atacar el problema.
Lo primero que encontraron fue la falta de registro, en el caso de homicidios de mujeres, de datos que servirían para entenderlo mejor. Pero rascaron y lograron algunas conclusiones desde las cuales construir políticas públicas.
El documento se puede encontrar aquí (https://bit.ly/37BDAMm).
El estudio detalla edades, tendencias, geografías, violencia en la familia, y sí, impunidad.
Cuatro cosas, dicen las autoras, se podrían empezar a hacer con base en lo encontrado en el estudio: remediar la falta de datos, enfrentar adecuadamente la violencia en la familia, exigir el control efectivo de armas, y desmilitarizar la seguridad pública.
Escribió ayer Estefanía Vela, que de esto sabe mucho: “Se ha dicho hasta el cansancio: el feminicidio no es solo el acto de privar a una mujer de su vida. Es todo lo que vino antes y todo lo que viene después. Es una falla sistémica. Una omisión perpetua. Es la legitimación constante de la violencia”.
Y no, señor Presidente, no es asunto de neoliberalismo, sino de machismo, de una desigualdad y violencia más allá de lo económico, añeja, histórica y, sí, impune.
@puigcarlos