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SERPIENTES Y ESCALERAS

Liderazgo

Los liderazgos históricos se perdieron y no han surgido nuevos.

La descomposición del ambiente social y político en el estado no es nueva, se arrastra desde hace varios años, al menos desde hace un par de décadas. Este fenómeno deriva de distintas circunstancias, una de ellas la ausencia de liderazgos en el estado, la falta de rumbo en los sectores y una marcada división en la sociedad. Todo se conjuga provocando lo que ahora vemos: un estado dividido, morelenses confrontados y una entidad que no marcha al ritmo de los demás estados del país. La falta de liderazgos es un elemento sustantivo en la crisis que hoy vivimos.

Reflexiona, lectora lector queridos, sobre las circunstancias que nos rodean actualmente:

¿Qué político (sin importar las siglas de su partido) te merece respeto?

¿En qué representante popular de los tres niveles de gobierno en Morelos confías?

¿A quién de los 20 diputados que conforman la 54 legislatura local le aplaudirías su labor?

¿Qué juez o magistrado del TSJ Morelos consideras una persona honesta e íntegra?

¿Qué empresario local te provoca admiración por su trabajo?

¿A qué medio de comunicación le concedes un grado razonable de credibilidad?

¿Hay algún personaje de la vida pública o privada, de la academia, de la iniciativa privada o de la sociedad civil en quien veas liderazgo?

Independientemente de otras razones que afectan el desarrollo estatal y que muchas veces hemos comentado en este espacio, el liderazgo es un punto sustantivo, poco observado, pero muy importante para entender porqué estamos como estamos.

Si lo analizamos de manera política o electoral, la falta de liderazgo ha provocado la llegada al poder de figuras sin respaldo social, merecimiento político o arraigo; la clase gobernante de hoy se caracteriza por su distanciamiento con la gente, por su falta de conocimiento de los problemas y su desprecio al dolor de los demás. Y me refiero a casi todos los gobiernos sin importar las siglas que representen; ningún político actual tiene liderazgo más allá de un pequeño sector de la sociedad o de su partido… ni les interesa tenerlo.

Sin conducción política no podemos tener desarrollo, porque en Morelos igual que en muchas entidades del país el gobierno representa uno de los motores de la economía local; en las últimas administraciones públicas, particularmente la de Graco Ramírez, el gasto del estado se canalizó a empresas creadas exprofeso por los funcionarios y las familias graquisas o a las de socios de otros estados, como Puebla, el Estado de México o Monterrey. La falta de liderazgo en el sector empresarial permitió a la administración pasada dejar fuera a la mayoría de las empresas locales y no hubo una voz representativa en ese sector que reclamara trato justo e igualitario. Peor: los “líderes” formales de la Coparmex se pusieron a hacer negocios con el régimen.

Lo que tenemos a la vista es un Morelos sin liderazgos; los viejos personajes políticos que transitaban de un sexenio a otro brincando de cargo en cargo se perdieron precisamente por eso, porque en lugar de apostar por un bien general (que implícitamente les brindaría reconocimiento y capital social personal) se metieron a una dinámica de complicidades e intereses individuales que los desprestigiaron y los condenaron al ostracismo.

El tema es de fondo para entender lo que está ocurriendo, pero sobre todo para saber lo que vendrá en el futuro. Sin liderazgo es imposible que Morelos salga delante de los problemas que lo aquejan: el gobierno debe tener liderazgo social para que sus acciones y decisiones sean aceptadas y respaldadas; también los partidos y el sector privado necesitan retomar liderazgos para ser representativos y, cada quién en su ámbito, necesitamos una guía que nos muestre para donde avanzar todos juntos.

La ausencia de liderazgos es ahora una oportunidad para quien observe y entienda la situación. Hablando electoralmente se necesitan personajes que garanticen una mejor actuación que la que hemos visto en los últimos años; la elección del 2018 nos dejó una enseñanza muy clara a todos: para que las cosas mejoren no solo se necesita gente nueva, fundamentalmente requerimos personas con capacidad, con talento y con decisión para resolver los problemas.

Socialmente la representatividad también hace falta, porque desde hace muchos años no vemos una figura que reconozca y encabece la agenda social, que sea la voz de los ciudadanos y actúe en congruencia con lo que demanda la gente. Este liderazgo puede ser social o político, puede surgir de la sociedad civil organizada, de la iniciativa privada, de los partidos o hasta de los gobiernos, lo que se busca es que alguien comience a generar empatía social y apueste por una agenda colectiva.

Quien lo haga (o quienes lo hagan, porque se necesitan muchos liderazgos) puede encontrar un bastión de oportunidad que desde hace años está abandonado porque nadie se ha preocupado de voltear a verlo. Crear un liderazgo no es tarea sencilla ni tampoco es algo que se logre de la noche a la mañana, pero hay que comenzar a trabajar en ello.

Los nuevos liderazgos, dicho de paso, no se lograrán con esquemas del pasado que fracasaron; las reuniones de comités, los desayunos políticos y todas esas mafufadas que desde hace décadas organizan los políticos criollitos solo sirven para halagar al político en turno, pero no funcionan para nada más, por eso no hay liderazgos.

Por su trayectoria profesional y su posición política, quien más fácilmente podría construir un nuevo liderazgo es el gobernador Cuauhtémoc Blanco. Quizá el exfutbolista supone que él ya es gobernador y no requiere de ninguna validación social, pero él debería ser el más interesado en encabezar un movimiento de este tipo: para que la gente respalde sus acciones de gobierno, apoye sus decisiones y también para que en el futuro pueda apoyar a quienes en su entorno pueden continuar su proyecto político.

El liderazgo es un elemento fundamental en todos los aspectos de la vida, particularmente cuando se trata de figuras públicas, gobiernos y áreas de desarrollo. Los problemas que enfrenta Morelos derivan, entre otras cosas, de que no tenemos líderes.

Esa circunstancia es hoy la oportunidad para que surjan nuevos liderazgos que rebasen el momento, que vayan más allá de una institución, pero sobre todo que permitan a los ciudadanos tener fe en alguien y recuperen la confianza.

¿Quién se anima?

posdata

El lunes fue el Comisionado de Seguridad José Antonio Ortiz Guarneros, el martes el Secretario de Gobierno pablo Ojeda; ambos, por separado, acusaron a jueces de Morelos de estar coludidos con delincuentes y de liberar a secuestradores.

La historia no es nueva, pero sigue vigente: una y otra vez desde hace años los ciudadanos observamos cómo la justicia en la entidad se ha mercantilizado, se le pone precio y sirve al mejor postor. La presidenta del TSJ Carmen Cuevas refuta y en una intentona de defensa personal exhorta a quienes los acusan a que documenten sus acusaciones; “La vinculación a proceso y las sentencias dependen de las pruebas que se presenten” dice la polémica magistrada.

Independientemente de la justificación de la dama, lo evidente es lo que se ve: los delincuentes muchas veces son detenidos en flagrancia, los policías presentan las pruebas que acreditan los ilícitos y aún así salen libres unas horas después.

Imaginemos lo que este tipo de situaciones deja a un policía que arriesga su vida y la de su familia al detener y poner a disposición a un delincuente, sobre todo cuando se trata de personas relacionadas con la delincuencia organizada. La pregunta es natural ¿Vale la pena detenerlos y ponerse en riesgo al hacerlo cuando un juez los va a dejar libres?

Carmen Cuevas alegará que las puestas a disposición no se hicieron bajo el debido proceso y por ellos los nobles y justos jueces “tuvieron” que dejarlos en libertad con todo el dolor de su corazón; cualquiera con un dedo de frente sabe que en el Poder Judicial de Morelos hay una enorme red de complicidades que se mueven en lagunas legales y argucias jurídicas para ayudar a la gente mala.

Si hablamos de ejecuciones, la mayoría de las víctimas tienen antecedentes penales y por información oficial nos enteramos de que días, meses o semanas antes fueron detenidos y encarcelados por portación de armas, por tráfico de drogas, por extorsión o por secuestro. Entonces nos preguntamos ¿Qué hacían afuera?

Lo dicho por José Antonio Ortiz Guarneros y Pablo Ojeda va en concordancia con lo que recientemente ha señalado el presidente Andrés Manuel López Obrador: entre los muchos espacios de corrupción que se deben investigar para que las cosas cambien en nuestro estado y país está el poder judicial, porque ahí las mafias delictivas han construido su principal punto de defensa.

Dicho sea de paso: la corrupción de los jueces no es solo con personajes relacionados con la delincuencia organizada, también ayudan a exfuncionarios ladrones que desde hace tiempo deberían estar, al menos, sujetos a proceso, pero que con la ayuda de la presidenta del TSJ Morelos Carmen Cuevas han podido alargar los asuntos y defenderse en el escritorio sin que sus temas sean judicializados.

Aunque poco se voltea a ver, la corrupción en el Poder Judicial de Morelos es enorme; más, quizá, que en los otros dos poderes del estado.

nota

El tema de los verificentros comienza a generar suspicacia en algunos sectores de la sociedad que consideran que nuevamente se hará negocios con ese tipo de establecimientos; las miradas apuntan al secretario de Desarrollo Sustentable Constantino Maldonado, que varias veces ha sido señalado por supuestos actos de corrupción.

Recordemos que el sexenio pasado el gobierno de Graco Ramírez se dio vuelo en ese tema, que cancelaron todas las concesiones existentes y que aparentemente otorgaron todas a un mismo grupo de la Ciudad de México.

Los verificentros, dicen los que saben, son muy buenos negocios, sobre todo cuando como en Morelos son pocos y atienden grandes zonas. La inversión en este tipo de negocios es grande, pero la recuperación es rápida por esa misma razón: el negocio está garantizado y además atienden a un enorme sector de ciudadanos de la Ciudad de México emplacan sus autos en nuestro estado para evitarse el pago de tenencia.

Ya se hizo la primera denuncia pública por el tema de los verificentros en contra de Constantino Maldonado; veremos hasta donde da esta historia.

Polémica seguramente habrá.

post it

A los diputados locales les urge comenzar a cambiar su imagen, porque ya entramos de lleno a un año preelectoral en donde todo lo que se haga o deje de hacer contará en el futuro inmediato.

De manera particular a los de Morena les tendría que apurar mostrar un rostro diferente, dado que para ellos la posibilidad de reelección está vetada por estatutos y todos tendrán que buscar una candidatura distinta en un espacio municipal o en el congreso federal.

El tiempo es clave en esta historia (ya estamos en los últimos días de febrero), porque en un abrir y cerrar de ojos los partidos iniciarán sus procesos internos de selección de candidatos y en ese momento la imagen pública será determinante para elegir a los mejores prospectos.

¿Cuántos de los diputados actuales podrán continuar su carrera política?

redes sociales

Las redes sociales juegan un papel importante en la comunicación, pero hay que entenderlas para poder aprovecharlas.

El contenido es el primer elemento que valorar; lo siguiente es la credibilidad del emisor del mensaje.

Los trolles y las cuentas fantasmas han dejado de ser efectivas.

Comentarios para una columna sonriente:

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