No entienden que no entienden
El infame cese del director del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía es otro brochazo de mugre en el mural que la 4T viene dando al del anterior sistema nacional de salud pública, el mismo que con ineficiencias y deficiencias lógicas del subdesarrollo jamás había sido tan degradado como ahora.
Por fortuna el doctor Miguel Ángel Celis es un neurocirujano de excelencia que, si bien ve truncada una trayectoria vocacional de decenios al servicio de la sociedad, tiene ante sí la oportunidad de dar atención profesional exclusiva a sus pacientes porque, aunque los procuraba en el INNN, debía mezclar su especialidad con la monserga de la administración pichicatera (“austeridad republicana”) y la grilla porril de quienes consiguieron echarlo del prestigiado centro de asistencia, enseñanza e investigación venido a menos.
Mucho peor desde luego son el presente y futuro inmediato de decenas de miles de pacientes de múltiples padecimientos que dependen del sistema público de salud, muchísimos de los institutos de Neurología y Neurocirugía, Cancerología, Nutrición, Enfermedades Pulmonares, Hospital Infantil, Cardiología y otros que, de ser los mejores de Latinoamérica, se debaten hoy entre la sobrevivencia y la chatarrización.
Negado reiteradamente, el alarmante desabasto de medicamentos que comenzó el año pasado, generado por una obtusa política de ahorro (con cacareo de supuestas prácticas de corrupción de las que no hay una sola consecuencia penal) dejó a la intemperie la deplorable gestión de las dependencias implicadas, marcadamente la Secretaría de Hacienda pero sobre todo la de Salud, cuyo titular, Jorge Alcocer, se dio el lujo de prescindir del doctor Celis a sabiendas de las insuficiencias presupuestarias, el impacto de las medidas cuenta chiles de que no lo respaldó en la demanda, desde hace 10 meses, de aprobar un director de administración.
Por abominar a Vicente Fox, la 4T mató el Seguro Popular, agravando el desastre del sistema. El problema se catapultó con la echada a andar, sin reglamentación y sobre las rodillas, del hilarante Instituto de Salud para el Bienestar.
El colapso ha sacado a la calle lo mismo a madres y padres de niños enfermos de cáncer que afectados de VIH privados de retrovirales, jubilados de Pemex o mujeres que requieren de quimioterapias en la Fundación de Cáncer de Mama, y que son vistos como “opositores” al gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Problemas que estallan en el contexto letal de la creciente criminalidad y el arribo del indignado y refrescante movimiento femenino contra la violencia de género que, según los ideólogos del régimen, es azuzado por la “derecha corrupta del neoliberalismo”.
Paranoicos, mediocres y estultos pero empoderados, los fanáticos de la 4T atribuyen todos los males desatados por su crasa incapacidad a una doctrina económico-política sin la que sería inconcebible el acuerdo del TMEC que actualiza el salinista de libre comercio. Pero eso sí, bien que lo celebran…