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SERPIENTES Y ESCALERAS

Historia panista

Hubo una vez un partido de oposición que se dio cuenta que podía ganar. Y lo hizo

En 1997 el Partido Acción Nacional dio un viraje a su estrategia electoral en Morelos y compitió un candidato ciudadano; puso sus recursos materiales y humanos en la capital y concentró toda su fuerza en ganar Cuernavaca. En ese momento los panistas dejaron de lado la opinión de su consejo y en lugar de contender con un panista de cepa, de esos que históricamente ganaban las elecciones internas y perdían el proceso constitucional, apostaron por una figura que les garantizaba votos ciudadanos. El resultado lo sabemos todos.

Lo que hizo el panismo ese año fue determinante para lo que sucedió en las contiendas posteriores: su candidato a la alcaldía no tenía un pasado panista y distaba mucho de ser como el resto de los políticos blanquiazules que conocíamos en Morelos. Sergio Estrada no era un hombre creyente, ni tampoco una figura hogareña (que era el estereotipo que vendía el PAN); por el contrario, el mecánico era un sujeto misógino, frívolo, mujeriego y bebedor que sin embargo apareció en el momento adecuado y supo venderse como la cara opuesta de los políticos priístas de siempre.

Lo que hizo el PAN en 1997 fue interesante por muchas razones y por ello vale la pena volver a analizarlo:

1- Acción Nacional hizo de lado la opinión de su consejo y sacó de la boleta al panismo tradicional; cambió votos de consejeros por votos ciudadanos y al hacerlo modificó radicalmente su historia política en el estado.

2- En una época donde el PRI ganaba todo y los otros partidos no tenían ni la fuerza, ni los medios necesarios para competir de igual a igual en todos los municipios, el PAN decidió poner todos los huevos en una sola canasta, Cuernavaca, para desde ahí construir un proyecto político estatal que les permitiera ganar la gubernatura. Y lo lograron.

3- La clave de este plan fue la selección de candidatos socialmente rentables, figuras que hicieran empatía con la gente más allá de la militancia y que les permitieran contar con sectores que históricamente no los apoyaban.

Veinte años después en un momento de indefiniciones políticas e incertidumbre electoral el PAN vuelve a estar en condiciones de desventaja electoral, fuera del gobierno estatal, de la capital y severamente mermado en su estructura y posicionamiento político.

Sergio Estrada fue la luz y la oscuridad del PAN: el mecánico hizo un buen trabajo como alcalde porque a diferencia de su antecesor tuvo muchísimo más dinero: durante su primer año de gestión Cuernavaca entró al programa federal de Cien Ciudades y el presupuesto pasó de 100 a 1,000 millones de pesos de un año a otro.

Con ese empuje fue fácil para Acción Nacional ganar la elección del año 2 mil y arrebatar al PRI casi todas las posiciones políticas en disputa; igual que ahora Morena, en ese año el PAN tuvo el control absoluto del control de Congreso y obtuvo la victoria en la mayoría de las presidencias municipales.

Pero administrar una ciudad no es lo mismo que gobernar todo un estado y por eso comenzaron los problemas y la debacle del PAN. La frivolidad de Sergio Estrada que en un principio resultó simpática para muchos, rápidamente se volvió un punto en contra de su partido y de su administración; al principio sus ocurrencias eran aplaudidas por distintos sectores de la sociedad, pero conforme los problemas sin solución se acumularon, las demandas se incrementaron y la esperanza se convirtió en decepción.

El 2020 es un año preelectoral que representa el inicio de una nueva etapa política en el estado; en las elecciones del próximo año ya no habrá una corriente nacional que arrastre a todos los candidatos del partido en el poder, por el contrario, quienes compitan bajo esas siglas cargaran con el desgaste de gobiernos que se han quedado cortos, que incumplieron sus promesas de campaña y repitieron las mismas acciones del pasado.

Es ahí donde la historia de hace 20 años se vuelve interesante: el PAN es el partido con más posibilidades de competencia en las elecciones que vienen, es el único que podría arrebatar la capital a Morena y de los pocos que aún pueden atraer votos ciudadanos por sus siglas.

Cuernavaca vuelve a ser el punto de arranque para el PAN y para muchos partidos que quieren regresar al poder; desde la capital es posible construir un proyecto político de largo plazo porque este municipio representa el mejor escaparate para quienes aspiran a gobernar el estado en el 2024.

Pero la posibilidad no es un cheque en blanco, ni tampoco una apuesta ganada; para ganar Cuernavaca el Partido Acción Nacional debe analizar muy bien los escenarios y tomar buenas decisiones, tiene que pensar muy bien la estrategia que va a seguir y necesita ponerse a trabajar desde ahora. Pero sobre todo lo que requiere el PAN es repetir aquella vieja fórmula de competir con un candidato rentable hacia afuera (panista o no panista), que les garantice votos más allá de la militancia y que pueda ganarse el respaldo de sectores que hoy no están de su lado. El resto de los municipios son importantes para el PAN, pero ganar Cuernavaca tiene que ser su prioridad.

Si el Partido Acción nacional actúa con inteligencia, el trabajo de campaña debe comenzar desde ahora en varios aspectos: hacia adentro para fortalecer la unidad en la pequeña estructura que tienen y hacia afuera mostrándose como una opción atractiva para el electorado. El punto más importante dentro y fuera es competir con una figura que sea bien aceptada por la militancia y bien vista por la sociedad.

La dirigencia del PAN en 1997 fue inteligente porque apostó por un candidato electoralmente rentable, aunque luego se perdió en el camino y junto con los gobernadores panistas quemaron la marca. La dirigencia actual tiene que dejar de perder elecciones, necesita observar mejor el escenario y buscar candidatos que les garanticen triunfos en las urnas.

En las elecciones del 2021 Morena será el partido a vencer, pero el PAN representa la opción más atractiva para los ciudadanos que no simpatizan con ese partido. La clave para que el PAN triunfe en las próximas elecciones está en la mezcla partido-candidato.

La oportunidad para que Acción Nacional recupere terreno electoral es ahora.

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La mezcla partido-candidato no es exclusiva de acción nacional, por el contrario, es la mejor fórmula por la que puede optar cualquier partido político.

Siempre hay políticos con aspiraciones de gobernar la capital, pero las expectativas de muchos crecen exponencialmente durante la segunda mitad del sexenio, porque en ese momento el alcalde de Cuernavaca se convierte en candidato natural a la gubernatura.

Precisamente por eso Antonio Villalobos ha dicho en diversos espacios que tiene interés de reelegirse en el cargo. Su problema es que por estatutos de Morena eso no es posible.

Es ahí donde aparecen otras figuras interesadas en entrarle: el diputado federal Alejandro Mojica es uno, aunque sus posibilidades de triunfo son mínimas; Mojica Toledo triunfó en las urnas porque era candidato de Morena y porque lo arrastró la oleada obradorista; si no fuera por esas circunstancias Alejandro nunca habría ganado.

Lo mismo puede decirse del diputado Belindo, quien saltó de partido en partido hasta que pudo ocupar la candidatura de Morena a través de un acuerdo que a nivel nacional hizo Manlio Fabio Beltrones. Jorge Argüelles quiere competir por la presidencia municipal de Cuernavaca, en varios espacios ha mencionado que tiene el apoyo del gobernador y los recursos económicos suficientes para competir. Lo que no posee el legislador del PES es presencia en la ciudad, ni imagen más allá de la que deriva de acudir a todos los actos del ejecutivo.

Alguien que no ha dicho nada, pero que de manera natural debe ser tomado en cuenta es el secretario de gobierno. Pablo Ojeda es un político que ha hecho muy buen trabajo, está alejado de escándalos, no grilla y se dedica 24/7 a la política interna; gracias a Ojeda muchos problemas sociales se han resuelto y otros no han explotado, por eso, aunque se antoja como una figura atractiva para competir por la presidencia municipal de Cuernavaca, quizá no este en condiciones de dejar el cargo porque es en él en quien recae la gobernabilidad de régimen.

Una figura más que está en la mesa, aunque con mucho menos fuerza que en el proceso electoral anterior es Gilberto Alcalá; recordemos que la candidatura del árbitro fue el motivo de rompimiento del gobernador con Morena y la causa de que el ejecutivo estatal se distanciara tanto del jefe municipal. Gilberto es un Cuernavaco de toda la vida, es una figura apreciada, con buena imagen y mucho trabajo ciudadano, aunque al parecer ahora no es la primera carta con la que jugaría el gobernador.

Para Cuauhtémoc Blanco ganar la capital es igual de importante que mantener el control del congreso local; los diputados lo acompañarán durante la segunda mitad de su periodo, lo apoyarán o le meterán el pie, lo ayudarán a mantener la gobernabilidad o le darán una patada para que deje a gubernatura antes de que concluya su periodo.

El alcalde, por otro lado, puede representar su delfín político, su apuesta por la gubernatura a través de alguien afín que no lo persiga después de que entregue el cargo, ni le busque (o arme) historias de corrupción cuando ya no tenga el poder.

Igual que para cualquier partido político, para el gobernador la definición del candidato a la presidencia municipal de Cuernavaca es sustantiva.

nota

Lo mismo que para el gobernador, para un alcalde es muy importante que quien lo sustituya sea una persona con la que lleve buena relación. La administración pública de un municipio es una labor muy complicada en la que participan cientos de personas, pero solo uno es responsable.

En Morelos hay varios casos de ediles que perdieron la elección contra un rival antagónico (a veces en su mismo partido) y lo que deriva de ello son meses de pesadilla y persecución que en algunas ocasiones ha terminado en cárcel.

El ejemplo más reciente de ello lo vemos en Jiutepec, donde Rafael Reyes no paso por alto las trapacerías de su antecesor y abrió varias carpetas de investigación; el resultado es lo que hoy observamos: el regordete perredista Manuel Agüero está vinculado a proceso con altas probabilidades de perder su libertad y tener que resarcir el daño patrimonial que causó a las arcas públicas.

El momento más duro para cualquier político es cuando deja el poder.

Pregúntenle a Graco Ramírez.

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¿Qué porcentaje de políticos regresa a la vida pública después de una derrota o luego de un trienio de ausencia?

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A Antonio Riva Palacio le cuestionaron por los negocios de sus hijos, a Carrillo Olea por su equipo de fuereños, a Estrada Cajigal por su frivolidad y vínculos con la delincuencia, a Marco Adame por su opacidad y tibieza. Independientemente de los problemas que cada una de estas administraciones enfrentó en distintos momentos, la personalidad de sus titulares generó molestia en diversos sectores.

A Graco lo criticaron por sus actos de corrupción, por sus colaboradores fuereños, por su frivolidad, por su opacidad y por su soberbia.

El tabasqueño concentró las peores características de los últimos cuatro gobernadores.

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