El dinero que no se usó en salud
Si no hay medicinas en los hospitales públicos es porque no las compraron y usaron el dinero en otra cosa.
Si la Fundación de Cáncer de Mama dejará de atender a ocho mil 500 mujeres de escasos recursos, es porque el gobierno le quitó el dinero para gastarlo en otra cosa.
Si faltan todo tipo de medicinas caras es porque cancelaron los contratos con los laboratorios.
Así de sencillo. Así de cruel resultó la “economía moral” de la 4T.
El dinero se fue a Pemex, a construir el aeropuerto de Santa Lucía y a programas clientelares.
De acuerdo con el reporte Informes Sobre la Situación Económica, las Finanzas Públicas y la Deuda Pública, de la Secretaría de Hacienda, al cierre del cuarto trimestre del año, la Secretaría de Salud tuvo un subejercicio de mil 623.1 millones de pesos.
Ahí está el documento oficial: Salud se “ahorró” mil 600 millones de pesos el año pasado.
El IMSS tuvo un subejercicio de 328 millones de pesos.
Suman mil 951 millones de pesos no ejercidos porque se mandaron a otro lado.
Por las protestas, quieren cubrir ese faltante con el dinero de los empresarios convocados a la rifa del avión presidencial, que no se va a rifar.
¿Adónde se fue ese dinero que debió gastarse en medicamentos, equipo médico, atención a pacientes?
Es imposible afirmar con precisión que el dinero que se quitó a una dependencia en particular se fue exactamente a tal otra. Pero en el ejercicio del gasto en 2019 se vio dónde estaba el interés presidencial.
De acuerdo con Transparencia Presupuestaria –de la Secretaría de Hacienda–, a la Defensa Nacional, encargada de construir el aeropuerto de Santa Lucía, se le aprobó, para 2019, un gasto de 93.67 mil millones de pesos. Y se le pagaron (ejercido) 104.37 mil millones de pesos.
Es decir, la Defensa gastó 12 por ciento más de lo aprobado.
Se le escamoteó el dinero a Salud, a Educación y a otros rubros del presupuesto y se abrió la chequera para la Defensa, que construye a marchas forzadas un aeropuerto que es cuestionado por todos los organismos de aeronáutica, que se inclinaban por Texcoco como mejor opción.
Sí, se va a cumplir el capricho presidencial de destruir el aeropuerto de primer mundo que se hacía, para tener uno pequeñito, lejos y disfuncional.
Qué caras salen las obsesiones de nuestro mandatario.
Para destruir Texcoco hubo que pagar (según SCT) 75 mil 223 millones de pesos en recompra de bonos de Fibra E y liquidación de contratos.
Faltan por pagar cuatro mil 200 millones de dólares a extranjeros tenedores de bonos.
Más el costo de destruir físicamente lo que hay.
Más lo que ya se había pagado por una obra que estaba construida en una tercera parte.
Más lo que se perdió en empleos y en el aprovechamiento de terrenos del actual aeropuerto.
Y se paga, entre otras cosas, con dinero que debió ir a salud y a educación.
¿Se entiende ahora por qué faltan medicinas –fundamentalmente en los estados–, material de curación, de quimioterapias, de tomografías, enfermeras despedidas, no hay dinero para atender a mujeres con cáncer de mama…?
No son los conservadores, no son los médicos, no son los laboratorios. Es el gobierno que tiene prioridades equivocadas.
“Economía moral”, le llaman al tiradero que tienen y afecta a gente de carne y hueso.
Hay otro capricho, o mejor dicho obsesión ideológica: cerrar el paso al sector privado en la exploración y extracción de hidrocarburos –que autoriza la Constitución–, por lo que el gobierno gasta miles de millones de dólares en ese objetivo y en construir una refinería.
A Pemex se le invirtieron, como recursos adicionales, cinco mil millones de dólares en 2019. Se tomaron de algún lado: fueron aportaciones del fisco y gracias a los “ahorros logrados en la lucha contra el huachicol”, explica el gobierno.
Lo del “huachicol” es cuento: sólo entre junio y octubre del año pasado, los robos de combustibles a ductos de Pemex ascendieron a 13.9 millones de barriles, equivalentes a 44 mil millones de pesos (El Universal, 19 de febrero, con datos de Pemex obtenidos vía Transparencia).
¿Cuáles ahorros, por favor? El dinero inyectado a la empresa estatal vino de quitárselos a otras áreas del presupuesto.
La Secretaría de Energía, según el presupuesto original versus el presupuesto modificado, tuvo una variación de 380 por ciento.
El presupuesto original era de 26 mil 585 millones de pesos y el modificado fue de 127 mil 675 millones de pesos, como se reportó al Congreso.
Cien mil millones de pesos más le entregaron a Sener en el curso del año, mientras ahorraban en medicinas y equipo médico.
Las prioridades de un gobierno se reflejan en su presupuesto y en cómo gasta el dinero.
Gasto social hay muchísimo, pero sin reglas de operación, lo que es oro molido para el clientelismo electoral.
Abrieron la cartera para cumplir las prioridades presidenciales.
¿Prioridades? Caprichos, obsesiones ideológicas y control político.