Tiene la razón Jonathan Heath
Los datos que el INEGI dio a conocer el día de ayer respecto a la evolución del Producto Interno Bruto (PIB) al cierre de 2019 pusieron otra vez sobre la mesa la discusión respecto a si México está en recesión.
El subgobernador del Banco de México, Jonathan Heath, señaló, a través de redes sociales, que ni hemos estado ni estamos en recesión.
Argumentó que los criterios internacionales para considerar que una economía está en recesión tienen que ver con la duración, la profundidad, y la difusión del retroceso económico.
Y, justamente por esos criterios, desde una perspectiva estrictamente técnica, México ni está ni ha estado en recesión.
Con relación a la profundidad de la caída, el INEGI ha referido que el promedio del retroceso del PIB fue de -0.1% en 2019. Jonathan Heath señaló, con toda razón, que esta caída es estadísticamente irrelevante. Sería lo mismo si se hubiera presentado un alza de 0.1 por ciento. En los dos casos, la situación sería de estancamiento.
En la economía cualquier cifra negativa no es como si se perdiera 1-0. Cualquiera de las dos cifras señaladas sería equiparable a un empate.
En cuanto a la duración, en efecto, se trata de cuatro trimestres en los cuales el registro de variaciones trimestrales ha sido de -0.1 por ciento. No hay discusión.
Sin embargo, respecto a la difusión, y quizás es uno de los argumentos más relevantes, no tenemos un retroceso generalizado, sino una caída en algunos sectores, combinada con un crecimiento en otros.
Ese simple hecho ya no permite caracterizar a la circunstancia como una recesión.
Se cumple solo uno de tres criterios.
Cuando Heath ofreció estos argumentos a través de las redes sociales se presentó una andanada de críticas absolutamente irracionales.
Lejos de debatir respecto a la validez de los argumentos, señalaron que el subgobernador vivía en un mundo fantasioso, pleno de privilegios.
Algunos refirieron experiencias puntuales a propósito del mal desempeño que ellos habían observado en los últimos meses.
Es el típico caso del cuestionamiento a las evidencias científicas, sustentadas en millones de evidencias, con unos cuantos casos particulares.
En el México de hoy, esto tiene que ver con un ambiente en el cual los argumentos lógicos y los sustentos racionales ya no cuentan.
En un extremo, los partidarios del gobierno rechazan las evidencias estadísticas que cuestionan los juicios del presidente de la República. Ellos tienen “otros datos”.
Pero, en el otro extremo, sucede exactamente lo mismo. Las evidencias estadísticas que no sustentan las críticas al gobierno son consideradas como aberraciones o manipulaciones por aquellos que suponen que estamos en un desastre económico.
Vivimos en un mundo polarizado, en el cual, quienes pretendemos mantener la objetividad del juicio nos estamos quedando en minoría.
Como muchas veces le he comentado, somos cuestionados por tirios y troyanos.
Los que consideran que vivimos en un desastre, reclaman que no presentemos indicadores que sustenten su punto de vista. Y quienes dicen que vamos muy bien, critican que pongamos en la mesa, por ejemplo, el desastre de la inversión.
Vaya, para quienes tenemos esta visión, anima encontrarnos con quienes, como Jonathan Heath, no tienen prejuicios y juzgan las cosas en función de las evidencias.
Ojalá hubiera más que así lo hicieran.