Malos gerentes
Hugo López-Gatell Ramírez, subsecretario de Salud, ha sido un invitado frecuente a las conferencias mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Ayer estuvo ahí de nuevo, en los martes de “pulso de la salud”, informando sobre “algunos de los avances recientes del plan de transformación del Sistema Nacional de Salud”.
Casi al final de su intervención, el funcionario federal creyó necesario “comentar algunos temas emergentes para disipar algunos efectos de la mala información que deliberadamente se ha hecho a lo largo de las semanas recientes”.
Se refirió, en específico, a la polémica destitución, el 21 de febrero, de Miguel Ángel Celis, director del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía.
López-Gatell afirmó que la decisión no se debió a la capacidad técnica de Celis en medicina, sino a sus resultados como administrador. “Tiene que ver con (…) el desempeño de la gerencia del hospital”.
Agregó: “Una persona que dirige un hospital tiene que dirigirlo con eficiencia (…) Podrá tener las mejores capacidades técnicas en la materia específica de la medicina, pero lo importante es que sea un gerente efectivo”.
Llama la atención el uso de palabras como “gerencia” y “eficiencia” (el subsecretario pronunció alguna derivación de ellas una decena de veces en la mañanera de ayer). Sobre todo, de parte de alguien que proviene de la izquierda mexicana.
Lo digo porque esa corriente política fue especialmente crítica con el entonces presidente Vicente Fox, a quien acusó recurrentemente de manejar el país como si fuera una empresa.
Un ejemplo de ello es lo que el senador Martí Batres –exmiembro del CEU, como López-Gatell– dijo a la revista Proceso en noviembre de 2018: “En el sexenio de Fox se puso de moda la gerencia pública”.
Más allá de que se puede y se debe criticar a Fox por muchos de los resultados de su gobierno, ¿cómo resulta que uno de esos simpatizantes de la izquierda, que siempre han sostenido que el Estado es mejor en todo a la libre empresa, ahora defienda la eficiencia de los gerentes en el gobierno?
Vaya usted a saber qué bicho lo picó.
Dicho sea de paso, yo siempre he creído que la labor del gobierno debe observar criterios de eficiencia. Por eso, sin conocer los detalles del caso –López-Gatell no los ofreció–, estoy dispuesto a dar al subsecretario el beneficio de la duda en el sentido de que el doctor Celis no era el mejor de los administradores, y que su despido obedeció a un deseo de mejorar el servicio y no a una venganza política.
Pero si a esas vamos, el gobierno federal está plagado de funcionarios ineficientes. Es decir, que no dan resultados al ciudadano. ¿O a poco son muy buenos los “gerentes” que manejan la seguridad pública? Si esto fuera una empresa, ya los habrían corrido.
¿Y qué me dice de los que provocaron, con sus decisiones, que la economía se contrajera el año pasado? Esos tampoco han dado buenos resultados.
¿O qué tal los funcionarios de Salud que en más de un año no han podido resolver el desabasto de medicamentos para el cáncer y otros?
Gerencialmente hablando, muchos de los actuales funcionarios son bastante malitos. Quizá se deba a que en este gobierno sólo se requiere 10% de capacidad para ser contratado.
BUSCAPIÉS
*Tengo un gran respeto por los buenos neurocirujanos. Se debe a que creo que tienen uno de los trabajos más difíciles del mundo, pero también por una historia personal. Uno de ellos, el doctor Fernando Mustarós, del ISSSTE, permitió a mi padre vivir 24 años más allá del tiempo que otros médicos le auguraban, después de operarlo exitosamente de un tumor que solía llevar a una muerte temprana a nueve de cada diez pacientes.