Tierra de impunidad
¿Y si de una vez aceptamos que los corruptos ganaron y no les van a hacer nada?
Quizá, para no caer en pensamientos negativos, habría que aceptar de una vez que no habrá justicia en Morelos, que los corruptos, como siempre, se saldrán con la suya y que la impunidad llegó para quedarse en este país. Aceptémoslo porque a más de un año de que inició la Cuarta Transformación poco a poco se ve más difícil que los corruptos sean llevados a juicio; Graco Ramírez fue muy hábil al dejar a su gente en puestos clave y Cuauhtémoc Blanco no ha podido romper esa barrera de protección. El problema para el nuevo gobierno es que la justicia que no se les aplique a los funcionarios del pasado se les puede aplicar a los del presente.
A dieciocho meses de que el exfutbolista profesional protestó como jefe del ejecutivo y reiteró que no habría espacio para la impunidad, que se acabaría con la corrupción y las que fechorías del pasado serían sancionadas, nada de eso ha ocurrido. Peor: los ladrones que los primeros meses se escondieron o se fueron del estado, que se agachaban para no ser vistos y que contrataron despachos para su defensa jurídica, hoy lucen sonrientes y retadores, afirman que nada les va a pasar y se preparan para regresar al poder.
Y la posibilidad de que eso suceda es real, porque entendiendo la manera como ha funcionado la mente colectiva de los morelenses es muy fácil que el enojo contra el gobierno pasado se vuelva contra el presente y la opinión pública comience a pedir justicia contra el nuevo gobierno.
No sería la primera vez que eso ocurra, de hecho, ha sucedido de manera cíclica desde hace dos décadas cuando sexenio tras sexenio las promesas se incumplen, los pillos se salen con la suya y la gente busca desquite contra quienes les prometieron justicia. Romper la confianza colectiva y volverse el malo de la película es sumamente fácil en cuestiones políticas.
Al dar lectura a su primer informe de labores el gobernador Cuauhtémoc Blanco inició pidiendo a las autoridades judiciales que dieran celeridad a las demandas de corrupción presentadas contra funcionarios del pasado, que hicieran justicia sin parcialidad y actuaran en contra de esos que tanto lastimaron a Morelos. Fue una expresión válida, legítima, real, pero que de nada sirve si no se acompaña de elementos que permitan a las autoridades judiciales actuar en consecuencia o, visto desde otro ángulo, que dejen a los jueces sin posibilidad de proteger a sus socios los ladrones.
Descuidar el tema de la justicia ha sido muy costoso para el régimen tanto quizá como el efecto mismo de la inseguridad. Los ciudadanos no son tan tontos como los gobernantes piensan, ni son tan manipulables como algunos estrategas suponen. Hoy la gente está más informada que nunca, opinan en todos sus espacios y forma su criterio en base a diferentes fuentes, rara vez con la voz oficial.
La ventaja de los gobiernos es que hasta ahora los ciudadanos no han dado el paso que se necesita para que las cosas cambien, se quedan en la opinión puesta en las redes sociales, en las casas, en el trabajo y con los amigos, sin buscar los caminos legales que existen para obligar a los políticos a que rindan cuentas. Cuando eso suceda, la corrupción y la impunidad habrán perdido su soporte más fuerte.
Cuauhtémoc Blanco ha hecho bien al señalar que la falta de sanción a los corruptos está relacionada con la parcialidad en la impartición de justicia en Morelos y las redes de protección que dejó su antecesor Graco Ramírez, pero debe ir más allá del discurso y comenzar a exigir a su equipo que actúen con profesionalismo en un tema sustantivo para la estabilidad de su administración y la gobernabilidad estatal.
Quizá el mandatario no se ha dado cuenta de lo que va a ocurrir cuando los graquistas le pierdan totalmente el miedo, empiecen a articular acciones en su contra y recurran a la gente que dejaron dentro del gabinete para atacarlo con información propia. El deportista (o su equipo de asesores) deben tener claro que frente al desgaste del régimen hay muchos interesados no solo en regresar al poder, sino en cobrar venganza personal contra el nuevo gobierno y meter a la cárcel a su titular.
Al graquismo se le puede acusar de haber saqueado al estado, de dividir a la sociedad, de abrirle la puerta a la delincuencia organizada y haber comprometido las finanzas por las próximas tres décadas, pero lo que no se puede decir es que son pendejos, porque aunque actuaron con absoluto cinismo y descuido en sus acciones, al final construyeron una red de protección que los mantiene cubiertos hasta ahora.
De todo esto se da cuenta la sociedad y por ello el acelerado desgaste de la administración; en el imaginario colectivo se está formando la idea de que entre el gobierno pasado y el actual se ha creado una especie de pacto de no agresión, por ello la falta de resultados en el combate a la corrupción.
Por otro lado, aparecen los mensajes que hábilmente siembran los adversarios de Cuauhtémoc Blanco, señalando errores, omisiones y sobre todo metiendo la idea de que él es más corrupto que su antecesor. En esta lógica, dicho sea de paso, el exgobernador y el ex comisionado de seguridad contrataron desde hace meses a varios despachos que operan desde México para hacer crecer la percepción de fracaso y el sentimiento de enojo contra el futbolista.
Todo ocurre frente a los ojos del exseleccionado nacional y de su equipo, pero al parecer ninguno se ha dado cuenta o nadie le toma importancia. Frente a un escenario caótico en materia delictiva, con elevados niveles de violencia y una evidente recesión económica, la falta de justicia se convierte en el catalizador de la estrategia graquista para hundir al nuevo régimen y colocar piezas nuevas en el escenario político del 2021.
Lo peor que le puede suceder a Cuauhtémoc Blanco es que la justicia no llegue, porque entonces él será el enjuiciado y todo lo que se ha acusado a la pasada administración le será endilgado a su equipo.
Los carniceros de hoy serán las reses del mañana.
posdata
Resulta imposible pensar que habrá justicia en Morelos, cuando los encargados de la procuración de esta son los principales interesados en proteger a los corruptos. Peor: ha sido tan inconsistente el equipo de trabajo de Cuauhtémoc Blanco al presentar las denuncias contra los exfuncionarios, que muchos piensan que esas pifias no son resultado de la incapacidad de los abogados y el asesor anticorrupción Gerardo Becerra, sino parte de un acuerdo para que los expedientes se caigan solos.
Esto se suma a la presencia de dos fiscales nombrados por Graco Ramírez, interesados a todas luces en protegerlos y dedicados en cuerpo y alma, empezando por el fiscal Juan Salazar, en impedir que los peces gordos del régimen anterior sean enjuiciados.
Como si eso no fuera suficiente, el tabasqueño también pactó con un grupo importante de magistrados, les regaló varios años más de inamovilidad a cambio de protección y eso hace casi imposible que el brazo de la ley los alcance. Uno de los caminos es que los asuntos se alarguen al punto de que, cuando sean analizados, los delitos hayan prescrito.
El último anillo de seguridad del graquismo está en la capital del país, es político y tiene que ver con las relaciones del exmandatario con personajes centrales de la 4T. Ahí Graco Ramírez ataja las críticas de Cuauhtémoc Blanco, desmiente las afirmaciones de corrupción en su contra y entrega información referente al nuevo gobierno, incluyendo grabaciones del hermano y decisiones tomadas por el secretario de gobierno y el jefe de la oficina de la gubernatura.
Al gobierno de Cuauhtémoc Blanco le hace falta capacidad de análisis política para entender exactamente ante qué se enfrentan, necesitan mejores fuentes de información para estar al tanto de las cosas y requieren de buenas relaciones políticas nacionales para no depender únicamente de los pobres conductos que les ofrece el delegado Hugo Erick Flores.
La lucha del gobernador Blanco Bravo es contra la inseguridad que le heredaron, contra las deudas que le dejaron, pero también contra la estructura que protege a los corruptos y la grilla que todos los días hace en su contra en el equipo del presidente.
Al mandatario y a su gabinete les urge reaccionar, antes de que sea tarde.
nota
La declaración del comisionado Guarneros respecto al desconocimiento que tienen los alcaldes sobre el funcionamiento del Mando Coordinado cayó de peso en varios ediles; y es que el mensaje fue rudo: “No les cae el veinte… Aquí no hay una imposición… Es responsabilidad de todos… Algunos ediles se han deslindado de su responsabilidad en el combate a la delincuencia… La próxima semana el gobernador Cuauhtémoc Blanco se reunirá con los presidentes municipales para recordarles cómo opera el Mando Coordinado de Policía en Morelos”
Será muy interesante ver qué sucede en esa reunión y escuchar qué dicen los alcaldes al respecto. Una cosa es totalmente cierta: el combate a la inseguridad es responsabilidad de todos.
Pregunta: ¿Qué día de esta semana será la reunión que anunció Guarneros?
post it
En un año preelectoral y un momento tan importante para la 4T ¿Quién debe dirigir Morena en Morelos? ¿Qué perfil político se necesita para ganar el 2021?
redes sociales
El internet se ha convertido en una fuente muy importante de información, la principal para muchos; las redes sociales, por otro lado, son el canal que una gran parte de la sociedad utiliza no solo para informarse, también es recurrida para compartir información.
El valor de las redes sociales está fuera de duda, han acercado la información a la gente y crearon vasos comunicantes que sirven para compartir historias, noticias, puntos de vista, experiencias y fijar posturas sobre diversos tópicos.
Pero precisamente por la popularidad de las redes sociales y la influencia que tienen con las personas es importante tener cuidado con las cuentas ficticias y la información falsa que utiliza la fuerza de las rede sociales y la inocencia de muchas personas, para tratar de desinformar o agredir.
En el ámbito político, por ejemplo, se ha vuelto común que los actores de poder y algunas administraciones públicas utilicen la influencia e inmediatez de las redes sociales para realizar campañas negras, para desviar la atención, para golpear al rival, para sembrar historias falsas, para tratar de validar acciones o aparentar popularidad.
Recordemos que no hace mucho tiempo en nuestra entidad se hicieron populares los “Gracobots”, que no eran más que las cuentas del gobierno estatal dedicadas a la propaganda negra, a pelarle a quienes opinaban distinto, a defender al gobernador e intentar mostrar una realidad opuesta. Fue tan burdo y corriente el actuar de los Gracobots que a la vuelta del tiempo sus mensajes dejaron de funcionar, de ser creíbles y todo el dinero invertido en esa infraestructura se fue a la basura… o a los bolsillos de los jefes de prensa.
Pero algo bueno dejaron los Gracobots a Morelos: el uso de cuentas y páginas falsas para manipular la información vacunó a los ciudadanos y volvieron inservibles ese tipo de campañas; hoy la gente sabe identificar perfectamente una cuenta falsa, una campaña orquestada y una información ficticia.
Invertir en estructuras para tatar de manipular la opinión pública es común en los gobiernos, aunque todos saben ya que se trata de planes totalmente inútiles; para lo único que sirven esos proyectos es para hacer ganar mucho dinero rápido a quienes los contratan, porque la inversión se pierde en el aire, es intangible y muy difícil de fiscalizar. Este tipo de equipos de “comunicación” a los únicos que engañan es a quienes pagan por ellos.
Las redes sociales son un instrumento muy bueno e importante para la comunicación, pero igual de importante es saber distinguir entre una información verdadera y una falsa, y para ello el primer paso es seguir cuentas de medios, de personas e instituciones serias, confiables, que conozcas y que no jueguen con tu buena fe.
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