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DUDA RAZONABLE

Después de la pandemia, apunte pesimista

En algún tiempo, esperemos que más pronto que tarde, la expansión del Covid-19 por el mundo cesará, los casos comenzarán a ser menos, se habrán acumulado tragedias y, uno supone, algunos triunfos para quienes actuaron bien y a tiempo. En un tiempo habrá una vacuna, el Covid-19 será un coronavirus más.

El legado de la pandemia, sin embargo, será más largo y tal vez más profundo que el propio virus.

La crisis llegó al mundo cuando ya la economía se desaceleraba y llegó por China, en donde la producción y el consumo han caído dramáticamente. Y es China, la China de estos tiempos que provee al mundo de muchas cosas.

En Europa, Asia, y ahora en América se multiplican los cierres de fronteras, países enteros están en cuarentena y se han comenzado a cerrar plantas. Estados Unidos ha limitado viajes y sus grandes ciudades comienzan a colgar el letrero de “cerrado”. Las c adenas productivas están afectadas, algunas rotas.

Ayer, las más grandes alianzas de aerolíneas del mundo pidieron a los gobiernos intervenir para ayudarlas frente a la crisis financiera que se les viene encima.

La inédita intervención de la Reserva Federal en domingo no evitó otro lunes negro en los mercados del mundo —el peor en Estados Unidos desde el inicio de la crisis— y el precio del petróleo volvió a caer.

El dinero del mundo está corriendo a refugiarse en bonos del tesoro estadunidense pegándole a todas las monedas.

La pregunta a estas alturas no es si habrá una recesión mundial sino su magnitud y duración.

Ayer los países del G-7 lo dijeron con toda claridad en su comunicado conjunto.

En México, la recesión mundial nos tomará después de un año de economía parada. La semana pasada en Acapulco, Arturo Herrera dijo que ya se estaba trabajando en un plan contracíclico que sería presentado esta semana, además de medidas ya tomadas que tienen que ver con adelanto en el gasto presupuestado.

La pregunta es si en la medida en que las cosas se ponen peor, como ayer, el plan puede romper promesas del Presidente que ha venido reiterando en estos días: cero déficits, no más deuda, y ninguna reforma fiscal.

No soy economista, pero a los que les pregunto me dicen que sin tocar esas tres promesas no hay manera.

El año podría ser muy malo. Muy.

A veces el encierro me pone pesimista. No creo que se me cure pronto.

@puigcarlos

Ámbito: 
Nacional