Coronavirus: el espejo español
Extracto: [México ha esperado el tsunami del virus para actuar]
El 9 de marzo pasado, la prensa italiana reflejaba ya la gravedad de la pandemia local del coronavirus destacando la dramática congestión hospitalaria.
Al final de la línea de la congestión, alguien tenía que decir a quién salvar y a quién no: no podía atenderse a todos.
La decisión impersonal de Italia, hecha de cientos de decisiones personales, fue no salvar a los mayores de 80. Una opción racional y brutal.
Algo semejante sucedía en Madrid solo una semana después:
“Estamos haciendo como en la guerra. Si no hay camas en la Unidad de Cuidado Intensivo, no se la das al más grave sino a quien tiene más posibilidades de sobrevivir. Un mayor de 80 años, con un cuadro complejo frente a un joven, se queda fuera.” (El País, 15 de marzo 2020).
Todo parecía tranquilo o bajo control en España una semana antes, precisamente el 9 de marzo, cuando Il Corriere de la Sera dio la noticia de la saturación hospitalaria de Italia.
El mismo 9 de marzo empezó en España la carrera exponencial del daño. Hasta el domingo 8, dice Iñigo López, el coronavirus era algo que estaba sucediendo “fuera”, y era Italia quien estaba en shock. En España había 500 afectados y 10 fallecidos. No había razón para alarmarse.
“El salto al vacío fue el lunes”, sigue Íñigo López. “Se supo que ya nos habíamos contagiado sin darnos cuenta: de golpe, el doble de afectados, 1,200 personas. Por la noche Madrid y Vitoria anunciaron el cierre de sus colegios. Ya no se podía mirar para otro lado, el virus llevaba ya demasiado tiempo moviéndose con libertad. La población se había quedado en lo de hacer vida normal y lavarse bien las manos, pero un epidemiólogo se habría tirado de los pelos si hubiera tomado el martes el tren Madrid-Torrejón. Nadie con mascarilla, vagones abarrotados”.
El Presidente en giras populosas, diríamos aquí. La ciudad feliz en un concierto masivo. Las autoridades esperando el tsunami que saben que viene para empezar a tomar decisiones.
México está como España antes del brote exponencial del virus. Hemos perdido días preciosos.
Entre mayor el retraso, más drásticas serán las medidas. Vean las calles de Italia y de España.