Sedena para todo
Vivo en un país en el que la Secretaría de la Defensa Nacional se encarga de los viveros para un programa de siembra, construye y administra un aeropuerto de uso civil, entrena a la policía nacional civil y en los hechos la dirige, opera pipas que transportan combustible, es nuestro recurso sanitario de emergencia para contener una pandemia, construye sucursales del Banco del Bienestar y trasladará los recursos hacia ella, y por supuesto, como dice su misión: organiza, administra y prepara al Ejército y la Fuerza Aérea Mexicana, con objeto de defender la integridad, la independencia y la soberanía de la nación.
Todo esto, más lo que se ofrezca, supongo.
Andrés Manuel López Obrador ha declarado una y otra vez su confianza y admiración por las fuerzas armadas mexicanas, pueblo uniformado, nos ha dicho una y otra vez. Ha elogiado su honestidad más, dice el Presidente, que la de cualquier otra institución nacional.
Hay que decir que no es la primera vez que un gobierno pide al Ejército que haga cosas que no están en la estricta definición de lo que es un ejército. Por ejemplo, en Los Pinos hay un funcional edifico de oficinas que el Ejército construyó para Enrique Peña nomás llegando.
Pero, ¿tanto y tan variado?
Así la mañana de ayer: se presentó la empresa que construye, operará y hará negocio con el nuevo aeropuerto. Todos los funcionarios son fuerzas armadas, dijo el presidente del Consejo de Administración al subsecretario de la Defensa. Ayer mismo, el Presidente ratificó que, ante la pandemia, la Sedena se prepara para encargarse de la atención sanitaria —así lo enfatizó el Presidente— de emergencia. De la mañanera, el Presidente se fue a un campo militar en Estado de México a certificar la capacitación de los nuevos elementos de la Guardia Nacional que, nos han dicho, no es militar. A sus dos costados, líderes de nuestras fuerzas armadas. El secretario de seguridad pública, más lejos.
En serio, ¿no hay instituciones nacionales capaces de hacer lo que se le ha encargado a la Sedena?
Sabemos que el Presidente es de encargos, no de cargos, pero qué pasará con una institución que planta arbolitos, transporta gasolina, cuida la seguridad pública, la nacional, la soberanía, dirige aviones de pasajeros, reparte dinero...
Honestamente no lo sé. Intuyo que al menos el nombre y su misión habríamos de cambiarle.
@puigcarlos