Ya entramos a lo peor
Oficialmente no se ha declarado que México está en la fase 2 de la epidemia del Covid-19, pero de acuerdo con los especialistas, ya entramos en ella desde al menos la semana pasada, cuando se empezaron a prohibir los eventos masivos y la recomendación para huir de las aglomeraciones. Esto quiere decir que hay una epidemia generalizada por lo cual, la gran discusión entre los científicos es si el gobierno tiene un subregistro de los casos o no.
Las autoridades dicen que no, y ojalá estén en lo correcto, pues de otra manera, combinado con la lentitud con la que han reaccionado en aplicar medidas de contención y forzar al distanciamiento social, lo que se viene bordaría lo inimaginable. Varios científicos lo han venido alertando.
El 16 de marzo pasado, el doctor Moisés Santillán, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, publicó el artículo “El Coronavirus: debemos actuar ya”, donde afirma: “El secretario de Salud anunció en días pasados que (según el número de casos confirmados) estamos en la transición a la fase 2. Sin embargo, podemos ver que si tomamos en cuenta el número de casos reales estimados, debería de estarse implementando la fase 3.
“Si esperamos a que el número de casos confirmados llegue a mil, entre 9 y 16 días a partir de hoy (el lunes pasado), el número de casos reales será de al menos 9 mil 500, pero puede llegar a ser 40 mil. Estos números son suficientes para saturar nuestros hospitales. Italia y España, que tienen tres veces más camas de hospital per cápita que nosotros, se han visto rebasados con números similares”.
En contraste, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, dio las suyas: podrían llegar a haber 10 mil 528 pacientes graves que necesitarían cuidados intensivos hasta la fase 3 que, como señalan otros científicos, es en la que prácticamente estamos. El total de camas de terapia intensiva es de 4 mil 291, y menos de la mitad tiene ventiladores, indispensables en los casos graves. López-Gatell no aclaró si ese número es el total, o incluye a pacientes por la epidemia de sarampión y otro tipo de enfermos graves. Por ello, el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias está siendo reconvertido para atender sólo casos de coronavirus.
“Estamos en la inmejorable posición de aprender de la experiencia de China y Europa, y actuar en consecuencia”, sugirió Santillán hace una semana. “Debemos aislarnos en nuestras casas por varias semanas, a partir de ahora. De no hacerlo, el país puede sufrir consecuencias sociales y económicas muy graves. Países como Singapur y Hong Kong implementaron una cuarentena temprana, y el número de casos no rebasa los 300 en ninguno de ellos. Debemos actuar ya”.
No se ha hecho. Las instrucciones a los gobiernos de Morena desde Palacio Nacional fue que no cancelaran nada. Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, ha estado luchando intramuros contra el Presidente y sus colaboradores, para actuar en consecuencia.
El propio Presidente rompe diariamente los protocolos de distanciamiento social, mientras políticos y medios incondicionales a él están difundiendo en las redes sociales diciendo a la gente que no hay que alarmar y adjudicando que es la prensa la que está exagerando la pandemia. Es la marca de la casa: inhibir al mensajero para ocultar la realidad. Ojala y tuvieran razón, pero la realidad dice todo lo contrario.
En Italia y España están empezando a tomar decisiones pragmáticas y terribles: atender sólo a aquellos pacientes con probabilidades de vivir. En Estados Unidos comenzaron a discutir esa posibilidad ante el desbordamiento de sus sistemas de salud. La experiencia italiana es pertinente para México, porque su gradual y tardía respuesta de contención y pruebas masivas, en contraposición con Corea del Sur, cuya estrategia redujo la tasa de letalidad. El actuar con gradualidad en Italia, hasta este domingo, provocó que el número de casos desbordara los hospitales, o como en España, donde hasta la semana pasada había ocho mil casos de personas muriéndose porque no pudieron ser atendidos, pese a que en los hospitales están quitando camas y respiradores a los más viejos, cuando llega un paciente más joven.
Santillán, que desarrolló un modelo matemático que se actualiza en tiempo real*, para mostrar el comportamiento de la epidemia en México, apuntó que los países han aplicado protocolos que han funcionado con otras enfermedades igualmente contagiosas, pero sin éxito, aparentemente porque las personas son contagiosas aún antes de presentar síntomas. Hasta hace 10 días, con los números utilizados por el investigador, había en México 53 casos, aunque en realidad, de acuerdo con los estudios de Wuhan, ese era el número de portadores 10 días antes.
Otros modelos matemáticos desarrollados por investigadores de la UNAM, muestran que la epidemia generalizada se dio antes de que sucediera en Italia y España, y de manera más acelerada frente a Estados Unidos. “Si tomamos en cuenta que el tiempo de duplicación varía entre 2 y 3.5 días, el número real de portadores es de al menos 390, pero puede ser tan grande como mil 750”, escribió Santillán.
Por el número de casos reportados, México se sitúa en la fase de alerta dentro de los parámetros de la Organización Mundial de la Salud. Pero si el subregistro que advierten los investigadores es correcto, estamos en la fase 2 donde se recomiendan medidas sanitarias y evitar aglomeraciones –que ya se hizo–, camino a la fase 3, donde se pide a la gente que se pongan en cuarentena en casa y el número de casos asciende a miles. Si López-Gatell se equivocó e informó mal al presidente Andrés Manuel López Obrador, nuestra epidemia será más dolorosa que muchas otras. Ojalá, una vez más, esté en lo correcto.