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TEMPLO MAYOR

LO MÁS DESTACABLE del mensaje presidencial fue la revelación de que en México hay -al menos- una persona optimista ante la crisis que amenaza con devastar la economía. Sin embargo, el optimismo de Andrés Manuel López Obrador se percibe, más bien, como timidez ante el momento histórico.

Y ES QUE el mandatario tenía una oportunidad de lujo… ¡y la dejó escapar! Era suya y la dejó ir. No hubo convocatoria a un acuerdo nacional, no hubo un nuevo pacto político y social y mucho menos hubo una propuesta concreta de plan económico de rescate.

LO QUE SÍ HUBO fue un Presidente que decidió apegarse al guión que se sabe de memoria. Más que un mensaje a la Nación fue una mañanera dominguera en horario vespertino. Fue ver a un mago que se quedó sin trucos, sin conejo y sin chistera, presumiendo los programas de siempre, aferrado a sus elefantes blancos, sin tantita autocrítica y, claro, culpando de todo a los conservadores.

PARA López Obrador, su fuente de optimismo es la imagen de un Simón Bolívar enfermo, tumbado en la hamaca, diciendo “con loca pasión” que triunfará. Freud estaría encantado.

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POR CIERTO que eso de eliminar los aguinaldos de la alta burocracia suena más bien a ocurrencia que a realidad porque, nomás de entrada, se trata de un derecho y una prestación legal de todos los burócratas, sean de base o confianza.

Es decir, habría que modificar la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado… y luego esperar la ola de amparos.

LO PEOR es que destruir el servicio profesional en la administración pública no parece ser la mejor ruta para sacar al país del hoyo pues, oootra vez, es querer hacer crecer la economía ahorrando en chicles.

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DOBLE DRAMA se vive en el Inegi por el coronavirus: por un lado el país se va a quedar sin importantes indicadores económicos (como el Índice de Confianza del Consumidor) y ya empezó el tsunami de despidos al interior del organismo.

MIENTRAS el Gobierno federal exige a las empresas no despedir personal y pagarles el 100% de su salario en la contingencia, el instituto está aplicando un megarrecorte, dejando sin protección médica a quienes anduvieron haciendo trabajo de campo cuando ya estaba desatado el contagio.

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QUÉ GRAVE el lío que armó el nayarita Antonio Echevarría, pues prácticamente lanzó a sus gobernados a una cacería de turistas ante el temor del coronavirus. Pidió negarles servicios y denunciarlos ante las autoridades.

El resultado: pobladores de Sayulita instalaron retenes para amedrentar a los viajeros e impedirles entrar a la localidad. ¡Y esto apenas comienza!

Ámbito: 
Nacional