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EL ASALTO A LA RAZÓN

Los ‘sacrificables’, según la ‘4T’

Ignoro cuántos miles de familias de modestos o medianos recursos estaban construyendo su casa y no pueden, por la emergencia sanitaria, seguir abasteciéndose de ladrillo, alambrón, mosaico, varilla corrugada, grava o cemento debido a que los establecimientos en que se abastecían fueron explicablemente conminados por el gobierno a suspender actividades, a fin de reducir los riesgos de contagio de la pandemia.

La prioridad es preservar la salud y qué bueno que los trabajadores de las fábricas de tales materiales permanecieran guarecidos, aun a riesgo de que se les pague menos o de que, si sus empresas quiebran, pierdan su empleo.

Por eso me parece un colosal abuso de poder lo que se antoja una sádica disposición eventualmente criminal: que las empresas que tienen contratos vigentes con la Federación sigan trabajando para garantizar la continuación de las obras emblemáticas de la 4T: la refinería en Dos Bocas, el Tren Maya, el aeropuerto en Santa Lucía y el Corredor Transístmico (lo escribieron tarnsísmico).

Por disposición oficial siguen operando las de acero, cemento y vidrio.

Golpe bajo: apenas el 31 de marzo estos giros no eran considerados esenciales por el gobierno federal pero, mediante nuevo acuerdo publicado este lunes en el Diario Oficial, se ordenó que las compañías que surten al gobierno para sus caprichosas obras continuarán trabajando para cumplir con los compromisos “de corto plazo”, exclusivamente para los cuatro proyectos.

Además, deberán satisfacer los requerimientos de “contratos considerados indispensables para Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad”.

Según el acuerdo, las empresas continuarán trabajando y “cumpliendo las medidas sanitarias necesarias para salvaguardar la seguridad y bienestar de los trabajadores, clientes, proveedores y cualquier otro grupo de valor para las compañías”.

Con la misma lógica procede preguntar: ¿por qué no se permite a todas las industrias productivas continuar operando? Y responder con una obviedad: porque trabajadores y clientes corren peligro de muerte.

La víspera de esta siniestra disposición, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que no daría cuenta de los avances en el aeropuerto ni en la refinería, porque se esperaba que la Secretaría de Salud diera su aval para la continuación de las obras.

Pero, ¡chíngale!: el milagro se hizo y en la edición vespertina del Diario Oficial de la Federación aparecieron las alevosas disposiciones con el visto bueno de la dependencia que se da el lujo de hacer exclusiones de lo que debiera ser la protección de toda la planta productiva de México.

En ajedrez aplica la estrategia de sacrificar piezas para ganar el juego. Inclusive la dama, con tal de salvar al rey o de dar jaque mate.

Con el probable sacrificio de trabajadores del vidrio, el acero y el cemento, el gobierno trata de asegurar sus obras, pero igual pierde la partida...

cmarin@milenio.com

Ámbito: 
Nacional