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A la deriva, internos con coronavirus

En Puebla, 11 jóvenes pasantes en un hospital dieron positivo a Covid-19; ante la falta de protocolos, denuncian abandono de las autoridades sanitarias en sus casos

El nuevo coronavirus (Covid-19) no distingue entre edad, sexo o profesión; arrasa con quien no tiene las medidas sanitarias adecuadas y, en el caso del personal hospitalario, con la protección e instrumentos necesarios para combatirlo.

Los médicos internos de distintos hospitales han denunciado, a través de redes sociales y sus mismos lugares de trabajo, la falta de protocolos y protección como parte de los problemas a los que se enfrentan para cumplir con su labor y atender de manera adecuada a las personas que necesitan tratamiento, ante la contingencia sanitaria que atraviesa el país.

Marcela y Diego, como serán nombrados por miedo a represalias, son dos internos de un hospital privado de la capital de Puebla y forman parte de un grupo de 11 jóvenes que hacen su internado y resultaron positivos a Covid-19 por no haber tenido equipo de protección ni protocolos cuando comenzó la crisis sanitaria.

Al igual que sus compañeros, llevan más de 25 días aislados y hasta donde saben, el hospital estableció como fecha de su regreso el 1 de mayo, cuando su periodo de cuarentena termine y en teoría sean inmunes al virus para que sigan con su internado.

“Al inicio no había ningún protocolo, según ellos ya lo tenían, pero se tardaron como una semana en aplicarlo. Pedíamos cubrebocas y nos decían que estaban contados”, dice Marcela. “Cuando llegó el primer caso, nunca fue una opción irnos a nuestra casa”, añade Diego.

Como parte de su internado, los jóvenes deben hacer guardias de 36 horas y todos conviven en el mismo cuarto, por lo que en reuniones con sus superiores pidieron reducir el tiempo dentro del hospital, guardias de 24 horas, ir en ciertos horarios o turnarse días para reducir la exposición, pero no tuvieron éxito.

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Soló a un interno se le hizo la prueba en el hospital; los demás, por su cuenta.

“Nos decían que estábamos exagerando, que las únicas medidas oficiales que se dieron era que no estuviéramos en zonas de riesgo que son urgencias, terapia intensiva y los pisos donde están aislados los pacientes y que ya lo estaban cumpliendo. Pero las enfermeras que trataban con los contagiados comían en el comedor donde todos comemos”, explica por su lado Marcela.

“Nos quejamos y nos pusieron muchas excusas, empezaron a tomar medidas de un cubrebocas por turno en el que teníamos que ir a firmar de recibido”, de acuerdo con Diego. El joven de 24 años explica que tanto el contagio de él como el de sus compañeros no se dio por atender a un paciente con coronavirus, sino que posiblemente se debió a la transmisión de interno a interno, puesto que tenían que atender a pacientes en urgencias.
Posible origen

Al parecer, comentan los médicos, todo comenzó cuando una de sus compañeros presentó dolor de cabeza intenso y tos desde el 4 de marzo pasado, por lo que lo enviaron a su casa para ver su evolución y desde ahí todos empezaron a presentar síntomas.

A pesar de esto, el resto de los internos siguió trabajando y por la ausencia de los que eran casos sospechosos, tuvieron que doblar las guardias.

“Ya comentábamos que nos sentíamos mal. Yo que me sentía raro, me dolían las rodillas y la cabeza, pero es algo que suele pasar si te quedas tanto tiempo en el hospital”, asevera Diego.

“De los 11, dos personas no tuvieron ningún síntoma, estuvieron conviviendo con nosotros, pero no tuvieron ninguno y de los nueve que quedamos, a seis nos hicieron la prueba, salimos positivos y a los otros tres les dijeron que ya no se las iban a hacer porque era obvio que estaban contagiados”, explica Marcela.

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Los médicos exigen equipo de protección ante la pandemia de Covid-19.

Lo peligroso de este brote entre los jóvenes, dicen, es que todos trabajaron en diferentes áreas. Tuvieron contacto con mujeres embarazadas, personas de la tercera edad y con su propia familia.

Desde que fue ingresado el primer caso con Covid-19, los internos decidieron tomar medidas de prevención dentro de sus casas. Se cambiaban la ropa y tenían aislamiento parcial por miedo a contagiar a sus seres queridos.

En el caso de Marcela, su padre es mayor de 60 años, diabético e hipertenso, por lo que tuvo que irse de su casa para no exponerlo, mientras que con Diego, su padre es hipertenso y también decidió irse a otro inmueble, donde sólo le llevan comida.

Los síntomas en ambos casos fueron diferentes, Diego estuvo en urgencias del hospital en el que trabaja y fue el único interno al que el hospital le hizo la prueba; los demás la tuvieron que hacer por su cuenta.

Marcela cuenta: “Tuve mucho dolor de cabeza que no se quitaba, pero el lunes y martes de la semana pasada me dio como un resfriado muy fuerte, esos son los días que peor la pasé. Nunca tuve fiebre”.

Diego comenzó con síntomas el 20 de marzo. “Tenía dolor de cabeza, cansancio, dolor en las articulaciones y dolor muscular, como cuerpo cortado. Me dolía más estar quieto que moverme, si me quedaba en una sola posición empezaba a volverse insoportable. Mi coordinador me dijo que podría ayudarme a ingresar a un hospital de la Secretaría de Salud”.

Ambos coinciden en la pérdida de sentidos; Marcela, el del olfato y el gusto, y Diego, sólo el del olfato, además de cansancio al hacer cosas sencillas como tender la cama o bañarse. Respecto a la ayuda que les ha brindado el hospital donde hacen su internado, cuentan que no han recibido apoyo. Solamente cuentan con un grupo de WhatsApp que tienen con doctores en el que les preguntan cómo están.

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Se espera que el 1 de mayo regresen a laborar, pero no saben si estarán sanos para esa fecha.

“Eres el último eslabón de la cadena alimenticia, eres el que lanzan de escudo a la guerra y sin protección, porque no somos empleados oficiales del hospital ni somos estudiantes. Nosotros somos nada, no nos defiende el hospital ni la universidad y si nos da miedo”.

“Muchos médicos todavía tienen un pensamiento muy arcaico de que eres médico y: ‘Arriésgate, porque a esto dedicas’, y si te vas, no tienes vocación. Pero yo creo que una cosa es ser médico y otra ser irresponsable”, opina Marcela.

Para Diego, el que los internos dejen los hospitales, como lo han anunciado instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Universidad Autónoma de México (UAM), la Universidad Anáhuac, BUAP y UAS, entre otras, es una forma de presión para que se obligue a que los hospitales garanticen equipo mínimo de protección para los trabajadores.

“Es buen punto de presión para que se note que realmente sí contamos, que somos una fuerza grande en el sistema de salud mexicano. Sé que somos estudiantes, no se nos pagará mucho, pero nos tienen que cuidar tanto como a cualquier otro médico que está dentro del sistema. Aunque nos falta experiencia, hacemos bastante; los internos y residentes somos la parte más desprotegida”, puntualiza el joven
Tasas

Los brotes de coronavirus entre personal de hospitales públicos y privados han comenzado a desatarse. El de mayor número es el del Hospital General de Subzona con Medicina Familiar, en Cabo San Lucas, Baja California Sur, donde ya hay al menos 42 trabajadores diagnosticados positivos.

Puebla es el cuarto estado de la República con más número de casos, con 214 contagios de Covid-19 y 15 defunciones por el coronavirus, del total a nivel nacional, que son 3 mil 844 casos positivos y 233 muertes.

Próximos a llegar a la fase 3 de la pandemia en México y a más de 20 días de aislamiento total, estos jóvenes se preparan para regresar a su internado con la incertidumbre de no saber si realmente serán inmunes al virus, pero con el objetivo de seguir su camino para especializarse en ortopedia y oftalmología.

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