¿Qué pasaría si…?
Hay muchas cosas buenas en Morelos, el problema siempre han sido nuestros gobernantes.
Los últimos años han sido difíciles para Morelos y para sus habitantes; en la última década nos hemos acostumbrado a vivir entre malas noticias, hemos hecho de la molestia un estado de ánimo habitual y los reclamos públicos se convirtieron en parte de nuestra cultura. Los morelenses pasamos de la esperanza a la decepción en poco tiempo, un día vemos en alguien el camino a la salvación y a la vuelta de la esquina lo convertimos en nuestro villano favorito. ¿Qué pasaría si eso cambiara?
El mal humor social en Morelos se ha convertido en algo tan natural como las flores; muchos ciudadanos se la viven en el “mírame y no me toques”, renegando de todo y de todos, maldiciendo la situación, recriminando a las autoridades y criticando a quienes están en el poder.
Y existen razones justificadas para ello: Morelos se ha rezagado desde hace años, somos una entidad colindante con la capital, hogar de una cantidad importante de investigadores, empresarios, deportistas, intelectuales, artistas, empresarios y políticos, pero la realidad que vivimos aquí dista mucho de lo que se ve en otros estados con menos potencial.
Hagamos un recuento rápido: Morelos es una entidad pequeña, pero rica en historia y cultura, con importantes atractivos turísticos, históricos, con una muy buena conectividad, buena infraestructura carretera y un clima bondadoso. Luego está nuestra ubicación geográfica: estamos en la zona centro del país, a 40 minutos de la capital, el mercado económico más grande de México, a tres horas del puerto de Acapulco, a dos de Puebla y hora y media del Estado de México.
En la zona oriente del estado, en Cuautla, existe un proyecto de conectividad terrestre a través de un tren y en la zona metropolitana, en Temixco, hay un aeropuerto abandonado. Somos la entidad con mayor número de balnearios y parques acuáticos, producimos y exportamos flores y diversas variedades de frutas; en Jiutepec está instalada la planta armadora de Nissan y en Civac y otras zonas industriales del estado hay empresas que exportan sus productos a varias partes del mundo.
Cuernavaca es conocida mundialmente por su clima, por su belleza y por su calidad de vida; luego está Tepoztlán, Tlayacapan Yecapixtla y muchos otros municipios con atractivos turísticos, culturales, históricos y gastronómicos. Intelectualmente hablando, Morelos es una de las entidades con el mayor número de investigadores, además de que por aquí han pasado y vivido incontables escritores y artistas de talla mundial.
Allá por los años 80´s el gobernador Lauro Ortega se adelantó a su tiempo y promovió diversos programas económicos y sociales que fueron tomados como referencia para replicarlos a nivel nacional; con el lema “Si Morelos puede, México puede”, el mandatario lanzó un mensaje de aliento, poniendo como ejemplo lo que se estaba haciendo en la tierra de Zapata. Los programas del Bolillo Popular, los tanques piscícolas, las flores, los talleres de costureras, los comedores comunitarios y la obra pública en coparticipación con la ciudadanía fueron aspectos que fortalecieron la economía local y pusieron a la tierra de Zapata en el panorama federal.
Morelos también ha sido una pieza muy importante en la vida de nuestro país; desde los Tlahuicas, pasando por Hernán Cortés, Maximiliano, José María Morelos y Emiliano Zapata, nuestra entidad es una pieza fundamental en la historia de la nación; el Sitio de Cuautla, los Sentimientos de la Nación y el levantamiento zapatista son solo algunos aspectos que nos colocan en el centro de la historia nacional.
En algún punto de la época contemporánea Morelos perdió el camino o, mejor dicho, los gobernantes encaminaron a la entidad en un sentido erróneo.
Antonio Riva Palacio hizo del gobierno estatal un negocio familiar que compartió con sus amigos y familiares, dejó de lado el proyecto institucional y colocó al estado en una ruta de negocios cuyos principales beneficiarios fueron sus incondicionales. Luego llegó Jorge Carrillo Olea y su insensibilidad, su lejanía con la gente y la legión extranjera que lo rodeó en el gobierno; ahí comenzaron a llegar grupos criminales y empezó la descomposición social.
Con el nuevo milenio arribaron al poder figuras que privilegiaron el dinero, que utilizaron a la entidad como negocio y lucraron con los problemas sociales. Primero Sergio Estrada Cajigal y su frívola ignorancia; el panista trajo a un grupo de personas que jugaron con las instituciones, se enriquecieron a costa del dinero público y sentenciaron al estado por muchos años. Con el mecánico estuvieron Eduardo Becerra, Javier Bolaños, Hugo Ayerdi, Agustín Montiel, Alejandro Villarreal y Francisco Moreno, por mencionar algunos.
Después de la desastrosa administración estradista llegó el mediocre régimen de Marco Adame Castillo, un hombre de carácter tibio que siempre estuvo dominado por su esposa, nunca pudo contener las ambiciones de sus hijos y se coludió con la delincuencia organizada. El médico prolongó los acuerdos panistas de la delincuencia organizada que comenzaron con Agustín Montiel y continuaron a través de Luis Ángel Cabeza de Vaca; Adame dejó en manos de su esposa, hermanos e hijos los negocios estatales e instauró un régimen matrimonial. Cuando la crisis de inseguridad estalló en 2009 tras la muerte de Arturo Beltrán Leyva el primero en esconderse fue el gobernador.
Cuando parecía que las cosas no podían estar peor llegó Graco Ramírez y todo se descontroló. Como senador y alfil de Calderón, el tabasqueño contrató un despacho de imagen que le ayudó a entender y manipular los sentimientos ciudadanos; aprovechó la mediocridad gubernamental y personalidad pusilánime de Marco Adame para venderse como el salvador de la seguridad estatal. El perredista también gobernó en familia, pero fue mucho más ambicioso que su antecesor; todos los contratos y compras pasaban por las manos de Elena, Rodrigo y José Domingo y ellos los entregaban a empresas foráneas; ahí comenzó el hundimiento de la economía local.
Graco Ramírez no solo hizo negocios con el presupuesto, también contrató créditos por miles de millones de pesos, se coludió con la delincuencia organizada y como remate utilizó los recursos de la reconstrucción del sismo del 2017 para engordar su cartera y la de sus aliados. Lo hecho por el tabasqueño no tiene precedente: robó a manos llenas, abrió la puerta a cárteles de la droga y lucró con las despensas e insumos que la gente donaba para las familias afectadas por el terremoto; su administración fue tan desastrosa que ni siquiera tuvo el valor civil de acudir a la ceremonia de cambio de poderes, algo nunca visto en la historia local.
Así llegamos a la época actual, en un momento de pandemia, de crisis económica y desesperación social. A Cuauhtémoc Blanco le toca lidiar contra todo lo que hicieron sus antecesores y con lo que no ha podido hacer; su desgaste público es acelerado, más que cualquier otro en tiempos modernos, y podría ser mayor si no logra atender eficientemente la contingencia sanitaria.
El balance entre lo bueno y lo malo que tiene Morelos es notablemente favorable, pero operativamente negativo. Pocas entidades de México tienen las características y la historia de nuestro estado, sus bondades naturales, su ventaja geográfica, sus atractivos históricos y culturales… pero tampoco han padecido tantos y tan malos gobiernos con una sociedad absolutamente pasiva.
El retraso en el que se encuentra Morelos es concebible a partir de la situación política, del camino tomado por los gobernantes y los permanentes escándalos y conflictos entre los actores de poder. Eso mismo ha tenido un reflejo en el contexto social: como la clase gobernante se la ha pasado peleando a lo largo de 20 años, los criminales han ganado terreno, sentado sus reales y tomado por la fuerza gran parte del territorio.
La delincuencia ya es un factor de peso en la vida diaria de los morelenses, aparece en todos lados y se presenta de todas formas: lo hace en el robo hormiga en las calles y en el transporte público, da golpes espectaculares cuando en forma de comandos que asaltan empresas o comercios en plazas comerciales, generan miedo con acciones violentas a plena luz del día, desgarran el tejido social con ilícitos como el secuestro, la extorsión y el cobro de piso y de un tiempo a la fecha buscan además del poder económico, el control político, patrocinando campañas, cobrando piso a los alcaldes, operando partidos y promoviendo sus propios candidatos.
Todo esto ocurre de manera natural y a la vista de todos; el ciudadano observa, se queja, reclama en las redes sociales, pero al final se acostumbra a vivir así. La calidad de vida de los morelenses ha ido a la baja desde hace años sin que hagamos nada, sin que vayamos más allá de una mentada de madre virtual o un mal comentario en nuestro círculo personal de amistades. Nos encanta echarle la culpa a los demás, pero rara vez asumimos nuestra propia responsabilidad en este problema.
La historia se repite porque nosotros lo propiciamos: nos quejamos, reclamamos todo el tiempo y nos recriminamos, pero a la hora de votar volvemos a caer en el mismo cuento, en las mismas mentiras y votamos con el estómago por imbéciles.
¿Qué tal si el próximo año decidiéramos cambiar la historia?
posdata
En Morelos tenemos un aeropuerto que data de la era de Lauro Ortega, que funcionó con discreta eficiencia durante muchos años y al cual la administración panista de Marco Adame le inyectó más de 2 mil millones de pesos, aunque nunca tuvo la intención de que funcionara, simplemente fue un negocio de fin de sexenio para embolsarse más dinero. Graco Ramírez denunció el fraude (este y otros más), dijo que como gobernador castigaría el hecho, pero nunca lo hizo.
Como gobernador Graco Ramírez invirtió miles de millones de pesos en un moderno centro de inteligencia policiaca con, dijo, miles de cámaras de vigilancia y miles de policías; para hacer esto contrató un crédito inicial de 3 mil millones de pesos y luego fue adquiriendo otros empréstitos más para construir, dijo, la mayor infraestructura pública en la historia de la entidad. Después de tanto crédito en Morelos tenemos un nuevo estadio de fútbol que ha sido entregado para su manejo y usufructo a un particular, un museo, un auditorio y algunas calles y plazas remodeladas que, por cierto, ya presentan serias fallas estructurales por su mala calidad.
El remate: un sismo golpeó con fuerza al estado en el penúltimo año de esa administración y eso sirvió de pretexto para que el tabasqueño y su familia se embuchacaran miles de millones de pesos que debían llegar a las familias afectadas. Cuauhtémoc Blanco fue testigo de estas acciones, las denunció en campaña y prometió que las castigaría. Hasta ahora no ha pasado nada.
Las promesas de campaña ayudan a ganar las elecciones, pero si se incumplen se vuelven un enorme lastre a la hora de gobernar. Por justicia, como un acto distractor, como una medida para recuperar la confianza o hasta como una herramienta electoral, pero el gobernador Cuauhtémoc Blanco debería castigar a los corruptos.
En medio de la grave situación que vivimos, una acción así sería aplaudida por todos.
nota
La tercera fase de la pandemia es la más peligrosa, la de mayor contagio y en la cual es apremiante mantenerse en casa. La reclusión se ha prolongado por mucho tiempo y sus efectos diversos incluyen un incremento en la violencia de género, un deterioro acelerado de la economía y alza en los delitos.
En tiempos tan complejos como los actuales es sustantivo que las autoridades comuniquen bien, a tiempo y sin dejar vacíos; las redes sociales son un vehículo importante de información, pero también se han convertido en una enorme fuente de fake news y promoción de rumores que en nada ayudan a mejorar la situación.
Hoy como siempre, comunicar es un aspecto clave que el gobierno debe tener en cuenta para salir adelante.
Quien no comunica, pierde.
post it
Algunos políticos han decidido montarse en la pandemia para reaparecer; regalan comida, cobre bocas y diversos artículos de higiene para apoyar a las familias.
Lo hacen con el objetivo de promocionarse y ganar simpatías, pero en tiempos de crisis, creo, cualquier ayuda es valiosa.
Parafraseemos un clásico: reciban lo que les dan… y el próximo año voten por quien más nos convenga a todos.
redes sociales
No es sencillo, pero es muy importante: hay que mantener el ánimo personal en alto para que todo lo demás sea posible. Si nos rendimos nada va a mejorar, al contrario, las cosas serán mucho más difíciles.
Comentarios para una columna optimista:
Twitter: @eolopacheco
Facebook: Eolopachecomx
Instagram: eolopachecomx