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DUDA RAZONABLE

Día 44: el enojo de Calderón, la sonrisa de EEUU

El presidente Felipe Calderón estaba furioso y no la iba a dejar pasar. En marzo de 2011, antes de saludar al presidente Barack Obama en Washington se reunió con reporteros y editores de The Washington Post.

Dentro de todo lo que WikiLeaks había dado a conocer había cables que profundizaban y hacían más explícito lo que el entonces embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual, ya insinuaba con mayor sutileza en público haciendo críticas a la operación de la lucha contra el narcotráfico.

En el más importante periódico para le élite política estadunidense, el presidente mexicano: “sugirió que la liberación de los cables había causado turbulencias en su equipo de seguridad nacional. Apuntó a un cable estadounidense que decía que los oficiales militares mexicanos tenían ‘hábitos reacios al riesgo’”.

“Es difícil si de repente estás viendo el valor del Ejército cuestionado. Por ejemplo, han perdido probablemente 300 soldados ... y de repente alguien en la embajada estadounidense, afirma que los soldados mexicanos no son lo suficientemente valientes…O decides jugar el juego que no están lo suficientemente coordinados, y de repente comienzas a llevar información a una agencia y no a la otra y tratar de que compitan”.

Quien firmaba esos cables era Carlos Pascual, el embajador.

En esos días, Roberta Jacobson era la segunda para asuntos del hemisferio occidental en el Departamento de Estado.

Cuando se le preguntó a Calderón si podría seguir trabajando con Pascual dijo que ese era un asunto que “tal vez” hablaría con Obama.

La confianza, dijo el entonces presidente mexicano sobre su relación con Pascual, "es difícil de construir y es fácil perder".

Unos días después de ese viaje —que resultó por razones obvias frío y desangelado— el embajador Pascual presentó su renuncia.

En el Departamento de Estado y en la Casa Blanca estaban furiosos con aquella entrevista de Calderón el día que llegó a ver a Obama, que en su opinión rompía con cualquier protocolo diplomático entre dos presidentes que se llevaban bien.

Más por unos cables que todo embajador de cualquier país envía a su país. Es parte de su trabajo.

Supongo que, en estos días, la diplomacia estadunidense sonríe.

@puigcarlos

Ámbito: 
Nacional