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DUDA RAZONABLE

Día 47: el libro que salvó mi cuarentena

La recomendación fue de mi admirada Karla Iberia Sánchez en una charla desde nuestros respectivos encierros. “Una maravilla”, dijo. Y me siento obligado a pasar la recomendación a quienes se topen con estas líneas hoy.

Es El Colgajo, escrito por el periodista Phillipe Lançon, sobreviviente del atentado en las instalaciones del semanario satírico Charlie Hebdo, en París el 7 de enero de 2015, donde murieron 12 periodistas y caricaturistas y 11 más resultaron heridos a manos de dos criminales que gritaban “Alá es el más grande”.

Lançon, que resultó entre otras cosas con la mandíbula destrozada y requirió años de tratamiento médico, escribió una crónica/memoria prodigiosa de los días antes del atentado, de aquella mañana, pero sobre todo de su vida, sus relaciones, del personal de salud con el que convivió tanto tiempo y de París, después de la tragedia. Es la historia de su renacimiento.

Les dejo, por lo pronto, este subrayado, en el que Lançon explica, creo, el método y los porqués de la joya que nos ha regalado.

“Siempre me han irritado los escritores que dicen escribir cada frase como si fuera la última de su vida. Es conceder demasiada importancia a la obra, o demasiado poca a la vida. Lo que yo no sabía es que el atentado me iba a hacer vivir cada minuto como si fuera la última línea: olvidar lo menos posible se convierte en esencial cuando uno se torna de repente extraño a lo que ha vivido, cuando siente que pierde por todas partes. De modo que he llegado a creer más o menos lo mismo que aquellos que me irritaban, aunque sea por razones y en circunstancias distintas: habría que tomar nota de los detalles más pequeños de lo que se vive, de lo más mínimo de las cosas menores, como si uno fuera a morir al minuto siguiente o a cambiar de planeta —porque el siguiente no es más hospitalario que el que uno acaba de dejar—. Sería útil para el viaje, y una especie de recuerdo para los que sobreviven; más útil todavía para los que vuelven, aquellos que, sin estar más muertos que los demás, han ido lo suficientemente lejos como para no volver por completo aquí, al mundo en el que cada cual sigue dedicándose a sus quehaceres como si la repetición de los días y de los gestos tuviera un sentido lineal, fijo, como si este teatro fuera una misión”.

Gracias, Karla, por el libro que alivianó mi encierro.

@puigcarlos

Ámbito: 
Nacional