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Diez casos confirmados, antes de la llegada oficial del virus al país

El 8 de enero se presentó a consulta una mujer al IMSS en Nacajuca, Tabasco.Toda vez que en esa fecha ya tenía síntomas, es probable que se contagiara en Año Nuevo.

La historia del virus en territorio nacional comienza a ser trazable a partir de las múltiples adiciones y rectificaciones a los datos oficiales. Estaba aquí en Año Nuevo, aunque la bienvenida oficial haya tardado 57 día más.

Bitácora del COVID-19 en México. La llegada oficial del COVID-19 a México quedó establecida el 27 de febrero de 2020, cuando se diagnosticó a un ciudadano mexicano que regresaba de un viaje a Italia, país en el que se contagió. El viajero había ingresado a atención en el Instituto Nacional de Enfermedades respiratorias. Recurrir a un nosocomio especializado se explica por el de hecho de que el COVID era ya esperado, así que la sintomatología del paciente y su viaje a un país muy afectado facilitó su canalización.

Pero la verdad es que no se trató del primer caso en México. La reelaboración constante de los datos de la Secretaría de Salud revela que cuando ese anuncio se hizo, había 10 casos ya ingresados en hospitales de Aguascalientes, Guanajuato, Coahuila y Tabasco. Los dos últimos estados mencionados, con el tiempo, se convirtieron en focos de infección críticos; Torreón, Coahuila llevaba un mes sin saberlo, con un caso de COVID en su territorio. A mitad de mayo, este municipio junta al menos 100 casos confirmados y 300 más aún en espera de la prueba de laboratorio confirmatoria.

El otro lugar a destacar es aún más añejo. En Tabasco había un caso de contagio, surgido nada menos que 50 días antes que la fecha oficial de llegada del COVID a México. En una fecha tan temprana como 8 de enero, una mujer de 47 años se presenta a su clínica IMSS de Nacajuca, una población cercana a Villahermosa y, después de revisarla, la mandan a casa. No se sabrá más sobre ella hasta que comienzan a revisarse sistemáticamente los casos sospechosos. El siguiente caso reportado en Nacajuca se presentó hasta marzo, pero el lugar no dejó de arrojar más y más casos hasta la fecha: 143 casos entre confirmados y los que están en espera de su prueba de laboratorio; 10 muertos hasta ahora.

Es ésta la primera etapa a registrarse en la Bitácora del COVID-19 en México. El gobierno mexicano pasa enero y febrero en espera del COVID, pero su actitud queda reflejada con la aparición de un ciudadano chino contagiado que viaja a México hacia el 22 de enero.

El viajero chino es confirmado con COVID-19 una vez que aterriza en Estados Unidos, y su etapa contagiosa la pasa en parte en la Ciudad de México, interactúa con personal de su hotel, se va a meter al Centro Histótico de la ciudad, por las calles que en ese momento están atestadas de transeúntes (probablemente Madero), come tacos en un lugar del que no atina a dar la dirección. El caso, que se hace público el primer día de febrero, será una mera anécdota, la revisión oficial del personal del hotel, del chofer del Uber y de algunas personas más que pudieron localizarse no arroja ningún positivo más. El COVID no está en México, proclama Salud y no hay por qué adelantar vísperas.

De los diez pacientes existentes antes de la llegada oficial del COVID, ninguno morirá, pero todos son enviados a casa como pacientes ambulatorios, en los días en los que se niega abiertamente que haya proceso de contagios en el país.

PREOCUPACIONES DE AÑO NUEVO. Al inicio de 2020, México vivía un gran y a veces ríspido debate en torno a la salud, pero no tenía nada que ver con un virus. Menos aún con China. La administración de la 4T está desmantelando el Seguro Popular y, vía un organismo nacional (Instituto Nacional de Salud para el Bienestar) intenta centralizar la administración y nóminas de todos los hospitales públicos del país. En un año, promete, los mexicanos deberán estar recibiendo cualquier tipo de consulta a través del nuevo esquema y en forma completamente gratuita. A mitad del mes de enero, la Presidencia ha logrado convencer a la mitad de las entidades federativas de apoyar el nuevo esquema.

Los eventos de Wuhan, China, donde se habla de una nueva enfermedad surgida en diciembre, no llaman en absoluto la atención. Es una noticia menor, un mercado de animales raros al otro lado del mundo ha sido cerrado para ser desinfectado, ¿a quién podría interesarle en un país como México? La confrontación de los Estados Unidos de Trump con Irán y sus coqueteos con Corea del Norte son lo que llena el panorama noticioso internacional.

Hacia el 22 de enero, el debate de salud púbica se encamina hacia las primeras planas, tiene nada que ver con los cobros de cuotas de recuperación en hospitales de alta especialidad y una cadena de ataques y contraataques sobre directores y administradores de nosocomios que se muestran reacios a apoyar el nuevo esquema lopezobradorista.

El presidente López Obrador se refiere a sus oponentes como “una mafia a la que se le acabó el negocio”.

Al otro lado del mundo, en las mismas fechas, China empieza acciones de contención contra el virus que pronto se llamará COVID-19, para no bautizarlo con el nombre de la ciudad en la que parece haber nacido. Una foto se cuela a las agencias internacionales: un grupo de doctores envestidos como astronautas, como respuesta al contagio de galenos que están atendiendo neumonías misteriosas. Es lo vistoso de la foto, no una advertencia cercana, lo que hace destacar el gráfico.

Un par de días después, las primeras medidas de restricción a la movilidad en la región afectada en China son difundidas internacionalmente. “China advierte que es altamente contagioso el coronavirus; aísla la cepa y desarrolla una vacuna”, se lee en la portada de Crónica del 27 de enero. Refleja la actitud mundial hacia la noticia. En absoluto refleja lo que va a suceder en muy pocas semanas…

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Nacional
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