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“Si el PRI no corrige el rumbo, perderá en 2018”

María de los Ángeles Moreno reconoce que gobiernos del PRI no actúan como prometen; urge a corregir el rumbo para no perder la Presidencia en 2018
María de los Ángeles Moreno; ex presidenta del PRI (YADÍN XOLALPA. EL UNIVERSAL)

Las acciones de algunos gobernadores jóvenes, así como la falta de congruencia entre lo que el PRI dice y lo que hace son factores que lo llevaron a la derrota el pasado 5 de junio, considera María de los Ángeles Moreno, ex presidenta del tricolor.

Si el partido no corrige el rumbo de todo lo que ha fallado recientemente, en las elecciones de 2018 corre un alto riesgo de perder nuevamente la Presidencia de la República, advierte.

La ex dirigente nacional del PRI —3 de diciembre de 1994 a 19 de agosto de 1995, cuando renunció tras una derrota en Baja California— critica la manera en la que el partido ha seleccionado a sus candidatos.

Hoy en día, afirma, se prefiere elegir a abanderados muy jóvenes, de rostro agradable, que retraten bien y a quienes sólo les falta “un moñito”. Además, añade, es algo muy negativo que los gobernadores decidan quiénes deben ser los candidatos para sucederlos.

¿Cómo ve al partido después de las elecciones del 5 de junio?

—Creo que el partido está en una circunstancia difícil, en un momento de cambios severos que se dan no sólo en el contexto nacional, sino mundial.

Un gran partido nacional, como ha sido el PRI por muchos años, encuentra dificultades para nuevamente plantearse como una buena opción de representación y de gobierno, una opción creíble y sustentable que se diferencie de otras propuestas y que pueda cumplir en el corto y mediano plazos con lo que está ofreciendo.

Ese es el principal desafío: a qué población le hablamos, con qué propuestas vamos y cómo somos capaces de cumplirlas, garantizar que no haya discrepancias entre el discurso y la práctica dentro del partido ni de los representantes que surjan de sus filas.

¿Al PRI le ha costado coordinar el dicho y el hecho?

—La congruencia. El PRI ha sido un partido de cambios desde que surgió como Partido Nacional Revolucionario, luego como Partido de la Revolución Mexicana, luego como PRI. El partido ha tenido sucesivos cambios en sus estatutos, en su declaración de principios menos, se ha mantenido como un partido popular, como un partido de interés social.

Motivos

¿A qué atribuye la derrota del 5 de junio pasado?

—Creo que perdimos porque no hay congruencia entre la acción de los gobiernos surgidos del PRI y los postulados del partido. Me parece que más que responsabilidad del presidente [del partido] —que claro, la tiene que asumir, pues todo presidente asume las derrotas como celebra los triunfos—, fue un rechazo a lo que están haciendo, a lo que están diciendo y a lo que están considerando los gobiernos surgidos de nuestras filas.

Creo que en particular resalta la conducta de algunos gobernadores, por cierto jóvenes, que han tenido una actuación que la población no comparte, con la que no está de acuerdo y que rechaza porque, en una situación complicada en la que la pobreza es grave en el país y la desigualdad se acrecienta, no se concibe que un gobernante esté flotando en riqueza, en dinero y en expresiones indebidas, desde mi punto de vista, en cuanto al uso del poder y los recursos públicos.

Ahí hay un “estate quieto”, no como mensaje a nuestro partido, sino a su selección de candidatos; se trata de qué candidatos vamos a postular, con qué características, antecedentes, currículum y exigencias de comportamiento.

¿La selección de candidatos tuvo que ver en la derrota?

—Yo creo que sí. El comportamiento de cualquier militante, bueno o malo, va a incidir en el prestigio y reconocimiento del partido. Me parece que en una versión extralógica, los mexicanos hemos copiado mucho del sistema estadounidense de elecciones, y no me refiero a la forma indirecta de la elección, me refiero a que a veces estamos seleccionando a gente muy joven, con un rostro agradable, que retrate bien, que su voz se reamplifique de manera muy adecuada; sólo nos falta prenderles un moñito y decir: Aquí está, sociedad, te presentamos este maravilloso y guapísimo candidato.

No se trata de eso. Creo que una práctica muy sana es decir: Esta persona que tiene buena imagen pública, que tiene un reconocimiento de sensatez, honorabilidad, trabajo, aunque esté feíto o feíta, debe ser el candidato porque la sociedad lo está reconociendo y no porque tenga un moñito o no porque retrate bonito.

Creo que ya basta de ese tipo de selección o de que el anterior lo respalde, que ese es otro error: permitir que los gobernadores decidan quién va a ser su sucesor es un error.

Abanderados incorrectos

¿Qué predomina en la selección de candidatos del PRI: dedazo o autoritarismo?

—Yo creo que hay elementos de todo eso. Sí, se trata de una decisión muy autocrática: porque es mi amigo, porque lo conozco, porque me cae bien, porque su familia... yo creo que no son los elementos que deben funcionar en el partido.

Hoy para selección de candidatos aplican antidoping, polígrafo, entre otras pruebas.

—Creo que no va por ahí, me parece que debe ser una selección más discreta que no tiene que aparentar ni tiene que poner disposiciones que puedan llamar mucho la atención: Le vamos a aplicar el polígrafo, si falla —que depende de muchas cosas— entonces no puede ir; o si se traba en algún mensaje; o si le van a aplicar un antidoping que parece a veces infame. Las cosas se saben, si recurre a drogas, se sabe. Se sabe si es persona trabajadora y honesta.

¿Considera que hizo bien Manlio Fabio Beltrones en renunciar?

—Sí. Las derrotas son huérfanas, los triunfos siempre tienen papá, mamá y generalmente a quien se le exigen cuentas es al presidente del partido, a quien tiene la conducción.

Es casi obligado que un presidente, sea de un partido a nivel estatal o a nivel nacional, se vaya cuando pierde, no porque esté reconociendo que él es el culpable de todo, sino simplemente porque en ese puesto recae la mayor responsabilidad de las acciones, de las decisiones, de los recursos, de los planteamientos mismos del partido y de sus candidatos.

¿Percibe que hay traiciones dentro del PRI?

—Es muy fuerte la palabra traición, pero sí creo que parte del contexto poco favorable para los partidos y su credibilidad son estos cambios continuos que se dan en su interior. Es preferible que una persona se salga y abiertamente diga: ‘Yo estoy en contra’, a que se quede dentro y juegue contras. Ha ocurrido y ocurrió en esta elección.

Alerta para el futuro

¿Lo ocurrido el pasado 5 de junio puede ser presagio de 2018?

—Si no corregimos lo que sabemos que fue deficiente, que fue incongruente, que nos falló, sí puede ser un preludio de una derrota. A todos los priístas nos dolería en el alma, pero sería consecuencia de una actuación inadecuada, incongruente con nuestra declaración de principios, incongruente con nuestros programas. Manlio Fabio lo dijo: Tenemos que corregir el rumbo, tenemos que actuar en consecuencia. Los gobiernos no siempre tuvieron hacia el partido la comunicación y la respuesta que se esperaba, los gobiernos en los estados, los municipios y a nivel nacional. Si no corregimos eso, yo veo muchos riesgos en 2018.

El partido tiene grandes retos.

—Tiene que decirle a la sociedad de muchas maneras que corrige sus errores, mostrar planteamiento, plataforma e ir en el sentido que la sociedad quiere. Si la gente percibe que hay eso, creo que podrá volver a decir que hay congruencia y por lo tanto, votará por el PRI. Si no, significa mucha propaganda contra el partido.

¿A quién ve al frente del partido y con qué características?

—Debe ser alguien que mire a la militancia, que vuelva al cauce al partido. ¿Una mujer? Podría ser, hay varias mujeres muy capaces, jóvenes, maduras, que han destacado en diferentes posiciones en el Senado o en la Cámara de Diputados. Lo que se necesita es reivindicar triunfos, pero con la mirada puesta en la ciudadanía; así debe ser quien llegue al PRI.

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Nacional
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