AMLO le apuesta a Trump
El documento que el presidente López Obrador dio a conocer el sábado, en el que explica la política económica de su gobierno para hacerle frente a la crisis derivada del coronavirus solo tiene, a mi parecer, dos puntos relevantes a ser tomados en cuenta.
En su conjunto es insustancial y reiterativo. Dice que la actual crisis no deriva de la pandemia sino de la crisis del modelo neoliberal, consideración que anticipa mucho de su contenido.
El primer punto que me parece importante es el que alude a la entrada en vigor del T-MEC que, de acuerdo con AMLO, traerá inversiones, sobre todo a partir del conflicto comercial entre China y EU.
El otro es la insistencia en la inutilidad de la medición económica basada en el PIB.
Veamos ambos.
Desde hace varios años hay una conexión muy clara entre el crecimiento de la industria en Estados Unidos y el crecimiento de México. Si el programa de rescate del gobierno norteamericano funciona, el crecimiento tanto del gasto del consumidor como de la producción industrial en nuestro vecino del norte tendrá un efecto positivo en la actividad económica de nuestro país.
Con ese razonamiento, el gobierno de López Obrador pareciera quererse ahorrar los recursos fiscales que tendría que invertir para incentivar la actividad productiva en México.
Como el propio AMLO refiere, esta conexión se haría más relevante aún si se exacerba el conflicto comercial entre Estados Unidos y China, con lo cual más y más empresas establecidas actualmente en territorio chino buscarán otros lugares para relocalizarse y no estar sujetas a los vaivenes de este interminable conflicto.
México se podría convertir así en el punto más atractivo para la inversión tanto norteamericana como de empresas de otros países que quieren llegar al mercado estadounidense.
Esa es la apuesta.
Sin embargo, tiene problemas. El más importante deriva de la desconfianza.
En muy pocos meses se han presentado dos decisiones que afectan negativamente a la inversión.
La primera fue la clausura virtual de la planta en construcción de la cervecera Constellation en Mexicali. La otra fue la modificación de los criterios de despacho eléctrico que se concretó el viernes pasado y que afecta negativamente a las inversiones que se han hecho y otras en curso por parte de empresas que apostaban a las energías limpias. Según el CCE, hay impacto en inversiones por 30 mil millones de dólares.
Se está creando la impresión de que el gobierno mexicano puede, sin problema, cambiar las reglas del juego a la mitad del camino.
Esto podría disuadir a algunas empresas a hacer inversiones que apunten al mercado norteamericano.
Los efectos de la pandemia, con todo y lo graves que han sido, pasarán.
Lo que puede hacer un daño permanente a la economía es la desconfianza, pues ella podría continuar hasta el final del sexenio, con lo cual pudiéramos tener varios años por delante de estancamiento o incluso de caída de la economía.
Y aquí entra el segundo punto, referido al final del documento de AMLO.
Como, a su juicio, el PIB no es una medida relevante, pues no permite observar el bienestar o la felicidad del pueblo, entonces no importa si cae 10 o 15 por ciento. Eso es poco importante para él.
Esta consideración nos anticipa que, a pesar de los malos resultados del programa para reactivar la economía, no habrá cambios, sino la insistencia en los programas sociales vigentes, aunque el Coneval concluya que son insuficientes.
Lo dicho: AMLO apuesta a que Trump siga, a que sigan los problemas con China, a que los programas de rescate allá funcionen, y a que Estados Unidos nos remolque sin haber tenido que gastar recursos fiscales en México.