La noche del Cártel de Tláhuac
Cuando un juez le otorgó la libertad condicional, Carlos Alejandro Mendoza, El Cindy, volteó a mirar a los policías que habían logrado su captura y les dirigió una sonrisa burlona. Esa misma tarde volvió a pisar la calle. Una camioneta con al menos seis guardaespaldas lo recogió a las puertas del reclusorio.
El Cindy, uno de los nuevos cabecillas del Cártel de Tláhuac, había durado menos de dos meses en prisión.
En agosto de 2019 lo detuvieron con drogas y armas, al lado de su cuñada, Liliana Pérez Ramírez, hija del extinto líder del Cártel del Tláhuac, Felipe de Jesús Pérez, El Ojos.
La esposa de El Cindy, Diana Karen Pérez Ramírez, conocida como La Princesa de Tláhuac, se hallaba recluida desde marzo de ese año. A ella también la habían capturado con narcóticos, armas, y equipos de comunicación.
La liberación causó malestar entre las autoridades de procuración de justicia. El Cindy era considerado uno de los objetivos prioritarios de las autoridades capitalinas. Su nombre y el de su mujer se hallan en el centro del remolino de violencia que sacude las alcaldías de Tláhuac, Xochimilco e Iztapalapa. Se le considera jefe de sicarios de la organización criminal, así como el encargado de trasmitir y vigilar que se lleven a cabo las instrucciones que gira desde la cárcel otro de los hijos de El Ojos: Miguel Ángel Pérez Ramírez, El Micky.
Las policía asegura que El Cindy ha ordenado al menos una docena de homicidios asociados con rivalidades delincuenciales. El ministerio público no logró sostener, sin embargo, ninguno de los cargos.
Pronto se sabría que El Cindy había solicitado los servicios legales del Sindicato Libertad, que con el Cártel de Tláhuac como brazo ejecutor, opera la extorsión y el cobro de piso al transporte público, la construcción y el reparto de agua en plazas y centros comerciales del Valle de México.
Aunque se ordenó que Mendoza fuera recapturado esa misma noche, su rastro se perdió. En el operativo de búsqueda efectuado horas más tarde en Tláhuac, su madre fue detenida con varios paquetes de droga (todavía se encuentra recluida en Santa Martha).
Se sabe que El Cindy asumió la dirección del grupo y que puso a los abogados a su servicio a trabajar en la liberación de su mujer, Diana Karen Pérez. Mientras, se mantuvo escondido en casas de seguridad, algunas de ellas en el estado de Hidalgo, y hacía rápidas visitas a la Ciudad de México para llevar a cabo reuniones con los miembros del grupo.
Las autoridades afirman que El Cindy operó durante varios meses la estructura que había heredado de El Micky, integrada por jóvenes de Tláhuac, Iztapalapa y Xochimilco, dedicados a mover mariguana y cocaína en esos municipios. Según el testimonio de informantes, él habría entregado, dentro de un restaurante, las armas con las que luego se cometió el homicidio de dos israelíes en Plaza Artz.
Diana Karen Pérez quedó en libertad en febrero pasado. Hubo registro de reuniones ocurridas en Tláhuac para establecer las nuevas reglas de operación del cártel. La pareja circuló por casas “discretas” del sur de la ciudad, sobre todo en Lomas de Padierna, mientras intentaba no ser detectada por la policía.
El Cindy y La Princesa cambiaban con frecuencia de número de teléfono. Procuraban mantener el mayor tiempo posible apagados sus celulares. Sus sicarios salían a barrer las calles cuando les avisaban que había sospechosos por el rumbo.
En las últimas semanas, Mendoza comenzó a realizar viajes de dos o tres días al estado de Guerrero: durante mucho tiempo se habló de los vínculos del Cártel de Tláhuac con Guerreros Unidos. Ahora El Cindy fue visto con frecuencia entre Acapulco y Chilpancingo, Guerrero.
El viernes pasado, personal de la Policía de Investigación, la Fiscalía General de Justicia y la Secretaría de Seguridad Ciudadana habían dado con su casa de seguridad y la de algunos colaboradores, y tenían listas cuatro órdenes de cateo.
Ese viernes, El Cindy decidió hacer un viaje rápido a las inmediaciones de Chilpancingo. Regresó el sábado en la tarde. Estuvo con amigos, visitó algunos domicilios de Tláhuac… y agarró la fiesta.
En la madrugada, al volver a su casa, lo aprehendieron al lado de su esposa. Había intentado huir por la azotea, pero un dron que sobrevolaba su domicilio indicó a los agentes el punto exacto en que pretendía ocultarse.
¿Habrá llegado el fin, la noche para el Cártel de Tláhuac?
Héctor De Mauleón