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EL ASALTO A LA RAZÓN

Lobo con piel de ‘bienestar’

El dirigente nacional de Morena, Alfonso Ramírez Cuéllar, trata de justificar su idea de convertir el Instituto Nacional de Estadística y Geografía en policía con la coartada de que se consolide un “Estado de bienestar”. Esta última palabra se repite en instituciones y programas del gobierno lopezobradorista: Secretaría de bienestar, Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (ni modo que para el malestar), Becas para el bienestar, Bienestar de las Personas Adultas Mayores, Pensión para el bienestar de Personas con Discapacidad, Tandas para el Bienestar, Cultura para la Paz (¿) y el bienestar, Banco del Bienestar…

El sustantivo es recurrente en el discurso morenista y dimana de una convicción acendrada en el fundador del partido: Andrés Manuel López Obrador.

Con el escándalo al cuello, y aunque a mi compañero Samuel Cuervo (MILENIO televisión) le dijo: "No estamos buscando ni expropiar ni quitar fortunas, sino ir reduciendo esta brecha enorme entre los que tienen muchísimos miles de millones de dólares y los que no tienen nada o una clase media que cada día se empobrece más”, Ramírez Cuéllar sigue neceando con mantener la propuesta de que el Inegi mida “la riqueza”, a pesar de que casi todos los sectores, algunos de sus correligionarios prominentes y el propio López Obrador ya la descalificaron porque, alega, “yo no estoy aquí de florero ni para andar en los pleitos internos”. Inclusive afirma que coincide con el Presidente en no dar a conocer el patrimonio de los mexicanos, porque “la riqueza de grandes millonarios no está en sus casas, sino en bases de datos de Hacienda”.

Si es así, ¿para qué chingaos pervertir las funciones del Inegi?

Estado de bienestar es una aspiración antigua, implícita en distintas naciones europeas durante el Renacimiento. Desde finales del Siglo XIX, distintos gobiernos perfilaron el financiamiento público a salud, educación, seguridad social y pensiones. La Gran depresión de hace 90 años y las dos guerras mundiales aceleraron programas de intervencionismo estatal que sirvieron de paliativos para aminorar los estragos del desempleo, las crisis económicas y el desmayo del sistema financiero.

Lo de Ramírez Cuéllar, sin embargo, no solo no va por ahí sino dista mucho de ser un disparate irreflexivo. Hace juego con otras provocaciones que sugieren que morenistas y morenianos están midiendo el agua a los camotes, como la iniciativa de que el gobierno se agandalle las afore.

Tampoco tira en el sentido lógico de procurar “bienestar”. Bien a bien, de Porfirio Díaz a la fecha casi todos los gobiernos mexicanos han impulsado un cierto Estado de bienestar, pero es en el de la 4T donde más se asoman los calzones de un propósito estatizador abominable.

Asociación de ideas: López Obrador dice que el producto interno bruto debe ya entrar “en desuso” y “hay que buscar nuevos conceptos: en vez de crecimiento, hablar de desarrollo. En vez de PIB, hablar de bienestar. En vez de lo material, pensar en lo espiritual…”.

Aleluya, Aleluya.

Ámbito: 
Nacional