Elecciones en tiempos de covid
La pandemia ha detenido muchas cosas, pero no los tiempos electivos; el 01 de septiembre arranca formalmente el proceso electoral en el país y comenzará la carrera para elegir nuevos representantes electorales en los congresos y los ayuntamientos. En poco más de un año nuestro voto refrendará la confianza en un partido o definirá un nuevo rumbo en los espacios de toma de decisión. En un año veremos el impacto político de la contingencia del coronavirus.
Algunos mamarrachos de la política, como el diputado graquista Javier García, han propuesto que se modifique el calendario electoral y se retrase el inicio del proceso; el Gato (de Graco) como otros personajes que se han expresado en ese sentido buscan aprovechar la contingencia para mantenerse más tiempo en el cargo y alargar así su periodo, porque saben que la gente no volverá a votar por ellos.
La preocupación de muchos actores de la vida pública está el rumbo que tomará la contienda 2021 y la manera como la cuarentena se reflejará en las boletas electorales. Tiene sentido: la del siguiente año será una elección distinta, tendrá una enorme carga emocional y los contendientes deberán hacer una campaña diferente.
El manejo de las autoridades en los tres niveles de gobierno es el primer elemento de apoyo o carga para los candidatos, en torno a esto muchos elaborarán su discurso porque saben que el covid-19 y sus efectos en la economía estarán presentes en la agenda del país y tendrán un enorme impacto en el ánimo de los votantes.
Digámoslo de esta manera: sí el presidente, el gobernador y los alcaldes superan satisfactoriamente la prueba del coronavirus, entendiendo esto como todo el proceso que conlleva la pandemia, desde que apareció la infección, se decretó la cuarentena, se afrontó la enfermedad y se reactivó la economía, el sentido del mensaje electoral tomará las acciones gubernamentales a favor de su campaña, resaltándolas como ejemplo y utilizándolas para ganar votos.
De cualquier modo la oposición hablará de los yerros, traerá a colación las fallas, resaltará el número de muertos, se regodeará hablando de los cientos de negocios que cerraron y los miles de empleos que se perdieron. Todo, por supuesto, se lo cargarán a quienes están al frente de las instituciones, como si ellos en su lugar hubiesen hecho mejor las cosas.
Imagina por un momento, lectora lector queridos, las condiciones en las que estarás en un año en función de la situación que ahora enfrentas. Toma en cuenta que hoy estás en cuarentena, que te mantienes aislado y fuera de la normalidad a la que estamos acostumbrados todos. Pero además que la pandemia que aún no termina te está afectando de muchas maneras: ha alterado tu estilo de vida, quizá te ha afectado en tu ambiente familiar, probablemente ha tenido algún impacto en tus ingresos y (espero que no) tal vez tendrá un cargo negativo en tu trabajo o negocio.
La contingencia nos pega a todos, aunque no de la misma manera. A los burócratas el confinamiento les ha privado de la libertad para moverse, pero no les duele en el bolsillo porque catorcenalmente reciben sus emolumentos. Para quienes estamos en la vida privada el golpe es distinto, porque los recursos con los que vivimos dependen de lo que generamos con nuestro trabajo y esto se ve afectado porque gran parte de la población está resguardada en casa.
La del 2021 será por muchas razones una elección distinta, porque además la gente tendrá cuidado de acudir a reuniones masivas y los partidos mismos deberán diseñar un modelo diferente para hacer campaña. El mensaje y el conducto para enviarlo no pueden ser los mismos de siempre, ni tampoco debe centrarse en las estructuras tradicionales.
Ir a campaña después de una pandemia como la que hoy vivimos implicará muchos retos para todos, empezando por el miedo que deja una enfermedad que está arrebatando miles de vidas en todo el mundo y trastocó de un golpe el ambiente y panorama a nivel global.
Pensemos que en Morelos, como en casi todos los estados del país, la contienda intermedia es el primer paso hacia la sucesión, que algunas de las autoridades que serán electas tendrán puesta la mira en la renovación del poder estatal y que el sentido del voto se interpretará como la calificación de la gente a los gobiernos actuales.
Las que vienen son unas elecciones clave para todos: para quienes están en el poder porque implica trazar el camino hacia el futuro, pensando en los aliados que pueden llegar y en los equilibrios necesarios en los otros poderes para mantener la gobernabilidad. Para quienes están en la oposición el momento también es muy importante: la pandemia les puede abrir paso a muchos que hoy están en el ostracismo, les brindaría la posibilidad de tomar un discurso de choque y utilizar el enojo colectivo como un elemento a favor.
Dos aspectos serán sustantivos en el proceso electoral que viene: el perfil de los candidatos y la estrategia de comunicación. Lo primero representa la carta que los partidos pongan en la mesa ciudadana para competir por un cargo, el rostro con el cuál tratarán ganar la confianza colectiva y el camino para regresar al poder. Lo segundo es clave para que el mensaje llegue de la manera correcta a las personas indicadas, para que se entienda en el momento justo y su impacto sea el que buscan los contendientes. No puede ir uno sin el otro.
La clave para ganar en el 2021 es hoy, y tiene mucho que ver con lo que está sucediendo en la pandemia. Las autoridades saben que la lucha no es sencilla, la batalla es contra un virus, pero también contra mucha gente que no entiende, que sigue saliendo, que se contagia, que se enferma y que luego reclama a otros por su irresponsabilidad.
Igual que con el coronavirus, no es claro lo que veremos en las siguientes campañas, lo único cierto es que el proceso electoral estará afectado por contingencia sanitaria que vivimos y sus efectos, que sin duda pegarán muy fuerte en el ánimo de los electores.
Los aspirantes a los diferentes cargos de elección popular deberían estar ya en campaña, pero el covid-19 se los ha impedido. En cuando se levanten las restricciones y se de luz verde a la elección, veremos a muchos políticos recorriendo calles, reuniéndose con gente y tratando de recuperar el tiempo perdido.
Partidos y candidatos deberían desde ahora estar pensando en el camino que seguirán para ganar en las urnas. La cuarentena les impide estar afuera haciendo proselitismo, pero no los limita para trabajar desde ahora en la estrategia.
Cada día encerrado en casa es un día perdido para quienes buscan un espacio de poder.
posdata
Pongámosles algunos nombres a las próximas elecciones:
Ciertos alcaldes buscarán la reelección con posibilidades reales de obtenerla; en el caso de los militantes de Morena, primero habría que revisar el candado estatutario de la no reelección, aunque esto podría quedar de lado como efecto directo de la pandemia.
Saltándonos ese punto pongamos en primera fila al edil de Cuernavaca Antonio Villalobos, al de Jiutepec Rafa Reyes y al de Jojutla Juan Ángel Flores. Los tres podrían volver a competir por el mismo cargo (la ley se los permite) o como su homólogo de Yautepec buscar una posición en el congreso local o federal. Todos ellos han hecho un buen trabajo y tienen capital político para jugar en el 2021.
Desde afuera aparece la figura de Javier Bolaños, un panista que comenzaba a tomar fuerza hasta que lo frenó el virus; el ingeniero igual que otros aspirantes tuvieron que detener sus acciones y deben esperar a que las calles se abran de nuevo para volver a promoverse.
Quien se vende a si mismo como la propuesta oficial para Cuernavaca es el Belindo diputado federal Jorge Argüelles; el opaco legislador insiste en competir bajo las siglas de una coalición que incluya a Morena, apuesta su capital (económico, porque político no tiene) a los acuerdos que logre Hugo Erick Flores y confía en el empuje que le brinde Cuauhtémoc Blanco Bravo. Jorge Argüelles sí puede ser candidato del PES y de Morena si el gobernador amarra la alianza, lo que no podrá ni con todas las siglas a su lado, es ganar una elección sin el empuje que le brinde Andrés Manuel López Obrador.
Desde el interior del gabinete, sin hacer mucho ruido ni asomarse, hay otra figura que podría ser el Plan B del jefe del ejecutivo: Pablo Ojeda Cárdenas. El secretario de gobierno nunca ha dicho que quiere competir, está dedicado de lleno a la atención de la agenda estatal y concentrado en mantener la gobernabilidad. Pero su corazón late por la política desde que formaba parte del equipo del secretario de Gobernación, Fernando Gómez-Mont, y en el gabinete saben que él sería mucho mejor candidato que el diputado Belindo. Pablo es un hombre más capaz, más profesional, más conocido y más leal a Cuauhtémoc Blanco que Argüelles.
Después de estos personajes hay que observar es a José Luis Urióstegui; el abogado hizo un buen papel en la contienda pasada y seguramente dará pelea en la que viene; bajo siglas de nuevos partidos podríamos ver también al ex priísta Matías Nazario y al ex árbitro mundialista Gilberto Alcalá.
Como estos seguramente habrá muchos más interesados en competir, pero la pandemia los mantiene con un bajo perfil. Cuando el semáforo sanitario se ponga en verde en Morelos no solo veremos la reactivación de la actividad económica, también observaremos el arranque de la carrera política.
nota
Rubén Jasso Díaz ya asumió el cargo de presidente del Tribunal Superior de Justicia; sustituyó a Carmen Verónica Cuevas pero, dicen, mantiene el mismo pacto graquista que signó su antecesora.
Una decena de magistrados del Poder Judicial de Morelos desconocen a Jasso como presidente y anticipan que llevarán a cabo acciones legales para anular su nombramiento; desde su punto de vista la designación del menudo abogado es ilegal y por tanto su presidencia es ilegítima, pero eso lo deberá determinar una autoridad superior.
Por lo pronto Jasso Díaz ya asumió el control de la oficina y nombró coordinadora de asesores a una brillante abogada: Alicia Vázquez Luna. La dama no solo es firme de carácter y acciones, también es brillante como profesional de las leyes y respetada en muchos sectores por su probidad.
Con todo y ser graquista, Rubén Jasso es un buen tipo; nada que ver con la personalidad, el carácter y los intereses de su antecesora. Su permanencia en el cargo frente a las denuncias que eventualmente hagan en su contra depende de su habilidad jurídica, de sus relaciones judiciales y de su capacidad de comunicar.
Los magistrados no son los únicos adversarios que debe enfrentar Jasso desde el TSJ; su lucha es contra los de adentro que no lo quieren, pero también contra los de los de enfrente que lo consideran un enemigo político, porque representa la voz del ex gobernador que sigue haciendo trabajo sucio en el estado.
Rubén Jasso es un buen abogado; veremos si es buen líder y si sabe comunicar. Esto último se ha vuelto fundamental en la vida pública.
post it
Me lo comenta un policía de Averanda: “Nos han pegado fuerte varias veces, por eso tenemos que estar más atentos; hay cinco elementos arriba, otros más abajo y presencia permanente de patrullas. También le han pegado a Galerías y a otras plazas comerciales. La gente está en cuarentena, pero los ladrones no”.
El covid-19 es un virus que aún no tiene cura, sus efectos son en la salud de la gente, pero también en la economía de todos. La enfermedad, la cuarentena y la recesión económica dejará, además de muchos pobres, más delincuentes en las calles.
Es la cruda realidad.
redes sociales
Martes negro: 31 muertes. En 24 horas en Morelos.
… Y aún así mucha gente sigue saliendo sin ningún tipo de cuidado.
Comentarios para una columna optimista:
Twitter: @eolopacheco
Facebook: Eolopachecomx
Instagram: eolopachecomx