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SERPIENTES Y ESCALERAS

La violencia tiene secuestrado a Morelos. En los últimos cuatro sexenios nuestra tierra ha sido presa de la inseguridad y a los gobernadores se les ha relacionado con algún grupo delictivo. ¿De que manera podemos cambiar las cosas en el estado?

 

Desde hace varios años la violencia ha mostrado sus peores rostros en Morelos. La muerte de Arturo Beltrán Leyva marcó el inicio de una sangrienta lucha por la plaza y de ahí a la fecha lo que ha vivido nuestra entidad son episodios constantes de inseguridad y delincuencia. Carrillo Olea abrió la puerta al narcotráfico y los subsecuentes gobernadores, hasta el actual, han dado las condiciones necesarias a los grupos para establecerse con comodidad en toda la región. La impunidad es la madre de la delincuencia.

La llegada de Jorge Carrillo Olea al gobierno de Morelos generó una altísima expectativa ciudadana. Hombre cercano al poder político del país, experimentado en materia de seguridad y con un currículum que ningún otro paisano tenía en ese momento, el militar parecía la mejor opción para que el estado lograra el empuje que requería para entrar al primer mundo.

Pero algo paso: la amplísima experiencia del general en materia de seguridad y su evidente fogueo en la política nacional no se tradujeron en beneficios para la entidad; por el contrario: su gobierno se caracterizó por la confrontación social y la ingobernabilidad política. Con Carrillo comenzó el caos.

Desde el principio de su mandato Carrillo Olea se notaba incómodo en la entidad, le aburrían las actividades locales y cualquier pretexto era bueno para agarrar camino hacia la ciudad de México y pernoctar en su casa de Las Lomas. La seguridad era la mejor carta de presentación del jojutlense, pero fue ese punto el que hizo naufragar a su gobierno. A Carrillo Olea lo vincularon con Amado Carrillo, conocido como El Señor de los Cielos.

Sergio Estrada ganó la elección siguiente y asumió el control de las instituciones con el inicio del nuevo siglo. El joven panista no tenía mucha experiencia en política ni en el servicio público, tres años antes la suerte y la coyuntura le permitieron ganar la alcaldía capitalina y de ahí saltó a la gubernatura. Antes de ello atendía personalmente un pequeño taller mecánico.

La frivolidad fue característica del nuevo gobierno y la seguridad volvió a convertirse en Talón de Aquiles de la administración estatal. Al panista no le gustaba la política y lo decía en todos lados, prefería la ejecución de obras, las reuniones sociales y las fiestas de disfraces.

Otras cosas acaparaban la atención y el interés del panista: las mujeres, el alcohol, los autos y los aviones. El manejo del estado otorgó a Estrada la posibilidad de ver cumplidos sus sueños de Don Juan y cristalizar sus anhelos de piloto; con recursos ilimitados para entretenerse, Sergio Estrada cedió el control del gobierno a sus amigos y permitió que la delincuencia se involucrara en las instituciones. A Sergio Estrada Cajigal le relacionaron con Juan José Esparragoza, El Azul, y se especuló sobre una relación sentimental entre el gobernador y la hija del capo.

La llegada de Marco Adame parecía la salida a los problemas de Morelos. Serio, prudente y cuidadoso de las formas, el médico que ganó la siguiente elección parecía el perfil que necesitaba un estado convulsionado. Adame no tenía los antecedentes policiacos de Carrillo, ni las aficiones frívolas de Estrada: era un hombre mesurado, analítico y discreto.

Pero las expectativas de que el médico corrigiera el rumbo del estado se derrumbaron pronto: Adame no era mesurado, era pasivo, no era prudente, era cómplice, no era analítico, era omiso. El panista conformó un gabinete sin pies ni cabeza, mezcló nombres y personalidades distintas y los dejó sin control ni supervisión. A la vuelta del tiempo su administración comenzó a fracasar por falta de resultados y por la intervención directa de su familia en las finanzas estatales. Su esposa, sus hijos y su hermanos tomaron al gobierno como su negocio personal.

Como si eso fuera poco a Marco Adame también le explotó una bomba en materia delictiva cuando varios integrantes de su gobierno, el más notorio su secretario de seguridad, fueron detenidos por estar vinculados a la delincuencia. Casi frente a la residencia oficial el ejército ubicó una vivienda propiedad de un narcotraficante y en un condominio de lujo de la capital, a cinco minutos de la residencia oficial, la marina enfrentó y mató a uno de los capos más poderosos del país. A Marco Adame se le acusó de proteger a Arturo Beltrán Leyva, pero ninguna administración investigó nada.

La promesa más importante de la campaña de Graco Ramírez fue la seguridad. El perredista ganó la confianza prometiendo paz y combate directo a la impunidad; los antecedentes del perredista generaban confianza: durante varios años fue quien acusó a los gobernadores de proteger a narcotraficantes y al gobierno de Morelos de estar controlado por la delincuencia organizada.

El tabasqueño se puso metas, fijo plazos y elaboró un discurso tronante; destinó miles de millones de pesos al tema, importó un jefe de policía desde la frontera y desplegó un ejército de troles para multiplicar sus promesas. A la vuelta del tiempo la realidad reventó el discurso oficial y la multimillonaria inversión no dio resultados. Las ofertas del perredista quedaron en el aire y las altísimas expectativas que generó su gobierno se desvanecieron. El dinero destinado al combate de la delincuencia no era una estrategia social, fue un negocio personal.

Hoy de nueva cuenta la inseguridad es el punto débil de la administración, pero a diferencia de los gobiernos pasados estamos frente al embate delictivo en todas sus modalidades. Con Carrillo creció el secuestro, con Estrada aumentó el tráfico de drogas y con Adame aparecieron las ejecuciones. En el gobierno de Graco hay secuestros, ejecuciones, tráfico de drogas, extorsiones, cobro de piso, asaltos en casa habitación, robo a bancos, feminicidios y guerra de cárteles; los peores rasgos delictivos de las administraciones están presentes en el gobierno de nueva visión, pero multiplicados. A Graco Ramírez se le relaciona con Santiago Mazari Miranda, conocido también como El Carrete.

Son muchos los conflictos que enfrenta el estado, pero uno constante desde hace varios años es la impunidad. Los problemas de inseguridad, la proliferación de grupos delictivos y los incesantes hechos de violencia son aspectos que han estado presentes en los últimos cuatro sexenios.

¿Cómo acabar con esta situación? ¿De qué manera romper con un paradigma de inseguridad y delincuencia que tiene agobiado a Morelos desde hace años?

En tanto no se resuelva el problema de inseguridad, es imposible pensar que las cosas mejoren. 

  • posdata

La renovación del comité directivo estatal del PRI comenzó. No hablo de la decisión del CEN, que recientemente mandó un delegado especial con antecedentes de pillo, sino del proceso interno que impulsan varios actores desde sus trincheras.

El primero en alzar la mano en esta carrera fue Alberto Martínez. El coordinador de los diputados del PRI en el congreso local ya hizo pública su aspiración respaldado por todos los integrantes de su fracción parlamentaria y algunos alcaldes. La Pave, como afectuosamente le dicen sus amigos, es la propuesta de una nueva generación de priístas que quieren modificar el rostro del partido y cambiar los paradigmas que han marcado el actuar de la institución tricolor en los últimos años.

Otro que próximamente expondrá su deseo de presidir al tricolor es Matías Nazario. El legislador federal ha construido una estructura propia, pero su fuerte es su capacidad de operación política en el centro del país. A Nazario le apoyan algunos actores nacionales y el sindicato de maestros; desde ahí tratará de aterrizar su aspiración. Matías no forma parte del grupo de Amado ni el de Marisela, de hecho ambos clanes le repudian y eso es un valor agregado entre un amplio sector de priístas que no comulgan con el actuar de ambos grupos caciquiles.

El cambio que necesita el priísmo morelense deberá darse desde aquí. Si los militantes de esa institución esperan que sea la dirigencia nacional quien ponga orden en su casa, pasarán los años sin que ello suceda.

El futuro para el PRI de Morelos depende de lo que hagan sus integrantes.

  • nota

La trágica actuación de Jorge Carrillo como gobernador fue muy costosa para su partido. La salida anticipada del general y los dos años que tuvo el PRI para tratar de modificar la imagen de un gobierno descompuesto no fueron suficientes para detener el hundimiento del barco tricolor.

La historia se repite: el tiempo que falta para la próxima elección podría no ser suficiente para que el PRD se recupere del desgaste social que les ocasiona el gobierno de Graco Ramírez y las tropelías de su parentela.

Insisto: la mejor propuesta del campaña en el 2018 será encarcelar a Graco y a su familia.

  • post it

Hace un par de días Oswald Alonso escribió en el portal SinLínea, una muy interesante reseña de la reunión convocada por el alcalde Cuauhtémoc Blanco para hablar con su equipo de gobierno. Así lo narra el periodista:

“El pasado viernes por la tarde, el gabinete en pleno fue reunido en la oficina del presidente municipal de Cuernavaca, Cuauhtémoc Blanco Bravo. Hubo dos grandes ausentes, el convocante presidente Cuauhtémoc  y el secretario del ayuntamiento Roberto Yañez. Así lo muestran las fotografías que distribuyó el área de ocmunicacion social.

El primero, dice, faltó porque la esposa dio a luz. El segundo fue excluido debido al mensaje que se daría. Un tercer personaje decidió no llegar: el tesorero Alejandro Villareal Gasca.

El área de comunicación social difundió un comunicado donde informa una mínima parte de lo que ahí sucedió. El secretario técnico del Ayuntamiento, José Manuel Sanz Rivera la inició dando un manotazo en la mesa “estamos hasta la madre” se refería a la corrupción que no solo persiste en el ayuntamiento sino que ha crecido.

“Somos la burla de los diputados y el gobernador y la sociedad”, les dijo a los que integran el gabinete y les dio una instrucción: “un solo acto de corrupción, se va el que lo cometió y el secretario del área”.

Planteó una opción: el funcionario que no pueda con el cargo lo manifieste o que plantee una reestructura en su secretaría para que la cosas marchen mejor.

El argumento que expuso a sus colaboradores es que a seis meses de que la administración municipal inició, no han avanzado por la corrupción imperante.

Puso un ejemplo sin dar el nombre.

Dijo que no se permitirá que funcionarios organicen fiestas con alcohol y trabajadoras en las propias oficinas del ayuntamiento, tampoco se acose sexualmente a las damas que laboran ahí. La acusación tenia dedicatoria al oficial del registro civil número uno de esta ciudad. Existe en la Contraloría Municipal una queja, incluso, un video, de la fiesta que organizó el titular durante la noche, la hizo acompañar de música. El caso no ha sido investigado por la contraloría, se entiende la razón: se trata del cuñado del diputado del Partido Social Demócrata (PSD, Julio Yañez. A julio se le acusa de ser el edil detrás del trono junto con su hermano Roberto, a quienes también se les señala de ser los dueños de la franquicia del PSD.

Manoteó varias veces para acusar que la sociedad de Morelos se burla de Cuauhtémoc y él, por la corrupción, pero sobre todo porque no avanza la administración.

No dio nombres de personas involucradas en actos de corrupción, ni de las áreas donde se cometen, pero puso un ejemplo más: dijo que no es posible que el director de mercados de la comuna no tenga un sueldo y no se queje.

Quien fue exhibido fue el tesorero Alejandro Villareal Gasca, porque no llego a la reunión. ¿Qué puede ser más importante para el tesorero?

Se supone que hoy lunes los que no puedan con el paquete van a presentar su renuncia ó presentaran su plan de reestructuración del personal para que ahora si avance la administración.

Lo que llama extraordinariamente la atención es  la ausencia de Roberto Yañez. En su mensaje Sanz Rivera dejó claro que se trataba de Cuauhtémoc y no del partido, se llegó a la presidencia por el PSD,  pero aclaró que lo que los ciudadanos piden no es cuestión de partidos políticos.

Su mensaje es claro, se desmarcó de los Yañez y del PSD.

Sanz resultó ser en extremo ingenuo  al igual que el exfutbolista. Los ciudadanos llevamos, sí, seis meses pensando que ésta administración ha mostrado ser ineficiente en lo que lleva de su mandato, con la omisión de ellos. El “Cuau” no gobierna, eso ya lo empiezan a notar los electores.

Si es cierto que el Cuau es producto de un acuerdo monetario con los dueños de la franquicia del PSD, es momento que el mismo exfutbolista cambie ese acuerdo y por dignidad, ó por lo menos por su buena imagen se preocupe por la ciudad, al paso que va  llegará hecha polvo su imagen como hombre de trabajo, honesto y exitoso.”

  • redes sociales

En un gobierno Vintage como el de Cuernavaca, donde la imagen institucional evoca al pasado (de moda), lo nuevo es volver a utilizar la campana en el servicio de recolección de basura.

¿Quién asesora a Cuauhtémoc Blanco?

  • es viernes

Pongámonos tropicales: Hoy toca.

Comentarios para una columna sonriente: eolopacheco@elregional.com.mx

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