Morir en el intento
El primero de junio no regresará la normalidad a México: ni la vieja normalidad a la que estábamos acostumbrados, ni la nueva normalidad anunciada por el presidente López Obrador. La reapertura programada para esa fecha ha sido pospuesta en casi todos lados porque no hay condiciones para hacerlo. Morelos tampoco está listo para el regreso a las actividades porque enfrenta el momento de mayor contagio y muerte por covid. Para muchos ya es tiempo de salir trabajar para subsistir… o morir en el intento.
La prolongación del aislamiento domiciliario y la suspensión de actividades han llegado a un punto crítico para todos: las autoridades incrementan todos los días las restricciones y actúan para tratar de mantener a la gente fuera de las calles, para frenar la velocidad de contagios; muchos ciudadanos aguantan hasta donde es posible, pero la necesidad los obliga a salir para subsistir.
El punto al que hemos llegado es crítico y las consecuencias son responsabilidad de todos. Desde que se decretó la jornada de Sana Distancia y comenzó el cierre escalonado de actividades se estableció una ruta crítica que consideraba un aumento de la incidencia de contactos, una cúspide y luego un descenso que permitiría planear la reanudación de las actividades. Solo lo esencial estaría abierto durante esta etapa y todos deberían quedarse en casa o tomar medidas de sanidad en caso de tener que salir.
La premisa fue desde el principio alargar la pandemia para tener capacidad de atención médica, es decir, que en lugar de que mucha gente se enfermara al mismo tiempo, el ritmo de contagio fuera lento para que en los hospitales siempre hubiese camas y equipo disponible para curar a los enfermos.
Los lineamientos se dieron desde el principio, señalando a cada momento la importancia de que todos hiciéramos nuestra parte; ante la falta de una cura para la enfermedad el camino era el aislamiento, la distancia y la higiene personal. Si cumplíamos bien con la cuarentena, más rápido regresaríamos a la normalidad, nos dijeron.
En estricto sentido la forma de cuidarse del coronavirus es sencilla: evitar reuniones y lavarse las manos. Con estos dos pasos estaríamos en condiciones de librar el problema y evitar enfermarnos. Pero para lograr estas dos simples cosas es indispensable el aislamiento y tener la solvencia económica para aguantarlo; aquí es donde todo se complicó.
Tras más de dos meses de cuarentena muchas personas ya no están en condiciones de aguantar el aislamiento, aunque quieran. Mucha gente que actuó con responsabilidad y se refugió en su casa, pero el problema ahora ya no es solo de salud, sino de subsistencia, es decir, se están quedando sin dinero para vivir y necesitan forzosamente reactivar sus actividades laborales.
Nadie esperaba que el aislamiento se prolongara tanto, ni que para ese momento las condiciones sanitarias fueran tan graves. Pero hay que entender la situación: aunque muchos actuaron con responsabilidad y siguieron las recomendaciones, un amplio sector de la sociedad se mantuvo activo en las calles, tomó la pandemia como una broma y la suspensión de las actividades como vacaciones.
A ellos y a nadie más hay que culpar de lo que ahora estamos padeciendo. Los que nos resguardamos en casa hicimos nuestra parte y el gobierno tomo medidas concretas para limitar la movilidad; pero muchos otros se burlaron, actuaron con irresponsabilidad y propagaron la pandemia. Algunos de quienes se mofaban de la situación y presumían su convivencia con el virus hoy están enfermos o muertos, pero en su irresponsabilidad contagiaron a mucha gente a su alrededor.
Mucho se ha hablado de esta situación, de una sociedad partida entre aquellos que entendimos la gravedad del problema y otros que como Gerardo Fernández Noroña se pitorreaban del covid y presumían su valemadrismo por la enfermedad.
Ese sector de la sociedad es el culpable directo de lo que hoy estamos viviendo, de las muertes de miles de personas, de que la economía esté colapsada y no tengamos aún fecha para poder reactivarnos. Todos esos que siguen haciendo una vida normal sin ningún tipo de cuidado sanitario, que realizan fiestas, que se reúnen, que no usan cubre bocas y que contagian son también los culpables de que cientos o miles de personas saldrán a las calles en los próximos días por necesidad, porque ya no tienen dinero para sostener a su familia y necesitan arriesgarse para seguir viviendo.
Se puede acusar a los gobiernos de muchas cosas, pero en este punto en especial el problema de que la pandemia se este yendo de control es más una consecuencia de la irresponsabilidad social. Explico:
Existe una permanente e intensa campaña de comunicación para informar de la situación a cada momento y concientizar de las acciones que se llevan a cabo, se han reconvertido hospitales y entregado material al personal de salud, se reparten alimentos, se realizan operativos de seguridad, se llevan a cabo acciones de sanitización, se suspendieron todas las actividades no esenciales, se mandaron a casa a los trabajadores, se cancelaron las clases presenciales, se clausuraron los espacios públicos… ¿Qué más se puede hacer?
Por supuesto que hay errores cometidos por el gobierno y acciones que deberían reforzarse o mejorarse, sin duda existen muchos motivos para criticar a las autoridades, para cuestionar su proceder y lamentar su actuación, pero la atención de la pandemia en todo el mundo es responsabilidad colectiva, de ciudadanos y de autoridades; en aquellos lugares donde las cosas se han salido de control existe un mismo factor en común con México: gente que no hizo caso a las recomendaciones.
Hoy el panorama es sumamente complicado para todos, porque la continuidad de la cuarentena ya no depende del gobierno, ni de la responsabilidad de los ciudadanos; son muchos días de aislamiento que están generando consecuencias muy graves en todos los sentidos: desde conflictos familiares y trastornos emocionales, hasta una gravísima crisis económica que obligará a muchos a tomar el riesgo de salir a pesar de que no sea aún el momento de hacerlo.
El restablecimiento de las actividades productivas en todo el país no podrá prolongarse mucho tiempo más, porque la gente ya no está en condiciones de aguantar la carga; la reapertura sucederá sin la seguridad de que todo estará bien y, por el contrario, con la certeza de que el regreso a las calles ocasionará una nueva oleada de contagios.
Morelos igual que otras partes del país está en un punto crítico, con un sistema de salud que se satura rápidamente y muy limitadas herramientas y recursos para hacerle frente a la pandemia. Ítem más: por la situación económica que arrastra la entidad, tampoco existe margen de endeudamiento para apoyar a los sectores productivos y alentar la reactivación económica.
Los días que vivimos y los que vienen son muy peligrosos y también inciertos; el actuar de los necios es enorme para todos y sigue costando muchas vidas.
posdata
La lucha es contra el covid, contra la incredulidad y contra la necedad. Para lo primero se establecieron una serie de medidas ampliamente difundidas a lo largo de los últimos meses; lo segundo ha sido una batalla más dura, porque es contra quienes no entienden, se exponen, se contagian y contagian a muchas personas más.
Y ahora tenemos la necedad de aquellos que llegan a nuestro estado de la ciudad de México los fines de semana y realizan encuentros masivos, motociclistas que se dejan venir por cientos, que conviven sin cuidado y sin medidas de sanidad; son propagadores potenciales de la enfermedad.
Las imágenes se comparten de manera oficial por parte de las autoridades y se pueden ver en las redes sociales: ahí está la gente haciendo una vida normal, sin cubre bocas, sin sana distancia y sin ningún tipo de prevención sanitaria. Emulando la tristemente célebre frase de Vicente Fox: vienen, contagian y se van.
Luego están los que hacen fiestas y son reportados por vecinos, que se juntan por decenas o cientos en distintas colonias y olvidan el enorme riesgo que en este momento implica la exposición. Muchos de ellos graban videos y se toman fotos en plena fiesta, las presumen en sus cuentas en redes sociales y a la vuelta del tiempo algunos vuelven a aparecer ya entubados por coronavirus.
Y qué decir de varios de nuestros pueblos y comunidades en donde la vida transcurre con absoluta normalidad y se puede ver a la gente en la calle actuando como si nada; Ocotepec, Ahuatepec, Temixco, Cuautla… espacios en los que no existe cuarentena ni sana distancia, donde la gente se pone brava si les piden respetar las acciones de sanidad, pero luego reclaman porque se enfermaron.
¿Qué opinas lectora lector querido, cuando te encuentras la noticia de alguien que antes bromeaba con el coronavirus y ahora está enfermo o muerto? ¿Qué sensación te deja la llagada de bikers al estado y sus reuniones masivas? ¿Qué piensas de aquellos que hacen fiestas en plena cuarentena?
La lucha contra el covid-29 es una batalla de muchos frentes, pero el más difícil de controlar es el de la condición humana, la de los necios que no entienden.
nota
Las imágenes son reveladoras: la gente se expone a salir a la calle para comprar cerveza y paga sobre precio a aquellos que se las venden clandestinamente a través de las redes sociales.
No es uno, son muchas personas las que lucen desesperadas por la falta de esa bebida; mientras en Francia se tuvieron que desechar millones de litros de cebada porque disminuyó su consumo durante la cuarentena, en México las bodegas se vaciaron y comenzó el mercado negro del producto.
Cosas que nos deja ver la contingencia: en muchas partes del país, incluyendo Morelos, hay gente que agrede al personal de salud porque los considera portadores de la enfermedad y no respeta su enorme esfuerzo por salvar vidas; por otra parte, en Tamaulipas, la gente se arremolina en torno a los camiones cerveceros y los recibe con mariachis.
La pandemia nos está dejando muchas lecciones de vida, nos muestra cambios profundos en el mundo e imágenes de lo que representa la ausencia del hombre en el medio ambiente. Hay muchos casos de gente que ayuda, que generosamente tiende la mano a los demás y en la medida de sus posibilidades apoya a los que menos tienen.
Al final están los necios, los torpes, los irresponsables, los burlones, los idiotas, los que critican todo, los que se exponen, los que comparen información falsa, los que se contagian y contagian a los demás y luego reclaman porque están enfermos o alguien cercano a ellos muere. Estos últimos son los menos, pero son los que más daño causan a la sociedad.
Por ellos la pandemia se alarga en México y en Morelos.
post it
Las cifras son brutales: la semana pasada fue terrible para Morelos en cuanto a número de contagios y muertes por covid-19. Dos semanas tardan en manifestase los síntomas de la enfermedad; dos semanas después del Día del Niño y del Día de la Madre vimos un notorio aumento de casos.
Lunes, 5 defunciones.
Martes, 31 defunciones.
Miércoles, 24 defunciones.
Jueves, 6 defunciones.
Viernes, 16 defunciones.
Sábado, 12 defunciones.
Domingo, 5 defunciones.
redes sociales
Reiniciar las actividades sin una cura a la enfermedad es una medida arriesgada, pero económicamente necesaria; ante ello lo que queda es cuidarse uno mismo.
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