Cuentos y cuentas de la CFE
Todo parece indicar que los mexicanos vamos a pagar tarifas eléctricas más altas para que a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) le salgan las cuentas que quieren en el gobierno.
Quieren que la CFE tenga las ganancias que no quieren que tenga el sector privado.
Pablo Zárate, joven experto en materias energéticas, ha desmenuzado las cuentas de la Comisión Federal de Electricidad y exhibido sus cuentos. (https://bit.ly/3gtLKvU). Zárate describe las cuentas y los cuentos de la CFE por dentro, haciendo claras para ciudadanos comunes realidades que solo saben leer los expertos.
El primer cuento desmentido por Zárate es que la CFE pierde en su unidad de Transmisión de energía porque subsidia a los privados que le venden. La unidad de Transmisión de la CFE, explica Zárate, es una entidad administrativa subsidiaria de la empresa, y no solo no pierde por subsidiar a nadie, sino que gana mucho. Tiene ingresos por 75 mil millones de pesos y utilidades por 18 mil millones de pesos: 24 por ciento sobre ingresos brutos, nada de pérdidas.
El segundo cuento desmentido por Zárate es que la CFE también pierde en Distribución porque los privados no pagan su cuota respectiva. Pero la unidad de Distribución tiene ganancias por 11 mil millones de pesos anuales.
¿Dónde pierde entonces su dinero la CFE?
Bueno, en primer lugar, explica Zárate, en sus seis unidades de generación eléctrica, cinco de las cuales pierden dinero. La única que gana es CFE Generación VI, que no genera, sino que se dedica a comprar energía a privados.
El otro hoyo negro de los malos rendimientos de la CFE, termina Zárate, es lo que correcta y pomposamente se denomina el Corporativo de CFE; sus directivos, empleados y asociados de cuello blanco que le cuestan a la empresa 67 mil 500 millones de pesos anuales, sin que quede claro, dados los rendimientos de que la empresa de queja, que la estén manejando bien.
La pregunta es muy simple: por qué en vez de subirle el costo a los usuarios de energía, la CFE no arregla su productividad interna, empezando por sus carísimos e ineficientes burócratas, el primero de los cuales es el director, Manuel Bartlett.