Fue Giovanni y pudo ser cualquiera
El gobernador de Jalisco se apresuró en su diagnóstico. Puede tener o no razón, pero lo cierto es que sólo ofreció especulaciones que igual pueden ser ciertas o no, lo que no presentó fueron elementos concretos para sustentar sus dichos.
El asesinato de Giovanni López desde donde se vea es un hecho que obliga a una firme acción de la justicia. No queda claro por qué un hecho acaecido el 4 de mayo hasta ahora ha adquirido tan justificada notoriedad. Más allá de que alguien lo haya metido en el imaginario colectivo, intenciones aparte, es evidente que estamos ante un hecho que muestra de nuevo la actuación de muchos de los cuerpos policiacos.
El señalamiento de que en “los sótanos del poder” se fraguó la estrategia de los actos violentos del jueves en Guadalajara es una afirmación extremadamente audaz que no sólo encierra acusaciones directas, también se agita aún más la relación entre el gobernador y el Gobierno federal, también y como andan las cosas de polarizadas la declaración se vuelve multiusos para los fervorosos del Presidente y para quienes lo tienen en la mira.
López Obrador planteó con razón que el gobernador debe presentar pruebas de sus dichos, lo que de alguna manera llevó a atemperar las declaraciones originales.
En lo que no hay duda es que es definitivo que los policías del país están bajo sistemático cuestionamiento, invariablemente están en la mira junto con la estructura en la cual están insertos. No estamos hablando de algo nuevo que nos pueda sorprender, es un común denominador también en muchos países.
El asesinato de George Floyd a manos de la policía en Minneapolis ratifica el gran problema que provocan las policías, incluso en sociedades como la estadounidense en donde padecen cotidianamente la violencia policiaca, lo cual coloca a sus ciudadanos bajo una relación de respeto e interminable temor.
Se podría decir que también en estas lides tenemos sincronías con EU. Una de las grandes diferencias está en el racismo que permea entre los policías estadounidenses, un dato que podría explicarlo es que cerca del 75% de los policías en toda la Unión Americana son blancos.
Lo que le pasó a Giovanni López muestra uno de los rostros más representativos, acabados y lamentables de las policías mexicanas, sin importar si son estatales o municipales. La actuación de los cuerpos de seguridad en las manifestaciones de Guadalajara y la Ciudad de México confirma el no cumplimiento de los protocolos, independientemente de todas las provocaciones que se presentaron, las cuales no le quitan valor alguno a la protesta y al sentido de ella.
El asesinato de Giovanni lo conocimos gracias a las redes sociales, reiteramos con todo y que los hechos hayan sido hace más de un mes.
El imaginario colectivo sabe muy bien que la muerte de Giovanni no es ni casual ni es un incidente menor. Forma parte de la cotidianidad bajo la cual actúan en un buen número de casos las policías y también sabemos que lo que pasó le puede pasar auténticamente a cualquier persona.
No hay sexenio en que los gobiernos aseguren que van a cambiar la estructura y el actuar de los policías. En esta administración, de plano, el tema lo pasaron a un segundo plano. Se concentraron en la creación de la Guardia Nacional, la cual está formada fundamentalmente por soldados.
Está visto que al Presidente no le gustan las policías, porque considera que su estructura está marcada por la corrupción.
Estamos atrapados en la cotidianidad con los temas de seguridad. La policía ayuda poco o nada y no se ven salidas, porque la consolidación de la Guardia Nacional va a llevar su tiempo y se mueve todavía en los terrenos de la incertidumbre.
Fue Giovanni, pero pudo ser cualquiera.
RESQUICIOS.
El Presidente sigue jalando la liga. Están conmigo o están contra mí, no se puede interpretar de otra manera aquello de “no es tiempo de simulaciones o somos conservadores o somos liberales”.